Una Iglesia quietecita, pía, ensimismada en letanías,
novenas e inciensarios. Un sueño que ya parece difícil de
cumplir pero que todavía algunos intereses, desearían
utópicamente convertir en realidad. Claro que esa nueva
especie de cura —obrero, muchas veces— sabe lo que quiere
y lo que hay que hacer.
El fin del progresismo. La certeza de un observador, la de
un enemigo o de un aliado de la Iglesia Católica, en la
Argentina, convergen necesariamente en los últimos seis
meses. El catolicismo nacional no orienta ya su renovación
exclusivamente por los canales de la liturgia o de la
catequesis. El compromiso cada vez más hiriente frente a
las estructuras injustas, la religación cada vez más
estrecha con la clase obrera, ya no son patrimonio del
lenguaje de una minoría exquisita de curas intelectuales,
asesores de jóvenes universitarios. Ahora el impacto de la
pasión y muerte de Camilo Torres, el sacerdote colombiano
caído en la guerrilla, es mucho más que un poster
ideológico. Se ha introducido —rabiosamente— en la
conciencia, en la práctica diaria de los curas —y laicos-
argentinos. La canalización de este generoso fluir
desbordará eventualmente el canal de la no-violencia en el
que se hallan navegando la mayoría de sus generadores.
Pero pacífica o abruptamente, como la situación social la
reclame, la Iglesia también ha dicho basta y ha echado
—ella también— a andar.
La vivisección del actual candente momento de la Iglesia,
genera, por supuesto, otras observaciones, agudas y
controvertibles. EXTRA recogió algunas de ellas al
dialogar con el padre Héctor Ferreiros. Capellán de la
parroquia de Santa Julia, 33 años, profesor del Instituto
Superior de Cultura Religiosa de San Isidro, doctor en
ciencias políticas de la Universidad Católica Argentina,
periodista (radio, televisión, revistas), Ferreiros,
firmante conjuntamente con otros 300 sacerdotes argentinos
de la Carta de los sacerdotes del Tercer Mundo, prepara
además para la Editorial Jorge Álvarez una Historia del
catolicismo social en la Argentina. "Había que hacerla de
una vez por todas", señala.
EXTRA: ¿Por qué Brasil, en especial, y en general otros
países latinoamericanos, generaron una presencia social
de la Iglesia mucho más activa y tempranera que la de
nuestro país?
FERREIROS: En Brasil se han desarrollado, este tipo de
acontecimientos por la acción singular y protagónica de
Don Helmer Cámara, un fenómeno realmente muy especial.
También se da un respaldo de la jerarquía eclesiástica muy
fuerte hacia los movimientos católicos de cambio social.
En cambio, en la Argentina, la jerarquía posterga la
consideración de la aplicación de los documentos aprobados
en Medellín por el CELAM (Consejo Episcopal
Latinomericano). Hay que destacar que el documento Paz
aprobado en setiembre fue redactado por un argentino (el
obispo Distéfano), lo mismo que el de Justicia (por
Alberto Silly, un jesuita miembro del prestigioso Centro
de Investigación y Acción Social) y pese a ello no existe
un pronunciamiento de los obispos sobre la situación del
país.
E.:¿Cómo se entiende esta actitud episcopal?
F.:Los obispos dicen que en la reunión nacional que
tuvieron en noviembre pasado en San Miguel, estaba
demasiado cercana aún la promulgación de los documentos de
Medellín. Personalmente pienso que es un acierto que se
haya decidido realizar consultas a diversos niveles. Los
informes presentados entonces a la conferencia eran quizá
muy conformistas; sus redactores, fueron Francisco
Valsecchi, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y
Sociales de la UCA (Universidad Católica Argentina) y el
economista César Belaúnde. Ahora, en cambio, con más
consultas, habrá más complicaciones, pero sin duda también
más elementos y la posibilidad de una decisión correcta.
Para la reunión que en el mes de abril reunirá a los
obispos nuevamente, una especie de Sínodo Social,
compuesto por el arzobispo Aramburu y los obispos
Distéfano y Zaspe (Rafaela), prepara el borrador de
trabajo.
E.:¿Cuál es el estado actual de los sacerdotes argentinos?
F.:Después de Medellín el clero se siente mucho más
fuerte, más apoyado para decir cosas que antes solamente
pensaba y no se atrevía a decir por la prudencia que
impone el sentido jerárquico en la Iglesia. Dado que la
jerarquía se definió, el clero —junto al laicado— quiere
llevar a la práctica el espíritu de Medellín.
E.:¿Esta última decisión no implica una acentuada
politización corrosiva del auténtico estilo religioso?
F.:Sin dejar de lado la primacía de la función de puente
entre el Dios y los hombres, los sacerdotes se lanzan a la
acción como ejercitadores de la caridad social.
E.:¿Qué sectores sacerdotales exigen más en la presente
situación?
F.:El clero más angustiado es el de las provincias
subdesarrolladas, quienes presentan los problemas en forma
descarnada y numerosa a diferencia de la macrocéfala
Buenos Aires.
