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Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

REVISTERO
INTERNACIONAL

 


Garabandal
la virgen llama dos veces
Por ANA ZABALA AMEGHINO
UNA PERDIDA ALDEA ESPAÑOLA, 4 NIÑAS Y APARICIONES DE LA VIRGEN CON DOS TRASCENDENTALES MENSAJES.
revista Atlántida
1966

 


Apariciones con preaviso y repetidas. Una colosal expectativa las acompañaba. Ahora no es así.

De pronto se arrodilló, levantó la cabeza como para comulgar y una hostia apareció súbitamente sobre su lengua

El pinar donde ocurrirá el gran milagro. ¿Cuándo?


 

 

La noche del 18 de julio de 1961 cuatro muchachitas pálidas, asustadas y llorosas dicen haber visto a un ángel. El ángel, de ojos oscuros, vestido azul y alas rosadas, ha llegado envuelto en "resplandores que no lastiman los ojos" y luego se ha disuelto en el aire.
María Concepción González, María Dolores Mazón, Jacinta y María de la Cruz González tienen alrededor de doce años. Escuela y rezos diarios, juegos, fantasías y pequeñas mentiras: doce años normales, con una carga de religiosidad que les viene de muy lejos y de rusticidad campesina que les viene de muy cerca. El episodio ha ocurrido en San Sebastián de Garabandal, pueblito montañés de 257 habitantes, en la provincia de Santander, España. La aparición que dicen haber tenido las muchachitas sacude al pueblo. Dos días más tarde el ángel se les vuelve a aparecer y lo hará con frecuencia en los días siguientes. "En Garabandal ha aparecido un ángel", y la voz se extiende, y caras extrañas, curiosas e incrédulas empiezan a verse en la villa. Periodistas, camarógrafos y hasta algún cónsul argentino que llega en su Mercedes Benz a los tumbos por los imposibles caminos. Vienen a auscultar el milagro. La gente de Garabandal, repentinamente unida ante los invasores, defiende con fervor su doméstico fenómeno sobrenatural que puede hacer de este pueblo, ausente de los mapas, un nuevo y co ruscante Lourdes. La curiosidad de los forasteros se verá rápidamente satisfecha: las niñas entran con facilidad en trance. De pronto echan la cabeza hacia atrás, clavan sin parpadear los ojos en el cielo y con las caras transfiguradas entran en éxtasis, como se lee en las vidas de los santos. En este estado, las cuatro chicas no se enteran de nada cuanto ocurre a su alrededor. Son insensibles al dolor, a los pinchazos y quemaduras. La luz del "flash" de los fotógrafos no las hace parpadear. Parecen no ver ni sentir nada de lo que las rodea, excepto ellas mismas. Sus músculos adquieren una rigidez plástica muy especial; se hacen tan pesadas que cuesta levantarlas. Sin embargo, entre ellas se levantan con gran facilidad. La duda ante esta sintomatología es: ¿trance místico o histeria?
El ángel, que se identifica como San Miguel —según dicen las videntes— precede, como en Fátima. a la aparición de la Virgen.

