Dentro de una quincena, el Teatro Nacional de Comedia — uno de
los dos organismos oficiales de la Argentina — inicia su
temporada de 1963, con una obra de Roberto J. Payró: Fuego en el
rastrojo, que pondrá en escena Armando Discépolo. Pero esta
temporada entraña otro cambio de domicilio para la ambulante
Comedia; de abril a noviembre dará sus funciones en la sala de
la Casa del Teatro, Santa Fe 1243, 2º piso: es el cuarto refugio
para sus actividades. ¿Será el último? En la mañana del 10 de
junio de 1961 estalló uno de los incendios que más conmovieron a
la opinión pública; un corto circuito causó 30 millones de pesos
en pérdidas en el Teatro Cervantes, un edificio inaugurado el 4
de setiembre de 1921, rematado en 1926 y que pasó a poder del
estado en 1928. Al poco tiempo se votó una ley que acordó 99
millones de pesos para la reconstrucción y reparación de los
daños causados por el fuego en el Cervantes. Fue un momento de
euforia, que atravesó las puertas del Parlamento. A casi dos
años, la euforia ha desaparecido. La Comedia Nacional —
creada en 1936 y cuya sede es el Cervantes — usó, en 1961, los
escenarios del Odeón y el Coliseo, y logró poner en
funcionamiento al aletargado San Martín. Aquí desarrolló su
ciclo de 1962, a un costo de 700.000 pesos mensuales; este año,
al reanudar su labor el propio teatro Municipal, la Comedia
quedó sin local. Encontrar el de la Casa del Teatro ha sido
una aliviante solución. Aquí también ha jugado una situación
inesperada. La Casa del Teatro fue levantada hace 37 años,
sobre un terreno comunal concedido por un espacio de medio
siglo. Durante los 12 años últimos, su pequeña sala fue
administrada por un tercero, que la arrendaba, pagaba un ínfimo
alquiler a la entidad y la subarrendaba por su cuenta. La Casa
consiguió recuperarla. En estos momentos se dan los
martillazos y toques finales a la refección de la sala y a
mejoras laterales: una inversión de 3 millones, que incluye un
nuevo telón de boca, retapizamiento de las butacas, pintura,
ampliación de la boca del escenario, nuevos camarines, cambio
del instrumental lumino-técnico, construcción de una boletería,
transformación de dos montacargas en ascensores y habilitación
de una confitería en el décimo piso del edificio. Entretanto,
la reparación del Cervantes se demora. De los 99 millones
votados, de los cuales 30 eran de urgente entrega, recién en
febrero último se pudieron obtener 13 y pagar a la compañía
constructora las obras ya comenzadas (significan un 5 % de lo
que debe hacerse). La suba de los costos ha elevado a 170
millones la cantidad necesaria para el arreglo del Cervantes.
Sin impedimentos, los trabajos demandarían unos 12 meses. No es
aventurado suponer que esos 12 meses serán cada vez más largos.
(Al margen de la nota) SOMBRAS En cuatro años de actividad el Teatro Escuela
Municipal de San Isidro (TEMSI) desbordó sus límites: creado
para la enseñanza teatral, ha ofrecido ocho espectáculos,
realizado exhibiciones de cine, exposiciones pictóricas, títeres
y una intensa labor cultural. Los egresados del primer curso —69
alumnos— constituyeron el elenco básico del TEMSI, y se
presentaron, en él verano de 1959-60, con El debut de la piba,
sainete de Alejandro Cayol, y El aniversario, de Antón Chejov.
Su mayor éxito fue el montaje de El herrero y el diablo (Ricardo
Güiraldes-Juan Carlos Gené), y la muestra de teatros
independientes que organizó en 1961. Sin embargo, una amenaza se
cierne sobre la institución: el comisionado municipal estaría
por cancelar la subvención con la que se mantiene el TEMSI. Sin
tan vital fuente de recursos, estos cuatro años de labor corren
el riesgo de derrumbarse. Página 43 . PRIMERA PLANA 2 de
abril de 1963
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