Siete días de Política Un cambio de banderas
Por Mariano
Montemayor El Ministerio del Interior acaba de tirar la
zapatilla. Sería de una imperdonable ingenuidad no advertir que
en la última semana el general Osiris Villegas terminó de arriar
la bandera "azul" para izar velozmente en ese organismo la
enseña "colorada". Aquí no se trata de "retornismo", porque
al gobierno le consta que no se pretende ningún "retornismo".
Aquí no se trata de ninguna "espuria" gestación de las
candidaturas porque, en el sistema democrático, si se lo
entiende lealmente, el único juez de una candidatura es el
pueblo en el acto de votar. Aquí no se trata de una
"maquiavélica" combinación "a espaldas del pueblo", porque si
esa hipotética "combinación" no reflejara la realidad fracasaría
de manera irremisible en los comicios. Aquí se trata lisa y
llanamente de que el pueblo no puede elegir a sus gobernantes.
Aquí se trata sencillamente de imponerle por la fuerza un
gobierno al país. Aquí se trata, en términos claros, de cometer
un grosero fraude nutrido de una inmoralidad que merecería ser
investigada por la Fiscalía. Como en las peores épocas del
pasado, hemos entrado en el paroxismo de la falsificación de
conceptos, en la burla a las más elementales reglas de la lógica
o en el atropello a los valores más elementales con tal de tomar
el poder o quedarse con él. Hemos escuchado a un alta
dirigente conservador, sin duda ninguna con fines de política
electoral, quejarse porque una firma, argentina ha ganado una
licitación internacional en el Uruguay para la provisión de
material ferroviario, hemos leído con evidentes fines de guerra
psicológica una conversación entre Madrid y Montevideo, sin que
a los autores de la maniobra se les hubiera ocurrido que con
ello demostrarían o que nuestro gobierno efectúa espionaje en
países amigos, o que se sirve para la política interna de
servicios de inteligencia extranjeros. Hemos asistido al
espectáculo de un ministro del Interior que ante toda la prensa
extranjera afirmó en buen romance que tomo cabal demostración
del espíritu "democrático" de este gobierno, la abrumadora
mayoría del electorado no tendría derecho a participar en la
consagración de los hombres que le tendrán que exigir los
sacrificios necesarios para sacar al país adelante. Asistimos
diariamente a una verdadera orgía que se desarrolla alrededor
del cadáver del derecho. Orgía de tal intensidad que ya comienza
a escandalizar hasta a los jueces. ¿Por qué pasa todo esto? A
esta altura de los acontecimientos y como ya nadie se engaña con
la literatura, existe una única explicación. Aquí de lo que se
trata es de imponerle un gobierno al pueblo. No hace falta
demasiada filosofía. El hecho crudo y simple del apetito de
poder se impone a cualquier otra consideración. Esta
descarnada voluntad de sojuzgamiento, que para justificarse
apela al "retornismo", a "lo espurio", al " antitotalitarismo",
etc., etc., proviene de dos vertientes: 1) las clásicas minorías
reaccionarias, y 2) el continuismo militar. Por un lado la
reacción libra su última batalla y por el otro existe una
corriente militar que no quiere entregar el poder: si no puede
quedarse con el poder por la fuerza hará todo lo posible para,
con la amenaza de la fuerza, elegir al futuro gobierno en una
farsa de elecciones. Ninguna de estas dos corrientes parece
darse cuenta de que está jugando con dinamita. Ninguna de las dos
da síntomas de entender que el país ha crecido mucho en madurez,
en diferenciación, en sensibilidad, como para tolerar los
métodos del fraude patriótico o de las clásicas tiranías
militares latinoamericanas. Entramos, pues, en la fase
decisiva de la batalla. Por un lado se encuentra una moderna
concepción que busca realizar la justicia social mediante el
acelerado desarrollo económico, en el marco de la ley y de una
democracia de plena participación. Por el otro, con distintos
matices o pretextos, la que se nutre del desprecio al pueblo y a
la ley y con ello es incapaz de asegurar el crecimiento
económico y la justicia social. Que amenaza con radicalizar
inútilmente el proceso político argentino y que, entre otras
cosas, en su carrera frenética en pos del mando, pisotea unos
pobres soldados muertos.
