El triunfo de Illía
Compleja negociación, que lleva a la presidencia de Arturo Illía
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Al día siguiente de las elecciones del domingo 7, una enorme calma había invadido la vida argentina. De golpe, había estallado algo desconocido en varios años: la normalidad. La sensación de alivio fue tan intensa, que por sí misma consagró el triunfo de la fórmula Illía-Perette aún antes que comenzaran las negociaciones para agregar a la UCRP en los colegios electorales los electores que la proporcionalidad le había quitado. Para la opinión pública, Arturo Illía era el próximo presidente constitucional de la Argentina, en la noche misma de las elecciones. Ya hacia el fin de semana, Oscar Alende y Horacio Sueldo se ubicaban en la misma línea de la opinión pública, y anunciaban en la noche del viernes que los electores que responden a sus orientaciones apoyarán la fórmula más votada. La UCRI frentista estaba en la misma posición.
El periodista radical del Pueblo, Rubén Corbacho, allegado al doctor Illía, había vaticinado el mismo lunes 8, que las agrupaciones políticas argentinas deberían, inevitablemente, una tras otra, consolidar la tendencia del electorado y no tergiversar esa tendencia en negociaciones de trastienda. Su pronóstico, aparentemente demasiado optimista, parecía próximo a cumplirse.
Es así que la estrategia anti-Illía quedó exclusivamente concentrada en los sectores aramburistas y frigeristas. Los frigeristas, debido a una sola circunstancia: el gobierno del doctor Illía significaba la revisión de las más importantes medidas económicas tomadas bajo el auspicio de Rogelio Frigerio desde su cargo de asesor en el gobierno de Arturo Frondizi. En el caso de los sectores aramburistas, el problema es mucho más complejo.
En el curso de la última semana, tres tendencias parecían afirmarse en torno del general Aramburu: 1) Una tendencia inspirada por Francisco Manrique y Horacio Thedy, aseguraba la posibilidad de negociaciones que acercaran al ex presidente provisional los electores necesarios en los colegios electorales. Esas negociaciones se harían en base a coincidencias que el programa económico del general Aramburu podría tener con grupos conservadores y frentistas. 2) La posición del mismo general Aramburu, que prefería mantener la independencia de los electores que le responden, no entablar negociaciones de ningún tipo, y votar en los colegios electorales por la fórmula propia. 3) Algunos dirigentes de UDELPA, encabezados principalmente por los ingenieros Loitegui y Werder, insistían en la necesidad de acatar la consagración que la opinión pública ya hizo de la fórmula Illía-Perette y formular una declaración, por la cual sus electores votarían en los casos de presidente, vicepresidente y gobernadores por las fórmulas más votadas, es decir, por la primera minoría. Estimaban que, de este modo, aseguraban el futuro del partido UDELPA, al que no querían ver atado únicamente al destino de un candidato o de una fórmula. Esperaban, además, que de ese modo, se aseguraran algunas situaciones provinciales en lo que a senadores nacionales se refiere. La tesis de estos dirigentes es que UDELPA debe ahora consagrarse a la labor parlamentaria.
Sin embargo, ya hacia la noche del viernes 12, la instancia negociadora era la que se imponía, si bien no en términos categóricos. La declaración conjunta dada a conocer por los jefes de la democracia progresista y de UDELPA —Horacio Thedy y Raúl Ondarts— insistía en la tesis de que de las elecciones no había surgido ningún ganador. Al mismo tiempo, proponía un gran acuerdo nacional sobre la base de una serie de medidas de gobierno: evidente anzuelo para lograr electores ucristas, conservadores, socialistas y de algunos partidos provinciales, sobre la base de compromisos en la acción a desarrollar por Aramburu desde la presidencia de la Nación.
A pesar de ello, se afirmaba cada vez más en los medios políticos y militares la convicción de que el ganador del 7 de julio sería el presidente el 12 de octubre. Pero hacia fines de semana era éste el único pronóstico que podía hacerse: las negociaciones se abrían para las situaciones provinciales. Y resultaba muy difícil predecir, siquiera por aproximación, el mapa político que presentará el país al término de esas negociaciones.
Resultaba de todos modos evidente que habrá gobernadores provinciales de diversa tendencia, lo que permitirá comprobar cómo funciona el federalismo argentino. Más aún, en ninguna de las Cámaras del Parlamento nacional el próximo gobierno tendrá mayoría, de modo que la función del Ejecutivo estará sometida a la presión de la proporcionalidad en un país que rechaza por ahora los gobiernos de coalición. De todos modos, si bien el doctor Arturo Illía no haría un gobierno de coalición en el sentido tradicional del concepto, seguramente se verá obligado a preparar un plan mínimo de gobierno en combinación con uno o dos sectores extrapartidarios que le aseguren la mayoría parlamentaria necesaria.
En los medios informados de la UCR del Pueblo se afirmaba que precisamente el único hombre de su partido que puede enfrentar esa tarea es Arturo Illía, cuyo equilibrio político y tacto son proverbiales. Esos mismos medios informados, ya daban cuenta de que equipos de gente nueva, desconocida hasta ahora en las actividades de la UCRP, están elaborando una estrategia a cumplir en el campo económico, político y social, que le permitirá a Illía no estar sometido a las presiones de un Senado y de una Cámara de Diputados que, innegablemente, rechazarán cualquier aplicación exclusiva del programa Radical del Pueblo.
La experiencia que inicia el pueblo argentino, y que toca al doctor Illía conducir, está llena de incógnitas, pero, según los términos del mismo triunfador, puede abrir el cauce definitivo de la democracia, porque aventó dos fantasmas: el del peronismo y el del golpismo.