Enigma para incrédulos
Ante médicos, sacerdotes y periodistas, el 2 de julio de ese mismo año, las muchachitas dicen haber visto a la Virgen del Carmen escoltada por dos ángeles. A su derecha, se advierte un cuadrado de fuego con un triángulo con un ojo en el centro. Las chicas describen a la Virgen tal como la solia pintar Murillo siguiendo el modelo de su mujer: pelo largo castaño oscuro con raya al medio; cara alargada con nariz muy fina: boca bonita, de labios un poco gruesos: aparenta unos 17 años y es más bien alta. El vestido blanco y el manto azul responden con fidelidad a la iconografía española más tradicional. Ese día reciben un mensaje que, por orden expresa de la Virgen, darán a conocer al mundo el 18 de octubre de 1961. No fue ésta la única aparición. Siguieron otras en diferentes sitios del pueblo, pero con insistente frecuencia en un pinar de las afueras.
Al principio las niñas hablaban de rodillas; después empezaron las oscilaciones y balanceos de pie, cuya intensidad iba aumentando, tal como sucede en los estados prehipnóticos. Inician luego marchas rapidísimas, en trance por supuesto, y se hace difícil seguirlas. Otras veces se desplazan de espaldas y como insensibles a las piedras y ramas de los árboles que les lastiman la piel. En algún momento detenían el avance y se desplomaban, y el padre Ramón Andreu S.J. observa que "las posturas que adoptan en sus caídas son siempre escultóricas y de gran belleza".
El día destinado a dar a publicidad el mensaje de Nuestra Señora se crea gran espectativa en el pueblo entre sus habitantes y los innumerables forasteros que han llegado para conocer el documento. El mensaje dice textualmente así: "Hay que hacer mucha penitencia y muchos sacrificios y tenemos que visitar mucho al Santísimo. Pero antes tenemos que ser muy buenos y si no lo hacemos vendrá un castigo muy grande. Ya se está llenando la copa y si no cambiamos vendrá un castigo" Eran las diez de la noche y el público había aguardado durante horas bajo una lluvia torrencial, para escuchar la palabra del cielo y nadie pudo ocultar su decepción ante el mensaje.
Aún en el caso de que la aparición fuera cierta, es evidente que la Virgen no quiso modificar la forma simple y reiterativa propia de inteligencias poco evolucionadas como las de las videntes, ni el fondo, amenazador y trágico, típico de cierta manera religiosa española. No faltaron periodistas y observadores agudos que señalaron con énfasis que en un mundo en donde empezaba a ponerse de moda una teología comprensiva que exaltaba al Dios del amor, este retroceso a la penitencia y al castigo parecía situar a Nuestra Señora en el ala más reaccionaria del Concilio.
Mayor expectativa que el chirle mensaje causó el anuncio de un gran milagro a ocurrir en el pinar de Garabandal. "Este milagro será mayor que el de Fatima, donde danzo el sol ante 70.000 espectadores, y lo han de ver todos los que estén aquí y también el Papa y el Padre Pío*, se encuentren donde se encontraren" (*N.de la Redacción: suponemos que se refieren al P. Pietro Pietracina, el famoso capuchino estigmatizado del Convento de San Giovanni Rotondo de Foggia, que mantiene correspondencia con las chicas de Garabandal.
Después del mensaje las apariciones se van espaciando y la curiosidad pública decae. Cada día se ven menos forasteros en Garabandal, pero un grupo enfervorizado y tenaz, que cuenta con el apoyo económico de dos marquesas españolas, mantendrá encendida la llama publicitaria. Se editarán folletos, se crearan centros de información de Garabandal (el ex becario argentino Julio Posse trabaja activamente para fundar uno en Buenos Aires), se repartirán estampas a manos llenas, postales con el mensaje de la Virgen, y todo parece indicar que, a poco que ayude el cielo, Garabandal ingresará en las guías turísticas mundiales. Pero aparte de este ir y venir de promotores, algo secreto y alucinante ocurre en toda esta historia. El 18 de julio de 1965. en el mismo sitio en que tuvo lugar la aparición de San Miguel cuatro años atrás, y bajo la luz de los potentes focos del NO-DO y la televisión italiana. Conchita tiene un éxtasis que dura doce minutos. San Miguel le anuncia un nuevo mensaje a la Virgen para el 8 de diciembre. Ese día Conchita da a publicidad el segundo mensaje, cuya fotocopia publicamos.