UCRP Arrestos que impiden
concretar apoyos Muchos observadores políticos se sintieron
defraudados la semana pasada al enterarse del arresto de Marcelo
Sánchez Sorondo y Rodolfo Curuchet, miembros de la redacción del
semanario "Segunda República". La razón de este sentimiento
estribaba en el hecho de que por lo menos Curuchet y otros
allegados a ese semanario habían solicitado, por intermedio del
porteño dirigente de la UCRP, Edelmiro Solari Yrigoyen, una
entrevista con el doctor Arturo Illia, candidato a la
presidencia de la República por el radicalismo del Pueblo. Estos
observadora, entienden que esa entrevista podría confirmar el
apoyo que el nacionalismo anti-Frondizista estaría dispuesto a
dar a la UCRP en las próximas elecciones. Como ya se han
encargado sus dirigentes de hacer público, las Vanguardias
Argentinas Nacionalistas han prestado su adhesión a la fórmula
Illia-Perette, fundamentándola en un manifiesto firmado por
Arturo A. Ponce. Piensan que Illia "configura por sí solo las
fuerzas sumadas de factores constructivos" que "determinarán, de
hoy en más, la senda del progreso argentino". Estos dos órganos
de la línea "nacionalista tradicional" confiarían en crear en
los no muy numerosos y dispersos afectos a esta corriente un
clima de simpatía hacia los componentes del binomio ucerrepeísta
que, eventualmente, se transformaría en apoyo decidido en las
elecciones del próximo 7 de julio. Opciones y posibilidades
Se considera que tal apoyo sería perfectamente lógico, dado que
los otros candidatos con posibilidades de triunfar estarían
todavía más alejados del pensamiento "nacionalista tradicional"
que lo que podrían estar Illia-Perette. En efecto, debe tenerse
en cuenta que en el Frente Nacional y Popular actúan peronistas,
conservadores, social-cristianos y nacionalistas moderados,
síntesis que muchos "ultras" consideran muy cercana al
comunismo. Por su parte, el general Aramburu se mueve dentro de
esquemas neoliberales que contrarían el sentir de estos
nacionalistas. Por todo esto, considerarían á la UCRP "lo menos
malo". En general se sostiene que tal apoyo al radicalismo
del Pueblo concluiría el mismo día de las elecciones. Sin
embargo, periodistas muy sutiles piensan que un futuro no muy
lejano podrá ver a esta corriente nacionalista, perdidos algunos
viejos prejuicios, integrada en el radicalismo del Pueblo. Como
antecedente muestran la actitud del unionista Miguel Ángel
Zavala Ortiz quien, en la actualidad, colabora sin firmar en el
semanario "Segunda República".
Entrevistas
Alende
puede sumar votos al frentismo La semana pasada se difundió
ampliamente una versión sobre la entrevista que se realizó entre
Vicente Solano Lima y Oscar Alende. Los protagonistas no
confirmaron ni desmintieron directamente la información, pero
los amigos de Oscar Alende se encargaron de difundir que la
reunión se había realizado a pedido de Solano Lima y que ninguna
conclusión positiva pudo obtenerse en su transcurso. La
entrevista, efectivamente, se realizó. Pero su promotor no fue
el candidato del Frente Nacional y Popular, sino directamente
Arturo Frondizi. Frondizi había expresado a algunos amigos
suyos que la división de la UCRI le preocupaba, y que había que
intentar un acuerdo entre Alende y el frentismo. El señor Julio
Nissenson, amigo personal de Frondizi, trató entonces de
articular una entrevista entre el candidato del Frente y el
candidato de la UCRI disidente. La reunión se realizó en la casa
de un familiar de Nissenson, quien ya había transmitido la
preocupación de Frondizi a Solano Lima.
Negociaciones
En la entrevista, Alende ratificó que no renunciaría a su
candidatura. Evidentemente se preocupó de decir cosas que a
Solano Lima no le interesara hacer trascender y que él, por su
parte, pudiera divulgar. Habló así de su trayectoria radical y
de su devoción popular. Pero más interesante que esa reunión
—que finalmente fue protocolar— fue la entrevista previa que
mantuvo Alende con el frentista hijo de Nissenson, en casa de
éste. Allí, si bien Alende confirmó que no renunciará a su
candidatura, admitió que en ningún caso podría ganar. Al Frente
—dijo Alende— le faltarán, de todos modos, electores, y "yo
puedo llegar a tener el 15 % de los electores". Reunidos los
Colegios Electorales, expresó el ex gobernador bonaerense —cuya
estrategia ya fue explicada en PRIMERA PLANA (ver número 32),
"negociaré, lógicamente, con el Frente y me entenderé con los
otros partidos de la coalición".