E.: ¿Cómo se desarrolla en la actualidad la relación
jerarquía-sacerdotes?
F.: Existe una falta de comprensión y apoyo tanto en
planteos intelectuales como prácticos. Es realmente
difícil para la época de gran fluidez ideológica en que
vivimos, lograr una adaptación buena. La pobre jerarquía
se vuelve loca con los miles de problemas nuevos que
surgen. El gran peligro que tiene actualmente es su
tendencia a frenar, en lugar de dialogar, comprender y
encauzar.
E.:¿De algún modo la acción eclesiástica del último año,
presenta características singulares?
F.:Por su origen si, y también por su desarrollo. El
nacimiento se puede fijar arbitrariamente después de la
pastoral de los Obispos del Tercer Mundo que despertó las
adhesiones conocidas. Al mismo tiempo, en los hechos, la
Iglesia se plantea cada vez más casada con Cristo y no con
los sistemas sociales en perpetua mutación, La acción de
tipo comunitario de los curas progresistas, que se plantea
por primera vez en mucho tiempo, está originada en la
necesidad de actuar comunitariamente frente a intereses
que frustrarían la acción individual.
E.:¿Cuál es la perspectiva del celibato sacerdotal en este
proceso de cambio acelerado?
F.:El celibato en si es una legislación positiva de la
Iglesia pero existe una apertura para que el desarrollo de
funciones religiosas por casados. Esta apertura está
insinuada por el diaconado. Justamente lo contrario de lo
que ocurre en Oriente con los ritos católicos que admitían
el matrimonio sacerdotal. Allí se tiende nuevamente hacia
el celibato para que el celibato sea un full-time del
apostolado y de la meditación teológica. En América Latina
la independencia del célibe le permite una mayor
disponibilidad que la que puede asumir el laico trabado
por esposa e hijos para entregarse totalmente a las cada
vez más riesgosas tareas de la fe.
E.:¿Se está gestando un nuevo tipo de sacerdote argentino?
F.:Existe una generación clerical conservadora
modernizante, tipificada durante el roquismo por el
arzobispo Añeiros, el padre Rasore (periodista y párroco
de la Piedad); después ésta es sucedida por los clérigos
nacionalistas uriburistas (Wilkinson, Duribe, Sepich,
Pearson, Leonardo Castellani, Hernán Benítez) que tenían
un gran sentimiento popular y finalmente nuestra
generación, que si tiene un antecesor es Monseñor Gustavo
Franceschi, el antiguo director de la revista Criterio. En
nosotros se unen los elementos populares del nacionalismo
católico y al mismo tiempo se bebe en las fuentes
intelectuales de izquierda contemporánea, que se juzgan
coincidentes con las exigencias evangélicas, meta
fundamental de la acción cristiana.
E.:¿Se ha deteriorado la imagen mística del sacerdote?
F.:Haciendo un juicio fáctico parece decrecer la
influencia social del sacerdote sobre los grupos de poder
económico, social, y militar al mismo tiempo que adquiere
mayor raigambre en las masas. Es decir, que se presenta un
esquema inverso al del siglo XIX. Entonces, la Iglesia era
la niña mimada de la burguesía, ahora corre el riesgo de
protagonizar ese papel con el proletariado.
(Recuadro en la crónica)
Quizá con cierta espectacularidad pero muy bien medida
eficacia, los sacerdotes jóvenes, o revolucionarios, o
comprometidos, o nacionales-populares o nueva-teología,
conmovieron al país. Buenos Aires, Tucumán, Resistencia,
Neuquén, San Luis, sumaron puntos a la protesta. En la
Capital Federal, el impacto fue la casi rígida alineación
frente a la Casa de Gobierno el 20 de diciembre. 19
sacerdotes quedaron firmes mientras otros dos depositaban
ante la sorpresa general de la burocracia de la Casa
Rosada, un petitorio quemante sobre la situación en las
villas de emergencia y diversas zonas rurales en el
interior profundo de nuestro país. En Tucumán el Decanato
de la FOTIA (en realidad los presbíteros Lagarde, Sánchez,
Wuxchmidt, Ballesteros, Fernández Ruiz, Albornoz y
Rodríguez, acosaron gobernadores y tecnócratas nacionales
a partir de los ingenios San Pablo y Mercedes. Eso en
noviembre pasado. En el mismo momento Ítalo Distéfano
obispo del Chaco, descubría que en el ingenio Las Palmas,
comer era chupar caña. Meses antes, en una inusual
presencia conjunta, un obispo tildado de moderado,
Cafferatta de San Luis, enfrentaba con sus sacerdotes toda
la política del gobernador Laborde Ibarra. La Navidad que
la diócesis de Goya, regenteada por el Helder Cámara
argentino, Alberto Devoto, transcurrió, sin Misa de Gallo,
marcó la austera pauta de vida —una suerte de ascética de
combate— que sella el estilo de esta Nueva Iglesia
Argentina.
Revista Extra
febrero de 1969
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