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crónicas del siglo pasado

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Política
Agoniza el imperio colonial portugués
Por SAMUEL SAID
A más de treinta años de su instalación, el régimen de Oliveira Salazar cierra los ojos a la dura realidad africana, aferrado a su decisión de ignorar el "gran cambio" que se viene operando en el continente negro.
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abril 1962


Humberto Delgado y Henrique Galvao, dos de los más destacados opositores del régimen de Oliveira Salazar, conversan a bordo del Santa María durante la novelesca aventura del barco

Una mujer angoleña, con su niño a espaldas, busca entre las ruinas de lo que fuera su casa algo recuperable después del bombardeo de la aldea de Fuesso, al norte de Angola, por la aviación portuguesa. Fue en represalia por ser Fuesso un activo centro de las guerrillas libertadoras

Grupo de rebeldes que lleva la lucha contra las poblaciones blancas de la colonia portuguesa

Formación durante los ejercicios de entrenamiento en "algún lugar" al norte de Angola. Los rebeldes afirman que arman sus efectivos con las armas que quitan a los portugueses

 

 

PARA los peritos en cuestiones africanas y los corresponsales que presumen de imparciales, la reciente admonición de las Naciones Unidas al régimen de Portugal por la sangrienta represión que realiza en Angola y la aparente indiferencia que demostraron las grandes potencias ante el ataque y ocupación de Goa por parte de la India, es algo así como el preludio de la liquidación del imperio colonial portugués. Parece que al gobierno de Lisboa le ha llegado la hora de estudiar si le conviene sumarse a la dolorosa pero inexorable marcha que iniciaron Gran Bretaña, Francia y Holanda, siguiendo quizá el ejemplo de sus mayores Atenas, Roma, Bizancio y Constantinopla. Los imperios como toda creación humana tienen también un destino común. Al nacimiento sigue la etapa de la expansión y luego la de su inevitable decadencia y caída final.
La Segunda Guerra Mundial señala una etapa en la marcha del mundo y el cruento desenlace anunció la universalización del derecho de la autodeterminación de los pueblos. Y, naturalmente, impulsó el despertar de las naciones adormecidas durante siglos por el sueño
colonial. África, fue el continente elegido para la máxima ejercitación del colonialismo. Gran Bretaña, Francia, España, Portugal y tardíamente Bélgica se repartieron territorios que satisfacían las necesidades de materias primas y las ansias de poder y de riquezas del europeo. El oro y los minerales que pródigamente se encuentran en las entrañas del Continente Negro empujaron a la aventura de los blancos, cuyo saldo no siempre fue positivo. En 1946 se inicia lo que podríamos denominar revisión de la estructura colonial británica. Hasta entonces, sólo tres Estados eran totalmente independientes: Egipto, Etiopía y Liberia. Hacia fines de 1959 habían logrado también su independencia: Ghana, Guinea, Marruecos, Túnez, Libia. Sudán, y un año más tarde lo hicieron Somalia, el Congo, Camerún, Togolandia, Nigeria y hasta la Unión Sudafricana rompió sus vinculaciones políticas con la corona británica para declararse República.
A este mosaico de naciones nuevas habrá que agregar a corto plazo Argelia, cuyo derecho a la independencia acaba de ser reconocido por el gobierno francés y refrendado por el pueblo en el plebiscito del 8 de abril. Sólo Portugal se resiste a la política anticolonial que el primer ministro británico Macmillan denominó del "gran cambio" en África.
EL MAYOR DEL MUNDO
Las bulas del Papa Alejandro VI, dadas después del descubrimiento de América, dieron a Portugal los fundamentos jurídicos para la organización de su imperio colonial. El tratado que firmó más tarde con Gran Bretaña serviría para apuntalar sus posesiones, pero correspondió al régimen del primer ministro Antonio de Oliveira Salazar la ímproba tarea de defender en el siglo actual esas posesiones de las acechanzas económicas y de los intentos de liberación organizados por los nativos. El imperio colonial portugués, no obstante la reciente ocupación de Goa por la India, sigue siendo inmenso. Abarca una superficie de 2.089.768 kilómetros cuadrados y reúne a más de 12.530.000 habitantes. Comprende las posesiones de Angola, Mozambique, Guinea Portuguesa, Macao, Timor, Islas del Cabo Verde, Islas de Santo Tomé y Príncipe.