¿Aportes? El
frentismo comprueba así que los diversos desprendimientos que ha
ido sufriendo, lejos de ocasionarle pérdidas de votos le
significarán, en definitiva, nuevos aportes. Los
desprendimientos del Frente servirán, en efecto, para canalizar
a sectores electorales que de todos modos no hubieran aceptado
la fórmula. Esos sectores, en la gran opción que finalmente (en
los Colegios Electorales o en el Congreso Nacional) se
presentará, sumarán su número al frentismo: • El primer
desprendimiento importante para el Frente fue la democracia
cristiana. Los posibles electores demo-cristianos serán,
seguramente, los más "duros" y "difíciles" en un apoyo al
Frente, sobre todo por la tenaz prédica de Horacio Sueldo. Pero
éste puede ser finalmente rebasado por sus partidarios, que se
encontrarán en la disyuntiva de apoyar al Frente o a los
partidos liberales. • El segundo desprendimiento fue el
bengoísmo. Pero Bengoa va aclaró que si no consigue Colegio
Electoral propio, se inclinará "por el candidato de la línea
nacional y popular con mayores posibilidades". • Finalmente
se separó el sector alendista de la UCRI. • A esta situación,
hay que agregarle la actitud similar que adoptarán algunos
partidos provinciales. Este panorama no significa,
precisamente, que al Frente le hayan convenido los
desprendimientos. Sin ellos hubiera obtenido más fácilmente la
mayoría absoluta en los Colegios Electorales. Y con ellos, es
evidente que deberá llegar a transacciones que, quizá, le
obliguen a realizar concesiones. Sin embargo, la mecánica de
canalización de electores hace que los frentistas puedan repetir
ahora el viejo adagio popular: también para ellos, "no hay mal
que por bien no venga".
Propaganda Guerra de carteles:
Balsámicos, descriptivos y encubiertos Esta es la primera
campaña electoral para elección de presidente de la República en
la cual los partidos ni siquiera intentan realizar grandes
concentraciones de masas. En 1946, los actos públicos, tanto del
Partido Laborista como de la Unión Democrática, reunieron a
multitudes impresionantes: en 1958. Balbín y Frondizi crearon
"clima" en la calle con grandes manifestaciones. Ahora, toda la
campaña electoral parece reducirse al empleo de dos medios
indirectos de comunicación con el público: los carteles de
propaganda mural y las disertaciones por radio y televisión.
De esos dos medios, los carteles de propaganda mural son el
único que crea cierto clima en la calle. También aquí se nota la
iliquidez: los "affiches" son más escasos que de costumbre y no
han aparecido aún las clásicas "chapas" en los postes de
alumbrado público. Por otra parte, todavía no han aparecido casi
cartelones (en una recorrida por la ciudad, un cronista de
"PRIMERA PLANA" sólo vio dos cartelones de género: uno, en Entre
Ríos al 600, exhortando a votar por Illia-Perette, y otro,
frente al obelisco, que dice "O Sueldo, o todo queda como
está"). Un —sí que anti urbanístico— medio complementario de la
propaganda mural, las inscripciones con pintura, carbón, tiza o
alquitrán, casi brilla por su ausencia. De todos modos, los
partidos alcanzan a presentarse ante la opinión pública con sus
carteles publicitarios. La propaganda más "científica", en la
primera etapa, fue la de Aramburu. Toda la propaganda
aramburista descontó el escepticismo electoral de los ciudadanos
y la carencia de entusiasmo; "En un clima de fervor —decía uno
de los asesores del ex presidente—, la gente es capaz de hacerse
matar y a nadie se le hubiera ocurrido hacer carteles balsámicos
en 1946 o en 1958. Pero en un clima que se caracteriza por el
escepticismo y el desgano del electorado, lo mejor que se puede
ofrecer a la gente es tranquilidad". La propaganda aramburista,
sobria y seria, crea la imagen de un Aramburu sobrio y serio que
no quiere pelear contra nadie sino dar paz a todos. El
tranquilizador color azul es el preferido en la campaña de
UDELPA y del Partido Demócrata Progresista. No faltan, sin