El fin de los tiempo»
Haya o no caitigo, Conchita anuncia como próximo el fin de los tiempos. ¿El fin del mundo? —se le pregunta—. No, el fin de los tiempos. No es el fin del mundo. Vendrá para los justos una época feliz —dice la niña casi sin comprender bien lo que anuncia—. —¿Cuándo será el milagro? —No puedo decirlo hasta 8 días antes de que suceda. —¿En qué consistirá? —No puedo decirlo, pero habrá un aviso que será como una catástrofe y los que mueran morirán sólo de espanto.
¿Será el fin de los tiempos, el fin de la historia?

Más extraño que la verdad
Pasada la primera gran conmoción las apariciones empiezan a ser asunto de rutina, pero la gente quiere algo más, un milagro que la fuerce a creer. San Miguel, después de muchos ruegos, promete ese milagro. Las niñas cuentan que durante los éxtasis reciben la comunión de manos del ángel, y el 18 de julio se hará visible la Sagrada Forma para todos los que allí se encuentren. María Concepción le escribe al obispo de Santander anunciándole el milagro y lo invita a concurrir. Garabandal resultó chico para la multitud de curiosos que acudió el 18 de julio, pero entre ellos no estaba el obispo. Hasta la medianoche no ocurrió nada y algunos se fueron. A las 2 de la mañana Conchita, en trance, salió de su casa y avanzó entre la gente que se apretujaba a su alrededor. De pronto se arrodilló bruscamente en una callejuela y levantó la cabeza como para comulgar. Ante el silencio recogido de la multitud una hostia apareció sobre su lengua. Sólo se oía el sonido de la cámara del noticiero español que filmaba la escena y el contenido llanto de algunas mujeres. La Forma se mantuvo sobre la lengua durante unos minutos, después Conchita la tragó. Muchas linternas alumbraban la escena; la filmación se realizó a medio metro de distancia. La noche, excepcionalmente oscura, con cielo cubierto de nubes un rato antes, había despejado e infinitas estrellas aparecían sobre Garabandal.
El doctor Ricardo Puncernau, médico neuropsiquiatra que realizó un estudio psiconeurológico de las muchachas, dice refiriéndose a este fenómeno: "El hecho de haberlo podido captar cinematográficamente elimina la posibilidad de sugestión colectiva". En cuanto a un probable truco o simulación dice un testigo presencial, el Sr. Pedro Damians, funcionario de la Cámara de Comercio de Santander: "Yo estaba a unos centímetros de Conchita cuando ésta sacó la lengua. Comprobé que la tenía vacía; allí no había nada. De pronto me encontré ante la Hostia blanca y resplandeciente".
Pero a los pocos días empezó a correr el rumor. El milagro era un fraude. Conchita misma se había colocado la hostia en la boca, se decían unos a otros en voz baja.

El caso del jesuíta risueño
A las seis de la mañana habían salido de Aguilar del Campo en 5 coches más de 20 personas hacia San Sebastián de Garabandal. Entre ellas iba el padre Luis María Andreu, de la Compañía de Jesús. Era el 8 de agosto. A eso de las once las niñas entran en éxtasis. El padre Luis se encontraba muy cerca de ellas, como si no quisiera perder un solo detalle de lo que sucedía. De pronto el padre Luis dijo cuatro veces con vez trémula: —Milagro, milagro, milagro, milagro —y cerró los ojos como orando mientras las niñas descendían del pinar.
En las primeras horas de la tarde se inició el regreso a Cosío. En el auto del señor Fontaneda Pérez viajaban éste, su mujer, su hija, el mecánico José Salceda y el padre Luis Andreu. El sacerdote estaba muy contento; hablaba serenamente y repetía muchas, veces: "Qué regalo me ha hecho la Virgen. Hoy es el día más feliz de mi vida". Luego calló. El áspero paisaje gris se deslizaba más allá de las ventanillas. Dentro del auto nadie, todavía, se había dado cuenta de que el padre Luis estaba muerto.
El rostro del jesuíta, apoyado en el respaldo del asiento, conservaba una suave sonrisa.
"Murió de felicidad", dijo horas más tarde su hermano, sacerdote también, el padre Ramón Andreu, cuando arribó de Valladolid y las niñas videntes le confesaron que el padre Luis había visto a la Virgen esa mañana.
"Es la primera víctima de esta histeria colectiva", comentó el doctor Jerónimo Alcaín a un corresponsal francés. Coincidencia, fraude o milagro, el cadáver del alegre jesuíta era un testimonio tremendo del enigma. A los pocos días, durante un trance, las niñas de Garabandal dicen haber oído la voz del padre Luis, con el que hablaron de cosas reservadas que sólo los dos hermanos sacerdotes conocían. Como consecuencia de este sorprendente suceso la madre de los hermanos Andreu ingresó como religiosa en el convento de las salesas.

