Parapetado tras sus habituales tics, el efervescente
cantautor y cineasta habla para SIETE DIAS sobre sus
últimas experiencias: Simplemente una rosa, film que
le redituará diez millones de pesos, y
Juan Moreira, "que será un gran fresco sobre la vida y
la muerte de una pasión argentina"
Alguna vez dijo: "Si tuviera un millón de pesos no
sería como soy". Fue hace cuatro años, claro, cuando
hacía sus primeras armas como cantante en un
sofisticado reducto de San Telmo y ni soñaba con que
una sola de sus canciones acabaría por arrimarle sumas
estrepitosamente mayores, por poner a prueba la
sinceridad del arranque. Al menos en eso, Faud Jorge
Jury (33, dos hijos), nom de guerre Leonardo Favio, se
ha mantenido fiel a sí mismo: sigue exhibiendo ese
carácter exaltado y difícil que le acarreó no pocos
problemas. Ya antes de haber cosechado el ruidoso
suceso discográfico de 1969 su labor cinematográfica,
sus irreverentes declaraciones y, en cierto modo, su
azarosa vida privada, lo habían señalado como un
personaje díscolo en torno a cuyas actitudes y
realizaciones, público y crítica no acababan de
ponerse de acuerdo. Actor consagrado en 'El
secuestrador' y 'La mano en la trampa', bajo la batuta
de Leopoldo Torre Nilsson, no tardó en dejarse tentar
por la dirección. Crónica de un niño solo, Romance del
Aniceto y la Francisca y El dependiente probaron que
se estaba frente a un hombre de intuición y talento
poco frecuentes. Luego de un intento fracasado de
convertirse en cantante popular —su primer tema,
'Quiero la libertad', vendió 500 copias— y cuando los
directivos del sello grabador estaban dispuestos a
rescindirle el contrato, 'Fuiste mía un verano' lo
instaló en pocas semanas en la codiciada categoría de
ídolo máximo de la canción. En su carrera no sólo dejó
atrás a Sandro y Palito Ortega, sino también los días
difíciles que conoció junto a María Vaner, con quien
se había casado en 1960. Del brazo de Carola, su
segunda esposa, transitó un éxito fácil que no le
exigía, al parecer, más que algunos renunciamientos.
Ahora, toda esa efervescencia parece evaporarse y L F.
ostenta, en cambio, un envidiable profesionalismo. Lo
enorgullece levantarse todas las mañanas poco después
de las siete y cumplir estrictamente sus horarios de
trabajo, incluso las ocho horas diarias de filmación
que demanda su última película, 'Simplemente una
rosa'. Una redituable experiencia, bastante alejada de
su postergado Juan Moreira pero que, sin duda alguna,
lo compensará de tantos desvelos. Entretanto, desayuna
con mate, almuerza frugalmente y se somete con
paciencia a un tratamiento de acupuntura que lo
deslumbra, pese a los mil doscientos dólares de costo.
Exultante todavía aunque con una serenidad
desconocida, casi formal, Favio conversó con SIETE
DIAS la semana pasada. Una conversación de la que no
estuvieron ausentes su mate inseparable, sus
arbitrariedades, sus gestos, su avasallante simpatía.
—La gente habla de un nuevo Favio. ¿Es cierto que has
cambiado?
—Es lógico y necesario. El cambio es vida. Si no te
renovás estás listo. Lo que no significa que no haya
cosas perdurables: el amor a la gente y a la tierra de
uno, la amistad. Son valores perdurables aunque con el
tiempo también se trasforman.
—¿Es madurez eso?
—Sí. Siempre y cuando no sea la madurez de la fruta
que se pudre y cae.
L. F. parece estar seguro de no caer. Su último viaje
a Chile —donde cantó ante una enfervorizada multitud
de 25 mil personas— no aporta, precisamente, elementos
para desmentirlo. Como tampoco su rotunda seguridad de
ser el cantante latino que más vende en España y
Estados Unidos o el hecho de que su pase del Canal 13
al 9 haya costado cinco millones de pesos y que cada
actuación le signifique un millón de ingreso.
Confirmación de una importante audiencia que, sin
embargo, no logra encubrir otra realidad: la demanda
popular del producto Favio ha disminuido. Aquel oleaje
incontenible que lo llevó a la cresta de la fama
parece haberse convertido en una serena marejada.
—Seguís siendo un intérprete taquillero, pero el boom
ha pasado, ¿por qué?
—Yo no necesito ser un boom. Ahora soy una
institución. Si no fuera así, los empresarios, que
conocen muy bien el negocio, no me cotizarían tan
alto.
