El 20 de marzo se dio a conocer el "plan de realizaciones"
para 1974 de la Secretaría de Prensa y Difusión. El
ambicioso proyecto cubre las áreas de difusión,
periodismo, cinematografía, televisión, radiofonía y de
las industrias editorial y discográfica. Con respecto al
cine se han propuesto nueve puntos básicos que, al menos
en la letra del programa, parecen responder a los
intereses de un vasto sector de profesionales.
EL proyecto del "plan de realizaciones para 1974", tanto
por las áreas que cubre como por la profundidad de sus
objetivos, no tiene antecedentes nacionales que lo
superen. De hecho implica la suma del poder en materia de
comunicación, reconociéndole al titular absoluto del Plan
una fuerza inconmensurable. En sus manos queda la llave
maestra que —según la eficacia e intención con que se la
maneje— podrá condicionar el uniforme adoctrinamiento de
la ciudadanía. Para el responsable inmediato del plan,
Secretario de Prensa y Difusión embajador Emilio Abras,
tal peligro no existe: "Si nosotros matáramos la
iniciativa privada, seríamos totalitarios. Por el
contrario, somos antitotalitarios. Nosotros fuimos elegidos
por el pueblo, y con el dinero del pueblo vamos a ayudar a
todos a que se difunda cultura con un sentido nacional, no
partidista No político" ("La Opinión" Cultural, domingo 24
de marzo, pág. 4). No todos se quedaron en paz con esta
definición. Un escéptico cantautor deslizó en un boliche
de Corrientes y Montevideo: "No dudo de lo que dijo Abras,
pero ¿qué pasará cuando él se vaya a una embajada?,
¿pensará lo mismo su sucesor?". Interrogantes dignos de
considerarse.
Al anunciar el Plan, se afirmó oficialmente que "muchos de
los proyectos contenidos en este Plan se encuentran ya en
ejecución".
Los puntos del nuevo cine
En materia cinematográfica, el "plan de realizaciones para
1974" articula, en nueve puntos, concretas iniciativas que
satisfacen —en la letra— a la imaginación más codiciosa,
incluyendo inéditas propuestas, cuya sola enunciación
alcanza para hacer ciertos los "sueños del pibe", y, por
otra parte, para procurar arritmias a los titulares del
"establishment" cinematográfico (tradicionales
productores, distribuidores y exhibidores), en la medida
en que por el camino que marcan los nueves puntos, se
puede llegar a alterar sustantivamente las pre-existentes
leyes del juego, reconociéndole al Estado un grado de
intervención omnicomprensivo de incalculables
consecuencias; y abriendo —por otro lado— aparentes
posibilidades a quienes se sienten postergados y reclaman
un lugar bajo el sol. Esos puntos dicen textualmente:
1ºa) Envío al Honorable Congreso Nacional de la nueva ley
de cinematografía, elaborada en la Secretaría de Prensa y
Difusión. El proyecto está recibiendo los últimos toques y
será enviado al Congreso en los próximos días.
2º) Creación del Ente Nacional de Cinematografía sobre la
base del actual Instituto Nacional de Cinematografía y del
Ente de Calificación.
3º) Creación de la Escuela Nacional de Cinematografía.
4º) Construcción o adquisición de estudios adecuados para
la filmación de películas nacionales que dependerán del
mencionado Ente.
5º) Creación de una Distribuidora Nacional de Películas
Argentinas a nivel nacional e internacional.
6º) Estudios sobre la factibilidad de crear un Banco
Nacional Cinematográfico.
7º) Envío al exterior de misiones de estudio integradas
por directores, actores y técnicos argentinos, con la
finalidad de que tomen contacto y se adiestren en el
ámbito de las cinematografías más destacadas
8º) Realización de Semanas de Cine Argentino en el
exterior, especialmente América latina y el Tercer Mundo
en general.
9º) Campaña destinada a devolver su anterior importancia a
los eventos internacionales cinematográficos realizados en
Mar del Plata.
20 verdades 20
El proceso político que culminó el 25 de mayo de 1973 con
el acceso a los poderes del estado de los candidatos del
Frejuli, abrió puertas cerradas durante 18 años e interesó
—en el orden del cine— a realizadores-productores que
animaron al cine de la resistencia en la Argentina. En
julio de 1973 se creó el Frente de Liberación del Cine
Nacional que expidió un documento titulado Las 20 verdades
para la construcción de un cine nacional. Las más
importantes de esas verdades coinciden literalmente con
algunos de los sustantivos nueve puntos del Plan Abras.
