ESTO ES SOLO LA INFORMACION. PERO QUEDA MUCHO POR DECIR
SOBRE ESTE CASO. SI TIENEN RAZON O NO LOS ESTUDIANTES AL
INICIAR LAS AGRESIONES NO JUSTIFICA LA MEDIDA POLICIAL QUE
CULMINO CON LA VIDA DE DOS ESTUDIANTES. LA REACCION DE
ESTA INSTITUCION, Y LAS EXPLICACIONES QUE LA SIGUIERON
(INCLUIDAS LAS DECLARACIONES DEL MINISTRO BORDA) DEJAN UN
MAR DE DUDAS SOBRE SI EL GOBIERNO ATIENDE, OYE, INTERPRETA
ESTOS ACONTECIMIENTOS CON EL DEBIDO SENTIR. ESTA ES LA
DUDA MAYOR: ¿ANTE ESTOS CASOS, TODO LO QUE SE DICE ES LA
PALABRA DE UN ALTO FUNCIONARIO DEL GOBIERNO? DESPUES DE
LOS DOS HECHOS SANGRIENTOS TENDRIA QUE HABER HABIDO OTRA
ACTITUD OFICIAL, MAS ACORDE CON LA TREMENDA TRASCENDENCIA
DEL SUCESO. ESA RESPUESTA OFICIAL NOS PARECE DESCARNADA,
INSUFICIENTE Y DE ESCASO SENTIDO HUMANO. LA FRANCA ACTITUD
DE "DAR LA CARA" QUE EN ALGUNA OTRA OCASION TUVO EL
GOBIERNO ANTE HECHOS PASADOS SE ESTA DESDIBUJANDO. CON, O
SIN RAZON, SE EXPONIAN LOS CASOS Y SE LOS TRATABA SIN
POLITICA CLASICA, ESA QUE EL ARGENTINO YA NO QUERIA MAS.
LOS ULTIMOS ACONTECIMIENTOS ESTAN TEÑIDOS DE MEDIAS
PALABRAS, DE ACLARACIONES POCO CONVINCENTES QUE EN LUGAR
DE BORRAR INQUIETUDES PRENDEN LA MECHA DEL DESCONCIERTO.
Los hechos acaecidos en Corrientes tuvieron repercusión en
Rosario, con el triste saldo de un muerto y numerosos
heridos, algunos de ellos de cierta consideración, además
de otros que se hicieron atender particularmente.
El viernes 16, el rector y los decanos de las facultades
de la Universidad Nacional de Rosario dispusieron la
suspensión de las actividades tanto académicas como
administrativas en todas las casas de estudio de su
dependencia.
Los distintos núcleos estudiantiles habían realizado
sesiones de sus afiliados y en todos los casos se había
resuelto en principio concretar un paro de actividades
para el martes 20.
Las facultades fueron celosamente vigiladas por personal
uniformado y de civil dependiente de la Jefatura de
Policía de Rosario, siendo quizás las más custodiadas la
de Medicina, luego la de Ciencias de Ingeniería y
Arquitectura y posteriormente la de Filosofía y Letras.
Dentro del plano de inquietud lógica que vivía el
estudiantado puede estimarse que la jornada del viernes
transcurrió sin mayores inconvenientes. Salvo esporádicas
corridas de policías a contados números de estudiantes,
nada fuera de lo común se suscitó.
En el Centro de Estudiantes de Ciencias Médicas se utilizó
un pizarrón colocado en la puerta de acceso al mismo donde
se desplegó una bandera de nuestro país y al costado se le
adjuntó la inscripción de "ASESINOS".
Agentes de policía procedieron a retirar el mismo,
escuchándose en ese momento palabras similares a lo
escrito en el pizarrón dirigidas a los guardianes del
orden.
Al promediar la mañana del sábado 18, la gran cantidad de
transeúntes que recorría las principales calles del centro
rosarino jamás pensó en lo que en el breve lapso de ciento
veinte minutos podría ocurrir.
A las 11.30 en cuatro esquinas claves del sector central
de la ciudad (San Martin y Rioja; Sarmiento y San Luis;
Maipú y Santa Fe, y Rioja y Entre Ríos) núcleos que
oscilaban entre 150 y 200 personas, en su mayoría jóvenes,
se agrupaban y vociferaban: "Asesinos"; "Juan José Cabral,
te hemos de vengar".
Asimismo arrojaban volantes donde señalaban su repudio por
los sucesos ocurridos en Corrientes y en otros puntos de
la república.
Estas manifestaciones duraron entre cuatro y cinco
minutos, retirándose, en todos los casos, en perfecto
orden y sin que mediara intervención policial.