Sorbe pausadamente su quinto o sexto mate, mira por la
ventana hacia la calle Paraguay y anuncia su próxima
mudanza a un dúplex bastante más amplio, un poco más
suntuoso. Un signo exterior de aburguesamiento que no
parece haberlo modificado profundamente. Lo concreto
es que alcanzó la popularidad y está decidido a
instalarse definitivamente en ella. Diez, veinte
canciones lo ayudarán a lanzarse "con todo" en los
próximos meses. Para eso están la guitarra, el
grabador y los amigos, y Jorge López Ruiz, su
arreglador y director de orquesta. También están los
bocetos para su soñado Juan Moreira: un Rodolfo Bebán
barbudo y severo, apuntes, dibujos de vestuarios.
—¿Qué pasa con Moreira?
—Que ya se viene.
—¿Qué significa esta película para vos?
—Pienso que Moreira tendrá que ser un gran fresco
sobre la vida y el hombre argentino, como esos murales
de los pintores mexicanos. Un vistazo hacia el pasado
pero, al mismo tiempo, de gran contemporaneidad. Algo
así como la vida y la muerte de una pasión argentina.
DIAS DE MATE Y ROSAS
Los primeros éxitos discográficos reemplazaron la
imagen del rebelde director de cine para reemplazarla
por la del cantante. Pero aun en momentos en que
parecía transitar otras emociones, Favio encontró la
manera de conciliarse consigo mismo y resucitó su
propósito de filmar la vida de Juan Moreira. Un
proyecto que ciertos intereses más concretos fueron
postergando, pero que "ni loco ni enfermo" pensó en
abandonar. Ahora está próximo a concretarlo con la
producción de Alejandro Romay. "Y yo pondré el
talento", exclama sin pruritos.
—En este momento, sin embargo, estás filmando
películas comerciales, ¿por qué?
—Porque me las pagan bien. Por ésta cobré diez
millones de pesos y por la próxima catorce.
—¿Y con Juan Moreira también pensás ganar mucho
dinero?
—También, pero en este caso el dinero es secundario.
Lo importante, para mí, será dirigirla. Lo demás es
riesgo del productor.
—¿Cuándo se estrena 'Simplemente una rosa'?
—En la primera semana de agosto. Todavía faltan filmar
algunas escenas que haremos en Chile.
—¿Por qué en Chile?
—Porque necesitamos grandes masas de público en la
calle.
Algo imposible de conseguir en la Argentina, donde las
vedettes de mayor cartel apenas colman un teatro. "De
allí las dificultades para que surjan nuevas figuras",
explica con el mate siempre en la mano y Carola a su
lado. Quedaron atrás, al parecer, las estruendosas
rupturas que periódicamente nutrían la crónica del
periodismo de comidillas.
—¿Hay estabilidad en tu vida afectiva?
—Sí, creo que la hay. Pero a eso se llega, ¿sabés?
—¿Sos disciplinado para trabajar?
—No. Pero te recuerdo una frase de Prevert: "Busca la
disciplina dentro de la libertad".
—¿Y para vivir?
—Menos. Vivir no es una disciplina. Es una aventura.
—¿Sos un tipo loco?
—¿Un tipo loco? Dios quiera, si es como yo me lo
imagina
—¿Sos intuitivo o intelectual?
—Mirá, creo que las cosas tienen que venir bien
batidas. La inteligencia que no alienta en el fondo
una llamada de pasión, se marchita. Y la intuición
tiene una lógica interna bien definida, aunque muchas
veces no nos demos cuenta.
—¿Te preocupan la gente, problemas del país?
—Me preocupan, me duelen. Escuchá: yo soy esa gente,
yo también parte de este país.
—¿Por qué no militás en política?
—Porque no necesito militar. Yo estoy metido en mi
país con sólo decir lo que pienso.
—En un reciente reportaje publicado por la revista
portorriqueña Teveguía, te manifestaste admirador del
Che Guevara.
—Eso es una infamia. Jamás hablé para esa revista.
Además , yo soy un demócrata de corazón.
—¿Estás de acuerdo con el enfoque del cine actual?
—Yo conozco, por lo menos, veintisiete realizadores
que tienen otros tantos enfoques. Y, aparte de que
algunos me interesan más que otros, Tom y Jerry me
siguen divirtiendo.
—¿Te gustaría dirigir televisión?
—Desde luego, pero el tiempo no me alcanza.
—¿Temés los altibajos de la fortuna?
—Como dijo un Kennedy: "Para el hombre no se hicieron
los refugios seguros".
—¿Quién es Leonardo Favio, para vos?
—Knov Smov Ka Pop.
Revista Siete Días Ilustrados
31.05.1971