La sede de la cautela
La Iglesia calla y observa. Muchos le hacen llegar su testimonio de hechos extraordinarios. El obispo administrador apostólico de Santander, monseñor Eugenio Beitía Aldazábal, afirmó: "No consta que las mencionadas apariciones, visiones, locuciones o revelaciones puedan hasta ahora presentarse y ser sostenidas con fundamento serio por auténticas".
Pero un tiempo después el mismo monseñor Beitía dice en una nueva nota fechada el 7 de julio de 1965 que "no ve materia de censura eclesiástica condenatoria" y que "el Obispado ha recogido amplísima documentación y no ha cerrado su carpeta en este asunto". Pero el caso excede la jurisdicción del Obispado. Porque las revelaciones proféticas están reservadas a la Santa Sede, y Pablo VI este año ha llamado a Conchita —actualmente novicia en un convento de Pamplona— y la ha interrogado personalmente en el Vaticano, sin que haya trascendido ninguna información de esta entrevista.

El revés de la trama
¿Qué fue de las otras? Sorprendentemente María de la Cruz terminó por negar sus visiones. La personalidad de Jacinta y María Dolores, actualmente en un colegia religioso de Zaragoza, se desdibuja, se pierde. Es en María Concepción donde sigue firme el hilo de la historia.
Descartadas las hipótesis de simulación consciente o subconsciente, histeria profunda e inducción hipnótica, el informe psiconeurológico del doctor R. Puncernau, médico de Barcelona, sobre Conchita se inclina por una explicación de tipo parapsicológico. En la muchacha se dan telepatías, premoniciones, clarividencias, hierognosis, es decir el elenco casi total de las llamadas percepciones extrasensoriales, lo que es verdaderamente fuera de lo común.
Todas las conjeturas, desde las más científicas hasta las inspiradas en el mayor fervor religioso, parecen ser inconstatables. El verdadero secreto de esta historia quizás ni las mismas protagonistas lo conozcan. De todas maneras, la gente de Garabandal y algunos allegados a las niñas esperan febrilmente el próximo 18 de julio. Alguien ha dicho que ese día comenzará el inmenso milagro que anunció Conchita años atrás. Ellas no están en Garabandal, pero eso no será impedimento si Nuestra Señora está dispuesta al milagro. Funcionarios del gobierno español —comentaron irónicamente— ven en esa fecha una especial cortesía de la Virgen para con el Generalísimo , ya que en un 18 de julio, y hace treinta años, inició Franco su levantamiento militar. Pocos días más y España y el mundo sabrán si San Sebastián de Garabandal conservará su incipiente prestigio milagroso o si sus activos promotores dispersos por muchas partes del globo deberán arriar las banderas, arrumbar su extensa literatura ditirámbica y orientar la clientela turística hacia centros de éxito místico más probado.
Ocurran o no nuevos milagros en Garabandal, sean o no ciertos los sucesos relatados, el hombre mismo es un milagro espectacular que por cotidiano y conocido no despierta el asombro. Pero el hombre, con su sola existencia está testimoniando a Dios más allá o más acá de las apariciones, los mensajes sobrenaturales o las histerias colectivas.
El 18 de julio está próximo.