Pero la efervescencia del estudiantado tuvo su mayor
demostración frente al local de avenida Corrientes 745,
sede del comedor universitario.
A las 12.17, aproximadamente, desde el interior del
comedor unas cincuenta personas, entre hombres y mujeres,
salieron al centro de la calzada y con fuertes gritos
pronunciaban: "Acción, acción, por la liberación".
Treinta metros al sur de la intersección de dicha avenida
con la calle Córdoba se hallaban apostados cuatro agentes
de la sección motorizada, que se acercaron rápidamente al
lugar portando dos de ellos armas de fuego y los dos
restantes, bastones.
Cabe consignar que frente al local del comedor se
encontraban dos guardianes uniformados, los que al tratar
de intervenir introduciéndose en el hall de dicho centro
fueron despojados de sus respectivas armas de fuego y
arrojados a la calle, donde fueron apedreados, al igual
que los otros cuatro policías.
Para protegerse, los estudiantes cruzaron en la calzada un
automóvil Renault de color blanco.
Uno de los agentes disparó con su revólver contra el
frente del comedor, y cuando intentó volver a hacerlo el
arma se le trabó.
Las corridas se expandían hacia las calles Santa Fe (lado
norte de avenida Corrientes) y hacia Córdoba (lado sud).
Esta última arteria, la principal de la zona de mayor
importancia de Rosario, ofrece los días sábado la
particularidad de que es visitada en horas de la mañana
por una inusitada cantidad de personas, en su gran mayoría
familias que aprovechan el día no laborable en sus
respectivas ocupaciones para visitar las más importantes
casas de comercios y galerías ubicadas en esa calle.
Muchos fueron los sorprendidos al presenciar que
jovencitas y jóvenes eran perseguidos por los guardianes
del orden, que les propinaban bastonazos y empellones.
El estridente sonido de las sirenas de los vehículos
policiales dio la pauta de la magnitud de los incidentes,
ya que a regular velocidad se acercaban automóviles y
jeeps del Comando Radioeléctrico a los lugares del hecho.
De uno de ellos, donde viajaban oficiales de alto grado
policial, se pudo apreciar que desde la puerta trasera
derecha —que estaba abierta— uno de ellos, con su revólver
en la mano derecha, efectuaba disparos al aire, tratando
de intimidar a los manifestantes.
Esto causó alarma entre los ocupantes de los edificios
altos de la popular arteria rosarina, que al advertir el
peligro que corrían cerraban sus balcones, desde donde
presenciaban los incidentes. Frente al cine Palace, a la
altura de> 1300 de la calle Córdoba, donde se ha emplazado
una nueva galería, partían gritos de desesperación. Se
escucharon también detonaciones de las armas de fuego. Y
los gritos desgarradores aumentaron.
En esos momentos un estudiante había caído herido con un
tiro en la frente. Un oficial de policía, identificado
luego como el oficial Juan Agustín Lezcano por testigos
presenciales, trataba de contener a un joven que intentaba
huir. Lezcano disparó a quemarropa contra el estudiante
causándole la herida apuntada.
Mientras el homicida era trasladado a un jeep del Comando
Radioeléctrico (Nº 314) otro oficial daba órdenes de que
se solicitara la cooperación de algún coche particular.
Así fue que un Fiat 1500, chapa de la Capital Federal
número 0111137, ocupado por dos jóvenes, fue detenido y
desviado hacia la puerta de la galería donde había
ocurrido el hecho.
Varias personas ayudaban a transportar al herido, mientras
un médico que acertó pasar por el lugar revisaba a la
víctima mientras que con un gesto y movimiento de cabeza
hizo trasuntar que el joven, bañado en sangre, tenía pocas
probabilidades de seguir con vida.
Dramáticos instantes se vivieron posterior al hecho. A los
estudiantes se habían plegado algunos trabajadores que
salían de sus tareas habituales.
Hubo más corridas en distintos sectores hasta lograr la
policía desconcentrar a los manifestantes.
A las 12.45 llegó el automóvil particular que transportaba
al estudiante herido.
Posteriormente se estableció que era Adolfo Ramón Bello,
de 22 años, con domicilio en la localidad de Las Rosas
(Santa Fe) y circunstancialmente en Rosario en una casa de
pensión de la calle Santiago 1549, departamento 2.
En los alrededores del Hospital Central Municipal se
suscitaron tos incidentes. Fuerte vigilancia policial en
todas las calles adyacentes y la obligación de
desconcentrarse de inmediato impartida por jefes y
oficiales de la Jefatura evitaron mayores ulteriores.