Para aquella época se estimaba que algún integrante del
Frente de Liberación —mucho se mencionó el nombre de
Fernando Ezequiel Solanas— ocuparía la presidencia del
Instituto del Cine, que finalmente cayó en manos de Hugo
del Carril.
El Frente de Liberación fue indemnizado con la designación
de Octavio Getino como titular del Ente de Calificación
hasta que, en noviembre de 1973, el Subsecretario de
Cultura, Trenti Rocamora le pidió su renuncia, utilizando
como excusa la autorización dada a la película chilena de
Helvio Soto, Voto más fusil. Adaptándose —con dúctil
celeridad— al cambiante horizonte político, las nuevas
promociones del Frente de Liberación prosiguieron su lucha
en instituciones que son factores de presión en el
contexto del cine. Así fue como desplegando una fuerte
actividad proselitista, conquistaron la presidencia
—Rodolfo Kuhn— de Directores Argentinos Cinematográficos
ÍDAC). Otro paso trascendente de
los "liberadores" fue dado con la creación de la
Asociación de Productores de Películas Independientes
(APPI) que agrupa a hombres del Frente de Liberación y a
productores independientes cuyos intereses no estarían
representados por las dos entidades tradicionales que
asocian a productores, es decir la Sociedad General de
Productores de Películas (feudo de Atilio Mentasti) y la
Asociación de Productores de Películas Argentinas (APPA),
actualmente presidida por Torre Nilsson. Argentina exhibe
así —en proporción con su caudal productivo— una curiosa
inflación de instituciones que agrupan a productores.
Junto a las tres entidades de productores se suma el
Sindicato de la Industria Cinematográfica (SICA)
capitaneado por Jaime Lozano. Las cuatro más DAC, serían
los grupos más importantes de presión ejercida en torno
del embajador Abras y en las antesalas del Parlamento para
conquistar la futura ley. En las dos agrupaciones más
politizadas —APPI y SICA— existen internos matices
polémicos en el ancho espectro ideológico que anuda el
nombre de Perón. De momento parece regir un tácito
armisticio para canalizar los esfuerzos en procura de una
legislación que facilite la producción de un cine
independiente y renueve los esquemas de la distribución y
la exhibición. En otros términos, la General de
Productores, APPA y APPI libran en antesalas ministeriales
y parlamentarias la lucha por el poder económico y
financiero, en las previsiones legislativas.
Simultáneamente ordenan su estrategia, para el segundo
acto, que será el de la designación de autoridades, «todos
coinciden en que: "Quien aplique la ley decidirá la
política cinematográfica". Para esas funciones muchos se
sienten llamados y muy pocos serán elegidos.
De ninguna manera
Cuando al embajador Emilio Abras se le preguntó —en
función del "plan de realizaciones para 1974"— si habrá
censura en el cine, respondió: "No, de ninguna manera".
Esta enfática declaración publicitada el 24 de marzo
pasado no alcanzó a atemperar otro tipo de dudas cuyo
esclarecimiento, por cuerda separada, se producirá en poco
tiempo más. A saber, ¿qué ocurrirá con la película de
Héctor Olivera, La Patagonia rebelde? Dada la naturaleza
del tema de dicha película —los fusilamientos a comienzo
de los años 20, en Santa Cruz, de decenas de obreros— y
teniendo en cuenta el ánimo de conciliación nacional que
propicia enérgicamente el Gobierno, aquella duda ha
congelado transitoriamente algunos proyectos de cine
comprometido.
Aún más, el disimulado escepticismo de otros se alimenta,
asimismo, en la vigencia del decreto 1774 que el
Presidente Lastiri firmó dos días antes de abandonar sus
funciones. Dicho decreto regula en sus doce artículos el
ingreso al país de libros, películas o grabaciones cuya
finalidad sea la difusión de ideologías, doctrinas o
sistemas políticos, económicos y sociales tendientes a
derogar la forma republicana y representativa de gobierno,
o contrarias a los principios y garantías consagrados por
la Constitución Nacional. El espíritu y la letra de esas
normas —aunque referido a un matiz diverso— es
profundamente afín a la suma de factores instrumentados en
el "plan de realizaciones para 1974", dentro del cual el
cine tiene toda la importancia que le reconocen los nueve
puntos ya señalados.
Revista Redacción
abril 1974
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