Entretelones
Algo inusitado: La Operación Oveja

Constituye una experiencia generalizada en la vida política argentina que, concluidos los acontecimientos más importantes, comiencen a develarse algunos aspectos reservados que arrojan luz más precisa sobre lo vivido. Algunos días después del acto electoral, allegados a esferas del gobierno comenzaron a hacer referencia a la "Operación Oveja". La misma habría consistido en lo siguiente: el presidente Guido y el brigadier Mac Loughlin habían sido los primeros en llegar a la conclusión de que si bien después de los acontecimientos anti-gorilas de setiembre de 1962 no se podría cerrar el camino de los comicios a los justicialistas, debía sí deteriorarse al máximo la ingerencia de Perón en la conducción de esos votos. Al mismo tiempo, que esos votos no tuvieran una influencia decisiva en la constitución del nuevo gobierno.
Se estimó asimismo que Perón consideraba al justicialismo como un gran rebaño de ovejas que era esquilado cada vez que llegaban las elecciones, y la lana colocada en las condiciones y formas más diversas. De ahí el título de "Operación Oveja".
El presidente Guido y el brigadier Mac Loughlin explicaron la tesis al general Onganía y los tres de común acuerdo desarrollaron el proceso electoral de modo tal que se le imprimían las variaciones necesarias en cada caso para que el Frente no se constituyera, o que se constituyera en inferioridad de condiciones. Alternativamente, fueron alentados, por la vía de oficiales en actividad, Sueldo, Alende y Matera. Ya muy avanzado el proceso, el general Villegas habría sido incluido en secreto.

Objetivo de la operación
Es posible, según algunos expertos, que el título de "Operación Oveja" fuera encontrado con el proceso ya avanzado. Pero son cosas poco factibles de ser verificadas. Algunos asesores de las secretarías militares tuvieron ciertas presunciones de lo que estaba ocurriendo cuando comprobaron que el presidente Guido consideró innecesario firmar un decreto solicitado por el Frente y aceptado por el general Villegas, que convertía en individuales las impugnaciones a los electores del Frente: seguía así la amenaza de que una impugnación individual dejaba sin lista total de electores al Frente en numerosos distritos. Los últimos intentos hechos por el doctor Rodolfo Martínez ante el presidente Guido no tuvieron éxito. Finalmente se otorgó un comunicado que aclaraba la situación, pero era evidente que el comunicado del gobierno no obligaba necesariamente a los jueces electorales que entendían en la materia. La idea del comunicado correspondió al brigadier Mac Loughlin.
De todos modos, resultó imposible comprobar si la "Operación Oveja" debía terminar en la declaración de voto en blanco del Frente. Pero a la luz de todos los análisis, incluso si se presentaba a elecciones el Frente no Hubiera contado con la mayoría electoral necesaria para consagrar su fórmula.

Militares
Comienza la acción psicológica contra Illía

El triunfo Illia-Perette fue el domingo 7 de julio. El jueves 11, en las esferas del Ejército se comentaban dos hechos: el abrazo con que recibió el mayor (R) Attías a los dos dirigentes cuando llegaron a la Capital, y tina presumible entrevista entre el doctor Ricardo Balbín y los generales Arturo Osorio Arana y Carlos Toranzo Montero. Ninguno de los dos hechos había gustado.
En esferas de la SIDE se tenían noticias de esa entrevista de Balbín, pero no la confirmación. Algo similar ocurría en otras esferas militares. De todos modos, los cronistas de PRIMERA PLANA pudieron comprobar que se había iniciado en esferas militares el análisis de la actitud posible de un gobierno de la UCR del Pueblo respecto de las cuestiones castrenses.
En este sentido funcionaron la última semana dos circunstancias:
• El ejército azul no quiere discusiones sobre su hegemonía en el ámbito
militar, conquistada en setiembre de 1962 y abril de 1963.
• No existen contactos entre azules y radicales del Pueblo; pero son tradicionales los que existen entre los colorados y el partido de Illía.
Comentando estos hechos, un dirigente de la UCR del Pueblo expresó a PRIMERA PLANA que ya se le había hecho saber a Onganía que el Ejército nada debía temer de un gobierno en el cual el doctor Illía sería comandante supremo de las fuerzas de aire, mar y tierra. Por su parte, PRIMERA PLANA pudo comprobar fehacientemente que en el Ejército existe una gran euforia por la forma en que concluyó el proceso electoral y que el gobierno del doctor Illía tiene asegurados no sólo la prescindencia sino el apoyo incondicional a toda medida que encuadre dentro de las leyes y la Constitución nacional. En especial, tiene asegurada su estabilidad.

Entrevista alentadora
Por curioso que parezca, la acción psicológica desatada contra la UCR del Pueblo sobre posibles desinteligencias con el Ejército partió de sectores aramburistas. Sin embargo, ninguna de esas versiones pudo ser comprobada fehacientemente. Más aún, en esferas de la Secretaría de Guerra seguía privando la magnífica impresión que se habían formado sobre Arturo Illía los generales Onganía y Julio Alsogaray en la entrevista conjunta que en pleno proceso electoral habían mantenido con el entonces candidato de la UCR del Pueblo. Un coronel afirmó: "Nos llevaremos bien, y los ayudaremos a superar el gorilismo de algunos de sus sectores."
PRIMERA PLANA
16 de julio de 1963

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Ganó Illía
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