Estas posesiones, que para el gobierno de Lisboa no son consideradas como tales, sino "provincias de ultramar", proveen a la metrópoli de la mayor parte de sus materias primas, arroz, caña de azúcar, tabaco, algodón, mijo, maíz, añil, caucho, marfil, cueros, pescados, diamantes, carbón, oleaginosos, madera, cacao, sándalo, cera, especias, etc. Asimismo, son los principales mercados para el consumo de los productos manufacturados en el territorio metropolitano.
¿Cuál es la causa o la razón que permite a Portugal el control absoluto de sus posesiones y rechazar toda posibilidad de liberación?
Creemos que la firmeza demostrada por Oliveira Salazar en el gobierno y el apoyo que tácitamente le dispensa el pueblo son los factores determinantes de tal situación.
El pueblo lusitano entiende que las colonias son indispensables para que el país siga manteniendo el lugar que actualmente ocupa dentro del concierto internacional. Hasta los ciudadanos que presumen de liberales suelen decir: "Las colonias las necesitamos. Sin ellas estaríamos obligados a percibir los ingresos más bajos de Europa".
Además, se dice que los portugueses desprecian a los nativos. Los consideran de "segunda clase". Un periodista europeo explicó la forma cómo las autoridades portuguesas administran a sus colonias con el siguiente ejemplo: "Si un africano quiere dejar sus bienes a su sobrino, pasando por alto a su legítimo hijo, que de acuerdo con las leyes europeas debe ser el único y exclusivo heredero, los jueces portugueses se encogen de hombros. En cambio, los británicos o los franceses aplican el derecho consuetudinario o el Código de Napoleón para dirimir el caso".
DICTADURA DE OLIVEIRA SALAZAR
Para muchos políticos la permanencia de Oliveira Salazar en el poder es uno de los enigmas de la era. El 27 de abril cumplirá 73 años y gobierna al país con "mano dura" desde 1930, sin que, al parecer, exista ningún candidato en condiciones de sucederle en el cargo. Ha logrado sobrevivir a cuanto gobernante haya ejercido el poder con las mismas prerrogativas y se mantiene con la misma firmeza de sus años de joven, sin dar ni pedir tregua.
Oliveira Salazar asumió el contralor del Estado en una época en que el caos político y la miseria se habían enseñoreado del país y los desórdenes se sucedían unos a otros, sin ninguna perspectiva de solución. El equipo militar que gobernaba al país después de deponer al presidente Machado, lo fue a buscar en la Universidad de Coimbra donde estudiaba economía política y finanzas. El 29 de abril de 1928 lo pusieron al frente del Ministerio de Finanzas y en 1930 lo designaron primer ministro con plenos poderes. Lanzó entonces el "slogan" de la "frugalidad" y en un sólo año consiguió estabilizar el presupuesto y mejorar la balanza de pagos. Desde entonces jamás el presupuesto de Portugal volvió a desequilibrarse. Pero junto a esas medidas de saneamiento económico, Oliveira Salazar suprimió las libertades civiles, persiguió y encarceló a opositores, creó y alentó la organización de cuerpos militarizados de tipo fascista, cercenó el derecho sindical y estructuró a la República Portuguesa dentro del esquema de un Estado policial de características similares a la Alemania hitlerista o la Italia fascista. Las fuerzas armadas y el clero respaldaron y respaldan su gobierno, con el apoyo político del único partido existente: la Unión Nacional.
Los partidarios del primer ministro suelen explicar a los extranjeros el papel de Oliveira Salazar más o menos en la siguiente forma: "Portugal fue durante siglos una colonia de Gran Bretaña. Obedecíamos ciegamente sus órdenes aquí y en nuestros territorios de ultramar. Desde Londres se dirigía nuestra política y nuestra economía. Habíamos perdido toda noción de conciencia nacional. Todo esto cambió Oliveira Salazar. Quebró el contralor británico y no ha permitido sucesor alguno".
