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INTERNACIONAL

 


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En 1970: viajes a la luna

EL ÉXITO CIENTÍFICO DE LOS "SPUTNIK" RUSOS Y LOS SATÉLITES NORTEAMERICANOS. Y LOS DATOS APORTADOS POR ELLOS, PERMITIRÁN INTENTAR PRÓXIMAMENTE EMPRESAS MAS AMBICIOSAS.
EN LA DIRECCIÓN TÉCNICA DE LA ENTIDAD QUE HA FABRICADO LOS EXITOSOS PROYECTILES "ATLAS" YA SE ESTÁN HACIENDO PLANES PARA INSTALAR BASES EN LA LUNA DENTRO DE 10 AÑOS.

Revista Vea y Lea
1959

 


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EL DOMINIO de la energía nuclear tal vez haga posible hacia 1970 vuelos entre la Tierra y la Luna, según Frank A. Ehricke. ayudante del director técnico de la división de astronáutica Coavair, de la General Dynamics Corporation, de San Diego, fabricantes del proyectil intercontinental Atlas.
En su discurso pronunciado en la tercera Conferencia Anual de la Era de Reacción, de la Asociación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, Ehricke expresó estas dos opiniones: 1) Satélites tripulados, en órbitas de 800 a 1200 kilómetros sobre la Tierra, no serán de valor estratégico para ningún país porque los tripulantes estarán expuestos a la radiación de los proyectiles interceptores nucleares; 2) Además de usos militares y científicos, los satélites artificiales pueden tener muchos usos comerciales, tales como estudio del tiempo, comunicaciones intercontinentales y transmisiones de televisión.
Ehricke indicó que el adelanto tecnológico alcanzado hasta ahora en la propulsión nuclear de reacción se mantiene en secreto, pero cree que el plan actual de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos proporcionará centrales nucleares de fuerza entre 1965 y 1970.
Según Ehricke. el progreso logrado y "la decisión de llevar a cabo un plan de estudios del espacio'', capacitaran a les Estados Unidos para construir un cohete de dos etapas capaz de salir de la Tierra y llegar directamente a la Luna o a los planetas cercanos.
Esto significaría como un salto en la tecnología del espacio, pues se eliminaría el satélite artificial intermedio que siempre se pensaba sena la primera etapa para penetrar en el espacio. Según Ehricke:
"El empleo de satélites tripulados como estaciones donde se podían montar las naves interplanetarias o abastecerlas de combustible se ideó hace treinta o cuarenta años, cuando se consideraba que los sistemas de propulsión con combustibles químicos eran los más poderosos que se conocían.
"Esta idea se arraigó profundamente en las teorías de la navegación en el espacio, pero en el momento sólo se puede considerar como simple ayuda para usarla mientras sea necesario y prescindir de ella al encontrar algo mejor".
Ehricke presentó los planos preliminares de una nave de 90 toneladas y 60 metros de largo, con propulsión químico-nuclear en dos etapas, que según él tiene una capacidad de carga útil de 9.900 kilos, y que sería capaz de ir a la Luna o de volar en órbita alrededor de Marte con una carga útil de 13.500 kilos. Con carga útil de 6.750 kilos esta nave puede llevar una expedición científica a la Luna y conservar suficiente combustible para arrancar de allí y volver al borde de la atmósfera de la Tierra .
En la primera etapa, el planeador, de alas delta de 21 metros, seria propulsado por motores de reacción corrientes —gasolina y oxígeno líquido— que desarrollan 1.215.000 kilos de empuje. Este planeador volvería a la Tierra después de elevar la segunda etapa o motor, con la barquilla de la tripulación, más allá de la atmósfera.
La fuerza para la segunda etapa proviene de un motor de reacción accionado por un reactor nuclear. El empuje se obtiene lanzando una corriente de átomos de hidrógeno por el escape del motor.
Para proteger a los tripulantes de la radiación, el motor nuclear no se enciende hasta que la barquilla de la tripulación esté a 300 metros de él. sostenida por cables de acero o de tungsteno.
Al llegar a la Luna, el cohete se endereza y su parte posterior es la que baja hacia la superficie para colocar en ella la barquilla. La parte del motor baja entonces a la superficie, siempre a 300 metros de distancia, para evitar que los tripulantes sufran los efectos de la radiación. Esta sucesión de operaciones se invierte para el despegue.