embargo, algunos carteles rojos: son una serie, algo ingenua,
lanzada por la democracia progresista. Dicen: "Necesitamos un
presidente de manos limpias, de brazo fuerte, de mente sana, que
nos conduzca con firmeza hacia un período de paz, de orden y de
progreso social" Y abajo, con grandes caracteres rojos:
"Aramburu". Luego sigue: "Necesitamos un vicepresidente con
aptitud de estadista, que impulse un programa de esperanza para
un pueblo angustiado", y luego, en letras iguales a las de
Aramburu, "Thedy". Están también los clásicos carteles donde
aparece la fotografía de Aramburu y luego, en negro sobre
blanco, una descripción de las garantías de paz que puede
ofrecer, según sus partidarios, el ex presidente. Un "slogan"
muy difundido, en otro tipo de carteles con claros
sobreentendidos psicoanalizables, dice, en caracteres grandes,
junto a una fotografía de Aramburu: "Aramburu tiene lo que hace
falta", y luego, en letras más chicas: "Energía y autoridad para
hacer cumplir la ley". Otro lema aramburista que ha aparecido
últimamente expresa: "Elíjalo y ayúdelo". Así, uno de los "affiches"
en fucsia y negro más recientes, que aparece firmado por los
"Centros Cívicos de Mayo", dice: "Paz y bienestar con Aramburu.
Elíjalo y ayúdelo. Todos tenemos derecho a vivir. Todos queremos
vivir en el derecho". Mientras la propaganda aramburista
insiste en la necesidad de paz y en la promesa de hacer cumplir
la ley, el Frente Nacional y Popular especula con la mentalidad
deportiva de los argentinos: "Vote y gane". La Unión Popular,
partido mayoritario del Frente, hace también una campaña de
sobreentendidos (pero éstos no son precisamente psicoanalizables):
"Rompa la trampa", con cadenas rotas. Alude a la necesidad de
aprovechar los resquicios de legalidad para derrotar a sus
adversarios (tal como explicó el Consejo Coordinador). Otros
carteles, próximos a aparecer, dicen: "Vote por nosotros". Y,
finalmente, hay una serie, muy audaz, donde aparece, como fondo,
una sombra diluida con la siguiente leyenda: "Cuidado. No lo
nombre. Vote". El alendismo utiliza, en rojo y negro, la
afirmación enfática: "Sí. Alende presidente". Los carteles
del radicalismo del Pueblo son más descriptivos y tradicionales.
En lugar de desarrollar un clima psicológico, tienden a divulgar
los puntos principales del programa radical del Pueblo: "Plena
ocupación. Illia-Perette; "Salarios con capacidad adquisitiva
para un auténtico desarrollo. Illia-Perette". Con "monos" en
azul o en simples franjas, otros carteles dicen: "Truts
Petroleros o Illia-Perette"; "Para un país enfermo, una fórmula
sana: Illia-Perette"; "Por respeto al país. Illia-Perette";
"Salario mínimo, vital y móvil: Illia - Perette". Franjas rojas
expresan: "Paz-Seguridad-Trabajo. Illia - Perette". Contra lo
que hubiera podido preverse, la propaganda de la Federación de
Partidos de Centro es la más convencional y menos publicitaria.
Dirigentes de la agrupación reconocen que los carteles son,
directamente, "flojos". En uno aparece un reloj que, en lugar de
números, tiene letras formando "Olmos - Jofre" y abajo hay una
leyenda que dice: "Sí. Ahora es la hora de los conservadores".
Otros, más explicativos, están encabezados por: "Sí, ahora los
conservadores", a lo que sigue otra leyenda que pregunta: "¿Para
qué pedimos su voto?" y, luego, puntos del programa de la
Federación referentes a lucha anticomunista y honradez
administrativa. También aparece el camino que, como "la flecha
que indica el futuro" y "el timonel que guía firme su barca",
son remanidos motivos de campañas presidenciales. Al fondo del
camino están las inscripciones "Bienestar general" y "Grandeza
nacional", y, a los costados, los presuntos tramos que habrá que
recorrer para llegar a esos resultados: "Estabilidad económica",
'Tolerancia y respeto mutuo", "Jerarquía y capacidad" y
"Honestidad administrativa". Abajo dice: "Olmos - Jofre, Partido
Demócrata Conservador". PRIMERA PLANA 25 de junio de 1963
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