NO HAY SUCESORES
Hace unos meses una ola de inquietudes se desató en el territorio portugués sacudida en parte por el espectacular suceso de la captura del transatlántico Santa María por parte de Galvao y Delgado y por el estallido de las hostilidades en Angola. La inquietud nació en el palacio de gobierno y rápidamente tomó estado público. Era provocada por la enfermedad del primer ministro. Los médicos diagnosticaron gripe, pero en realidad era neumonía el mal que aquejaba al gobernante de "hombros cargados y cabellos grises". Fue en ese período de crisis que un grupo de partidarios pertenecientes a la "vieja guardia" de la Unión Republicana sugirió al primer ministro la conveniencia de elegir "ordenadamente" a su heredero político. En un principio creyóse que el sucesor sería Marcello Caetano, ex presidente del cuerpo legislativo de la Asamblea Nacional y ex ministro de la Presidencia de la República que dentro del sistema institucional portugués equivale al cargo de viceprimer ministro. Pero tal perspectiva se diluyó rápidamente. Parece que tanto Oliveira Salazar como su vecino Francisco Franco piensan lo mismo sobre esa cuestión. En política, los herederos frecuentemente se han apoderado del mando o intentado hacerlo antes de que el maestro estuviera dispuesto a cederle el lugar, y este riesgo fue descartado por Oliveira Salazar.
Luego de las elecciones de 1958, Caetano fue desalojado del gabinete y se lo nombró en la Universidad. Dícese que en la actualidad "no quiere saber nada de sucesiones" y hasta se asegura que se ha desvinculado totalmente de la política. Otro tanto ha acontecido con Pedro Theoctonio Pereira, considerado dentro y fuera del país como hábil diplomático pues logró destacarse durante su actuación en Madrid, Washington, Río de Janeiro y Londres.
LA OPOSICIÓN
La oposición tiene en el general Humberto Delgado a su figura más destacada. Después del episodio del Santa María su figura cobró mayor relieve en el exterior, pero se dice que en Portugal su prestigio disminuyó. Actualmente se encuentra exilado en el Brasil.
Sin embargo, sus partidarios en Portugal despliegan intensas actividades desde la clandestinidad. En mayo del año pasado, un grupo de opositores al régimen presentó un enérgico manifiesto de 40 páginas exigiendo al gobierno la adopción de un "plan de democratización" que lógicamente no tuvo eco, por la rígida censura que impera. Los puntos esenciales del documento son diez y su texto completo lo hemos podido obtener durante breve estada en Lisboa. Los puntos fundamentales son: 1º) Inmediato restablecimiento de todas las libertades públicas, religiosas y laborales; 2º) Promulgación de una ley electoral moderna; 3º) Estatuto de los Partidos Político posibilitando la creación de organizaciones democráticas; 4º) Libertad para todos los presos políticos y repatriación de los deportados y exilados políticos y gremiales; 5º) Reposición inmediata de todos los funcionarios y empleados despedidos por cuestiones políticas o gremiales; 6º) Restablecimiento del fuero sindical; 7º) Supresión de todas las organizaciones de tipo "fascista", como la Unión Portuguesa, la Juventud Portuguesa, la Unión Nacional, etc.; 8º) Supresión de las Policía Secreta y la de Defensa del Estado, de los Tribunales Políticos Especiales y de las penas por delitos políticos y gremiales; 9º) Investigación de las actividades de las organizaciones "fascistas", y 10º) Investigación a los funcionarios adictos al régimen por "bienes mal habidos".
Asimismo, el manifiesto —en materia de política internacional— sostiene la necesidad de adherir a Portugal a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y a lograr "una pacífica e inteligente solución" al conflicto de Angola.
LA CUESTIÓN DE ANGOLA
