Carlos Di Fulvio
Remera de seda, alma criolla
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SE LLAMA CARLOS DI FULVIO Y TIENE 30 AÑOS, AUNQUE QUIENES NO LO CONOZCAN SUPONGAN QUE ES MUCHO MAYOR. LA EXPLICACION ES QUE COMENZO A SER FAMOSO DESDE MUY JOVEN. ES FOLKLORISTA, Y UNO DE LOS MAS EXIMIOS EJECUTANTES ARGENTINOS DE GUITARRA. QUIZAS SU MAYOR CREACION SEA EL "CANTO MONUMENTO", COMPUESTO EN HOMENAJE AL GENERAL PAZ. DENTRO DE MUY POCO TIEMPO VIAJARA A ESPAÑA, DONDE SE QUEDARA DOS AÑOS. MODERNO, PERO TRADICIONALISTA.

El muchacho bohemio y sin prisa que subiera por primera vez a los escenarios en Córdoba prepara hoy sus valijas para viajar a Europa. Es Carlos Di Fulvio, un treintañero de cejas pobladas, expresión tranquila y hablar pausado. El mismo joven que sorprendiera como cantor, guitarrista y compositor de temas folklóricos. Que cuenta entre sus obras más importantes esa maravilla poética que él titulara: "Canto Monumento al Gral. Paz".
En su departamento en Buenos Aires, por el que abandonó su tierra provinciana, contrasta el moderno moblaje con esos ponchos, mates y facones que hablan de una vieja tradición, de la misma forma en que su remera amarilla, de seda y a la última moda, con la temática de sus canciones inspiradas casi todas en el pasado.
—Algunos me ven y preguntan qué edad tengo. No sé por qué___
Fíjese. Creen que tengo 50 años. Una barbaridad. ¿No?
—¿Por qué?
—Por mi poco apresuramiento. Considero que utilizando bien el tiempo, con 15 ó 16 años intentándolo, se llegan a ciertos objetivos.
—¿Y cuáles son los suyos?
—Seguir cantando y componiendo como hasta ahora. Pero llegar a sentir que un día he podido expresar por este medio todo lo que viví y sentí.
Es un personaje lleno de anécdotas. Personal. A veces introvertido, otras no tanto. Pocas personas olvidan cuando en Tucumán abandonaba el escenario para subir solo con su guitarra para embriagarse en la soledad de la noche. Cantar para las estrellas y componer para todos, desde la altura del cerro San Javier.
—¿Por qué abandonó su provincia?
—Cuando a uno en la provincia los límites lo aprietan, cuando no puede hacer otra cosa que lo que ha hecho ya muchas, muchas veces... Entonces, claro, uno se siente encerrado. Y le entra desesperación por extender sus horizontes. Comencé primero conquistando provincia tras provincia hasta que sólo quedó Buenos Aires. Aparentemente lejana, misteriosa, inaccesible... y la conquista de esa especie de reina hostil se convierte en una obsesión... una necesidad.
Las cosas parecen interesarle más antes que después. Para él son más apasionantes los preparativos de la conquista que la misma en sí. Por eso ahora abandonará a su poseída para buscar, nuevamente, otros horizontes.
—Dentro de dos meses viajaré a España. No me duele la partida. Pienso quedarme allí alrededor de dos años. Recogeré nuevos elementos con los que enriqueceré mi obra.
—¿El trabajo?
—Se mide por las giras, que cada vez serán más extensas. Es mi vida. No sé si usted entiende. Es la vida de un compositor. No puede quedarse retenido dentro de una caja por más bella que ésta sea, tiene que traspasarla para después convertirse en música, en melodía, para ganar la sensibilidad humana...
—Usted se va. Pero en Buenos Aires, en realidad, ¿no ha actuado poco?
—Aquí no hay muchas posibilidades de actuaciones. Antes estaban la radio y la televisión, ahora ni eso. Actué últimamente en el teatro Payró. Ni siquiera sirven las peñas folklóricas. Porque, si no queremos engañarnos, debemos aceptar que allí nadie escucha a nadie.
Su presencia sobre los escenarios no crea fanáticos ni delirios, pero sí crea una atmósfera de respeto y admiración. Sobre todo cuando interpreta su Canto Monumento.
—En este edificio en donde vivo muchas ventanas dan a esos huecos donde el sonido se trepa como araña. Y a veces es admirable cuando las radios de los vecinos, que parecen ser todas una, me traen el Canto Monumento hasta aquí. Entonces no puedo dejar nunca de llenarme de escalofríos y sentir que la emoción puede más que mi compostura.
—¿Por qué hizo el Canto Monumento?
—De esto vivo, y como pienso que el canto puede transmitir las inquietudes de interés nacional, social, político y económico, o sea llevar todas estas vivencias a la manifestación artística. La idea surgió de una vieja pasión que tenía por José María Paz. Leí primero sus memorias y luego surgió la preocupación por investigar los libros existentes y los ritmos de la época.
—¿Usted dice de esto vivo?
—Sí. Mí vocación es también mi trabajo. No aceptaría, no podría tener otro tipo de actividad. Yo soy simplemente lo que hago. Mis cantos son mi mejor definición. Todo lo que se diga después no sirve. ¿Se da cuenta?
Su biblioteca está repleta de libros encimados y superpuestos entre sí. Política, literatura, economía, historia, todos los temas imaginables que se refieran a su país. Las paredes están cubiertas de murales pintados por él. "Estudié Bellas Artes", se justifica.
—¿Volverá?
—Siempre. No sé cómo ni cuándo. Pero sé que yo no puedo vivir sin todos estos recuerdos, amigos, familia, lugares. . . qué sé yo, cosas que son uno mismo.
Carlos Di Fulvio viajará a Europa. Las valijas ya están preparadas. Los amigos despedidos. El pasaporte en la billetera. Buenos Aires quedará atrás, tal vez lamentando no haber dispuesto del tiempo necesario para conocerlo. Di Fulvio sostiene, mientras apresura su partida, que no es apresurado, que todavía tiene mucho tiempo por delante para llegar. Los pasajes, sin embargo, ya están listos.
Revista Gente y la actualidad
19.06.1969

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Carlos Di Fulvio