Al estudiante Bello los cirujanos del Hospital Central le
practicaron una traqueotomía y una craneotomía, operación
de tipo descomprensivo para tratar que la sangre no se
acumule y comprima la masa encefálica, y una canalización
venosa central a fin de detener la hemorragia. Se lo
trasladó posteriormente a una pieza individual, donde
luego sufrió un paro cardiaco, practicándosele respiración
artificial con un aparato a presión positiva intermitente,
y se mantuvieron así las contracciones cardíacas con apoyo
manual.
A las 19.30, aproximadamente, al no recuperar el
automatismo progresivo, Bello dejó de existir.
AGRESIONES, ARRESTOS, SILBIDOS, NUEVOS CHOQUES Y MAS
INCIDENTES
Los pasillos del Hospital Central Municipal y las calles
adyacentes daban elocuentes muestras del estado de
nerviosismo que se vivía. Hubo agresiones a reporteros
gráficos y detención de uno de ellos, al que en la
seccional de policía se le "veló" premeditadamente el
rollo de fotografías.
Nuevos grupos de estudiantes pronunciaban gritos de
"asesinos" y "nosotros no tenemos armas".
Ello derivó en que hubiera nuevos choques entre
estudiantes y policías, con el consiguiente saldo de
contusos.
LA MADRE DEL ESTUDIANTE
Al arribar la señora madre del estudiante Bello la
situación fue indescriptible por su intensidad y su
desgarradora manifestación. Ocurrió a las 16.45 y casi sin
levantar sus pies sólo atinaba a gritar: "¿Por qué?",
"¿por qué lo mataron?"
EL TRASLADO
Para intentar evitar nuevos incidentes se tomó una serie
de medidas (algunas confusas) a fin de sacar el cadáver
del estudiante fallecido. Dos ambulancias llegaron al
lugar, pertenecientes a la Secretaría de Salud Pública. La
que arribó en segundo término fue cargada de inmediato con
una persona toda envuelta, en una camilla. En la segunda
camilla pudo advertirse que era a Bello a quien se
transportaba por el vendaje que se le había aplicado en el
cráneo.
EL SEPELIO DE BELLO
La tarde del domingo para Las Rosas fue todo desesperación
y congoja. Un joven de esa localidad, de humilde familia
(su padre, jubilado; su madre, modista, y su hermana,
maestra sin ejercer), que contaba con generales simpatías
en la población, había fallecido a consecuencia de los
incidentes del día anterior en Rosario.
Al sepelio concurrieron alrededor de 1.500 personas y
había 150 vehículos.
Cabe destacar que las rutas 9 y 13, que sirven para llegar
hasta Las Rosas, fueron objeto de una severa vigilancia,
requisándose toda clase de vehículos, incluso los ómnibus
de transporte interurbano.
Mientras se efectuaba el sepelio se ejerció discreta
vigilancia policial.
En momentos de guardarse sus restos hicieron uso de la
palabra
dos estudiantes, uno en nombre de sus amigos y compañeros
de Las Rosas y el otro por representación de los
universitarios de Rosario.
HECHO EXTRAÑO
Sobre el mediodía del domingo cinco agentes de la Guardia
de Infantería, con uniformes de fajina, penetraron en el
hall de la galería ubicada en calle Córdoba 1369. Uno de
ellos, rodeado por sus compañeros, que lo ocultaban
parcialmente, procedió a practicar con un objeto cortante
un orificio en la parte superior del marco de la puerta de
acceso a las oficinas ubicadas en los pisos altos. Dicha
puerta se halla emplazada justo en el lugar donde fue
muerto Bello.
SUSPENSION
Las autoridades de la Universidad Nacional de Rosario
decidieron suspender por una semana las actividades en las
distintas facultades. Tampoco habrá actividad en el
comedor universitario.
ADVERTENCIA
El jefe de Policía del Departamento Rosario, coronel Raúl
Pedro Mones Ruiz, emitió un comunicado donde llamaba a la
reflexión a los padres y a los estudiantes a fin de evitar
alteraciones del orden, haciéndolos responsables de los
hechos acaecidos el día sábado.
BALEAN LA CASA DE UN RECTOR
Cuando culminaba el domingo fue baleada la casa del rector
de la Universidad Nacional de Rosario, doctor Luis
Cantini, ubicada en avenida Pellegrini 438. Según declaró
el agente de facción — que fue herido—, los disparos
provenían de un automóvil Chevrolet que ocupaban tres
personas.
El lunes mostró, pese a la fuerte lluvia que caía sobre la
ciudad un nuevo aspecto inusitado.
Todas las casas de estudios eran fuertemente vigiladas por
tropas policiales.
Las puertas de acceso en todos los establecimientos
educacionales se encontraban cerradas.