El conflicto de Angola, que ya tiene dos años de duración, ha resentido el prestigio del primer ministro y de sus colaboradores militares. La opinión independiente entiende que tiene el mismo poder, pero no la clarividencia de Charles De Gaulle para resolverlo. Ha optado por aplastar al movimiento mediante la fuerza. Por consiguiente, diariamente salen tropas, tanques, artillería pesada, aviones y barcos de guerra para dominar la insurrección cuyas características son muy similares a las de Argelia. En un gran bolsón, que abarca un frente de más de 280 kilómetros de longitud, los rebeldes no dan tregua a las "fuerzas del orden". El conocimiento del terreno y la amplia ayuda que reciben los rebeldes de otros países africanos favorece la campaña a expensas de los portugueses que no logran acostumbrarse a las "guerrillas". Recientemente, se ha denunciado la presencia de millares de indígenas "bascongos" provenientes del Congo para reforzar a los grupos combatientes angoleños. Los peritos militares entienden que estas incursiones no pueden evitarse pues la frontera entre Angola y el Congo es de casi 2.000 kilómetros y su cuidado demandaría un gran despliegue de hombres y materiales de que no es posible disponer por el momento.
La lucha en Angola ha tenido amplia repercusión internacional. Al ser tratado el caso en las Naciones Unidas, las aspiraciones de independencia tuvieron el apoyo del poderoso bloque afro-asiático-árabe y hasta los Estados Unidos —que en cuestiones coloniales observó tradicionalmente una discreta actitud dubitativa sin condenar las actividades colonialistas ni pronunciarse en favor de los rebeldes— cambió radicalmente de posición. El embajador norteamericano Adlai Stevenson al fundar su voto en favor de Angola se apresuró a declarar que esa actitud "no implicaba debilitar, en modo alguno, la lealtad y adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO).
Refiriéndose a ese episodio, el diario "The New York Times", dijo editorialmente: "Por primera vez Estados Unidos ha votado de una manera inequívocamente anticolonialista que puede considerarse una crítica abierta a la política africana de uno de nuestros aliados en la NATO y un gesto de apoyo a los africanos".
EL CASO DE GOA
Otro de los dolores de cabeza que tuvo que soportar el régimen del septuagenario Oliveira Salazar fue la ocupación del enclave de Goa por parte de la India. El entredicho indio-portugués por la posesión de ese territorio tiene antigua data, pero últimamente su dilucidación se encontraba a cargo del Tribunal Internacional de La Haya. Portugal fundó su soberanía en razones históricas que atestiguan ciertos documentos y la India, por su parte, niega validez a esos antecedentes y quiere convalidar los suyos. Para buscar una salida favorable a la "impasse" el gobierno de Lisboa recurrió al Tribunal y el 26 de noviembre de 1957 el organismo decidió considerar la demanda que finalmente, resolvió la India "manu militari" en marzo pasado. El 14 del mencionado mes el Parlamento indio aprobó la anexión del territorio y en el proyecto pertinente que leyó el propio primer ministro Nehru se reveló que en las operaciones militares habían perecido 45 soldados portugueses y 22 indios. Los opositores de Nehru censuraron su actitud y declararon que la India había reivindicado para sí un territorio mediante un procedimiento que muchas veces había combatido en otros países que tenían las mismas pretensiones. Salvador de Madariaga, tras calificar el suceso de "aventura", dijo al respecto: "Goa es para la India una joya tan segura como esos ríos de diamantes que las mujeres ricas guardan en el banco: no los pueden lucir ni ostentar pero suyos son. La eminencia de Nehru en el mundo bien valía que la India dejase la joya de Goa unos años más en el banco de Portugal". Por su parte, el primer ministro indio, declaró: "Goa ha sido siempre nuestra y al libertarla hemos sellado jurídicamente un hecho histórico".
Estos episodios sumados a otros sucesos registrados a diario en los países que dominaban las grandes potencias como colonias, permiten suponer que la suerte del imperio portugués está definitivamente echada.

 

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