SATÉLITES ARTIFICIALES
Refiriéndose a los satélites artificiales en general. Ehricke dijo que su valor científico ha quedado demostrado con los Sputniks y el Explorer y pronosticó lo siguiente: primero, satélites pequeños, lanzados por cohetes de varias etapas, de combustibles químicos; después satélites de tres a cinco tripulantes: en tercer lugar, el establecimiento de un "servicio regular de satélites orbitales", ofreciendo viajes corrientes para hombres de ciencia de la Tierra a la órbita.
Desde el punto de vista militar, las posibilidades de los satélites artificiales para efectuar reconocimientos conducirá a grandes adelantos, pero los satélites orbitales tripulados serán, ante todo, elementos de estudio y no puestos militares avanzados, porque resultarían muy vulnerables al ataque.
Ehricke descarta la posibilidad de que el espacio se llene de grandes estaciones artificiales y dice que "no obstante estar la fantasía científica llena de proyectos de gigantescos satélites, no se han especificado para estas enormes estructuras funciones que no puedan desempeñar con la misma eficacia seis tripulantes en vehículos mucho más pequeños".
Indicó que quizá se construyan satélites artificiales grandes para ciertas operaciones industriales especiales, como la elaboración o fabricación de determinadas materias que ahora solo pueden hacerse en la Tierra. A la vez, estaciones para estudios médicos o para recreo también son posibles.
También indicó las fechas aproximadas para las pruebas futuras, siempre que haya labor nacional conjunta. Las épocas que se indican son solamente para lanzamientos de prueba y no para perfeccionamiento:
"Fase 1, 1958 a 1960". — Lanzamiento del primer cohete a la Luna; después, descenso a la superficie del satélite, navegación alrededor de él; fijación de un satélite artificial alrededor del mismo, y aterrizaje regulado.
"Fase 2, 1964 a 1966". — Aterrizaje de naves en la Luna; lanzamiento de cohetes tripulados para reconocimientos en la Luna; y de 1967 a 1970, aterrizaje de pequeños pelotones de reconocimiento.
A base de lo que se descubra en esta fase, se decidirá si es conveniente emprender la construcción de una base permanente en la luna. De ser así, ello conducirá a la "Fase 3, a concretarse de 1970 en adelante", y que comprende la creación de un sistema de abastecimiento para construir y mantener bases en la Luna.
Ehricke dio finalmente una cronología para ir más allá en el espacio: lanzamiento de cometas artificiales, de 1959 a 1962; naves de reconocimiento interplanetario en el sistema solar, de 1967 a 1970; aterrizaje en Marte después de 1970; y exploraciones fuera del sistema solar, después de 1980.
Tal vez estos planes parezcan demasiado ambiciosos, pero el ritmo que llevan las experiencias y los intentos actuales no permiten creer que se trate sólo de proyectos descabellados.

(1) Esta es la operación por la cual los tripulantes de la astronave directa, después de separarse del planeador a reacción que retorna a la Tierra  podrán seguir viaje a la Luna o algún planeta cercano. Entre la barquilla de la tripulación y el cohete nuclear se extienden cables de unos 300 metros de largo, distancia necesaria para proteger a los tripulantes de las irradiaciones del cohete nuclear. Este último consta de una pila nuclear y de un motor a reacción alimentado con hidrógeno líquido. La tripulación lo maneja a distancia. La barquilla está provista de antenas necesarias para la navegación sideral.

(2) La ilustración muestra un sistema de abastecimiento desde el espacio para los ocupantes de la base lunar instalada en el fondo, al pie de las montañas. El vehículo en primer plano se acerca a la Luna frenando su carrera por medio del reactor que alcanza para luchar contra la escasa gravedad lunar. Los abastecimientos viajan en la parte superior, acompañados con dos "paragolpes" de goma inflada. En el fondo, el artefacto ya dejó caer su carga desde una altura de unos centenares de metros. La misma rebota y rueda hacia la base. Esos vehículos circularían desde un "satélite depósito", en órbita alrededor de la Tierra, hasta las inmediaciones de la Luna, sin "alunizar" jamás.

(3) Este es el cohete diseñado por la división Convair de la General Dynamics Corporation para viajar a la Luna o los planetas cercanos directamente desde la superficie terrestre, sin necesidad de satélites que oficien de estaciones intermedias. Consta de dos pisos, reunidos por una estructura cilíndrica en la que se hallan el reactor nuclear y la barquilla de la tripulación. El piso inferior es un planeador a reacción —nafta y oxígeno liquido— tripulado por un piloto encerrado en una cápsula externa que puede desprenderse en caso de emergencia. Al separarse las dos partes, después de salir de la atmósfera terrestre, los tripulantes de la barquilla arrancan el reactor nuclear que consume hidrógeno liquido, mientras el planeador vuelve a la Tierra.

(4) Al final del vuelo directo de la Tierra a la Luna, he aquí cómo "alunizaría" el cohete nuclear. Valiéndose de un pequeño chorro para contrarrestar la escasa gravedad lunar, el cohete se mantiene en alto hasta que la barquilla toque la superficie. Luego el cohete aluniza a casi 300 metros de distancia, al limite de los cables de remolque. Los tripulantes se valen de microondas para comunicarse por radio con la Tierra (arriba, derecha). El vehículo podría llevar una carga útil de 6.750 kilos a la Luna con el combustible necesario para poder regresar hasta el límite de la atmósfera terrestre.