En la Facultad de Ciencias Médicas, por calle Santa Fe, y
eludiendo la vigilancia policial, se realizó frente a la
entrada del Hospital Nacional Centenario un acto relámpago
del que participaron personal docente de la facultad, de
servicio, enfermeros, familiares de enfermos y pacientes
internados en ese nosocomio.
Hubo en horas de la tarde en algunas instituciones
bancarias un paro de quince minutos en señal da protesta
por lo ocurrido, no atendiéndose durante ese lapso ninguna
clase de operaciones.
Al llegar la noche pudo notarse que en la galería donde
cayó el estudiante Bello se habían depositado varias
ofrendas florales.
Por su parte, la C.G.T. (que responde a Ongaro) dispuso
habilitar ollas populares.
INFORME DE CORRIENTES
El martes 13, a las nueve de la noche, terminó la reunión
de un grupo de estudiantes con el rector de la Universidad
Nacional del Nordeste, doctor Carlos A. Walker. Trataron
el paso del comedor de la universidad a manos privadas.
Esa misma noche otro grupo de estudiantes intentó volver a
entrevistar al rector en su residencia, el Hotel
Internacional de Turismo, y como no lo hallaron provocaron
algunos destrozos en las instalaciones. El clima de
tensiones se mantuvo hasta el jueves por la mañana, cuando
fuertes contingentes policiales vigilaban las dependencias
universitarias, en tanto que otros efectivos se
encontraban apostados en la zona céntrica de la ciudad.
Grupos de estudiantes invitaban a no concurrir a clases a
los alumnos del colegio Nacional General San Martín y
cruzaron sus puertas con fuertes cadenas. Alrededor del
mediodía los grupos dispersos de estudiantes se fueron
reuniendo en tres grandes núcleos que se apostaron en
Salta y 9 de Julio, Tucumán y 9 de Julio y 25 de Mayo y
Tucumán, en las proximidades del rectorado de la
Universidad. Los policías, con armas largas, se apostaron
convenientemente para evitar que los alumnos llegaran
hasta el edificio mencionado. Allí comenzaron las primeras
escaramuzas, pero sin que llegaran a mayores. Dos
estudiantes se presentaron ante la jefatura de Policía y
pidieron garantías, ya que querían entrevistar al rector y
se les había prohibido el acceso. Se les contestó que la
policía estaba instruida para ofrecerles todo tipo de
garantías. Precisamente, en esos momentos, desde los altos
de la casa ubicada en el 834 de Carlos Pellegrini, se
arrojó una bomba de estruendo que cayó sobre un automóvil
que pasaba por el lugar. El fuerte estampido provocó
confusiones que motivaron algunas corridas y
enfrentamientos entre policías y estudiantes, quedando
algunos contusos, heridos y detenidos como saldo.
Finalmente, y debido a una acción coordinada y decidida de
la policía, los estudiantes fueron desalojados de las
inmediaciones de la rectoría, pero volvieron a agruparse y
formaron pequeñas columnas aisladas que recorrieron
algunas calles céntricas hasta juntarse en Junín, la
principal de la ciudad.
La policía, entonces, cargó nuevamente contra los
estudiantes para disolver la manifestación y se produjeron
choques de importancia, quedando varios de los comercios
cercanos con sus vidrieras rotas. La violencia alcanzó su
máxima expresión en la esquina de Junín y San Lorenzo, sin
poder precisarse exactamente cómo comenzó. Algunos
testigos aseguran que las fuerzas policíacas fueron
víctimas de una violenta pedrea, y entonces éstos
dispararon sus armas contra los estudiantes. Fue en esos
momentos en que se vio caer al alumno de cuarto año de la
Facultad de Medicina, Juan José Cabral, alcanzado por dos
proyectiles en el pecha La víctima, nacida en Paso de Los
libres, fue trasladada a un sanatorio particular, donde
falleció poco después. Resultaron también heridos de bala
y con distintas contusiones los alumnos Ricardo Álvarez,
Joaquín Furand, Roberto Flynn, Luis Radich, Edgardo
Alférez, Manuel Luque, José María Río, Adolfo Fernández,
Armando Barrionuevo, Carlos Labarte, Rubén Ruiz Cobo,
Daniel Sosa, Jorge Castellú, Daniel Mardoni, José Mamón,
Rosa Acosta, Arnaldo Rearte, Francisco Monzón y Martha
Ranalli. Y los policías Esteban Villanueva, con herida de
bala en la rodilla derecha, y León Zacarías, con
contusiones en el pecho y una rodilla.
Revista Gente y la actualidad
22.05.1970
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Batalla campal. Una verdadera lucha se libró en las
calles céntricas entre estudiantes y policías. El
lamentable saldo fue un muerto y heridos
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