"Cuando en Jujuy hacemos una crítica al Gobierno nos
tildan de subversivos, y eso no es democrático", dice
María Cristina Guzmán, diputada nacional por esa
provincia. Durante la entrevista que mantuvo con
Redacción, hizo un análisis de la actualidad política,
habló de sus proyectos y de sus renovados deseos sobre
la vigencia del federalismo.
MARIA Cristina Guzmán de Andreussi —27 años— es
diputada nacional por la provincia de Jujuy.
Representa al Movimiento Popular Jujeño, creado por su
padre, Horacio Guzmán, ex gobernador. En los últimos
comicios presidenciales apoyó a Francisco Manrique a
través de la Alianza Popular Federalista. Luego se
escindió de la misma y formó su propio bloque (en
rigor, monobloque) parlamentario. En su pequeño
despacho de la Cámara de Diputados —casi un cubículo—
dialogó con Redacción.
—¿Cuándo comenzó su militando. política?
—Casi desde la cuna. Mis padres son dirigentes
políticos de manera que determinar ese momento me
resulta difícil. Mis primeras armas las hice en la
época de la proscripción que Onganía impuso a los
partidos políticos. Pese a la prohibición, mi partido
contaba con un centro de estudios donde actuábamos las
mujeres. Sin embargo, por razones de edad, mis
derechos políticos de ciudadana pude ejercerlos recién
en las últimas elecciones nacionales.
—¿Cómo ubica a su partido dentro del abanico de la
política nacional?
—El Movimiento Popular Jujeño —que preside mi padre—
es un partido local, de neto corte federalista. Es una
corriente revolucionaria posible para reimplantar en
la Argentina un federalismo genuino. Queremos una
liberación nacional desde adentro, porque vivimos
divididos entre el puerto de Buenos Aires y el
interior, que es el proveedor de materias primas y de
la mano de obra barata.
—Usted ha salido ganadora de su confronte político, y
siendo una de las legisladoras más jóvenes nos
interesaría saber si le resultó fácil acceder a su
candidatura de diputada nacional.
—No tan fácil. Primero tuvimos una elección interna,
que tuve que ganar, y luego hacer mi campaña electoral
junto con el Movimiento. Ambas cosas me obligaban a
despertar la confianza de nuestra gente, sobre todo en
cuanto a que una mujer puede desempeñarse bien como
parlamentaria y como política.
—¿Cómo explica entonces que el Partido Justicialista y
la UCR tengan tan pocas representantes femeninas en el
Parlamento?
—Es la consecuencia de un viejo prejuicio que se
expresa en esa frase paternalista que dice: "La
política no es cosa para mujeres". Por eso estoy en
contra de todo lo que sea representación por bloques
parlamentarios femeninos o masculinos. Lo que debe
privar es la idoneidad y no el sexo.
—Usted ha presentado varios proyectos en favor de la
mujer el año pasado. ¿En el próximo período
legislativo hará lo mismo?
—Sí, en tanto y en cuanto sean necesarios. Las mujeres
debemos lograr la igualdad jurídica con el hombre. Por
ejemplo todavía subsiste el problema de la patria
potestad, cuyo ejercicio lo tiene el padre, y lo que
queremos, porque es justo, es dársela a ambos para que
los hijos no hagan diferencias. Hoy el rol de la mujer
ha cambiado, si bien es cierto que todavía existen las
diferencias biológicas por cierto muy necesarias; como
también ha cambiado la familia.
Ante estas modificaciones es necesario adecuar la
legislación, lo que no sería más que interpretar el
deseo de Vélez Sársfield cuando en 1869 comentó en una
nota de su Código Civil que los derechos de la mujer
con respecto al hombre acabarían por ser igualados en
los países más civilizados.
—Si prosperara el pedido de interpelación sobre la
escalada de la violencia solicitada por la UCR, ¿qué
le diría usted al ministro Rocamora?
—Que el Gobierno se defina; porque ha sido elegido,
entre otras cosas, para que nos devolviera la paz
social, pero para lograrla no debe utilizar el estado
de sitio o la persecución,
—¿Considera usted que se persigue a los opositores?
—En el interior sí. Nosotros por ejemplo tenemos un
grave problema, porque somos un movimiento popular de
raíz democrática y jamás alentamos la violencia; todo
lo contrario. Sin embargo, ahora quieren ponernos
títulos que no merecemos. Los que antes se pusieron la
camiseta de la "patria
socialista" y se la cambiaron después por la de la
"patria peronista", tratan de ponerle la misma prenda,
pero subversiva, a sus opositores políticos. Si
alguien hace una crítica le dicen que es golpista,
agente de la CIA o un elemento subversivo, y eso en un
país democrático no es correcto.
—¿Usted cree que hay que moralizar el país?
—Sí. Yo creo que el país está pasando por una crisis
moral, y eso me preocupa. Las crisis económicas o
financieras se superan, pero una crisis moral no sé
cómo habremos de superarla. Aquí se está perdiendo el
sentido de la honestidad, de la jerarquía y de las
instituciones, por lo que se hace difícil hablar de
institucionalización.
—¿Por qué hace esa afirmación?
—Porque en ese sentido podemos hablar cuando existe un
Gobierno que responde a los mandatos dados por el
pueblo, pero no cuando un poder Legislativo es
avasallado por el Ejecutivo cuantas veces quiera, con
el pretexto de que el Parlamento se encuentra en
receso. Eso era potable cuando se hizo la Constitución
Nacional y no se podía reunir a los legisladores en la
Capital en un tiempo razonable. Hoy en menos de 24
horas se los puede sentar en sus bancas del Congreso a
pesar de que se encuentren en los sitios más distantes
del país. También se ha avanzado sobre el poder
Judicial mediante la jubilación compulsiva de los
magistrados; se está contra el federalismo al
disponerse intervenciones que no se sabe cuándo van a
terminar, o cuando se nombran delegados interventores
del Partido Justicialista que van a las provincias con
funciones de virreyes y en la práctica crean un
gobierno paralelo. Los grandes objetivos nacionales
fijados por el Gobierno ya no los vemos; incluso el de
crear la "Argentina potencia" nos parece ya un sueño
lejano.
—¿Cómo interpreta usted la actitud del Gobierno con
respecto a los comicios de Misiones?
—Le faltó prescindencia y repartió dinero con
exageración durante la campaña electoral. Esa actitud
me produce esta reflexión: ¿una provincia para que sea
atendida tiene que pasar por un proceso electoral? Es
curioso que todo el foco de atención del Gobierno se
localizara en Misiones, mientras los temporales y las
lluvias asolaban el sur del país. A las provincias hay
que desarrollarlas en conjunto; no puede ser que por
una campaña electoral el Gobierno se dedique a una
sola, y compre conciencias con una máquina de coser.
—El Congreso debe tratar en las sesiones de este año
el régimen de radio y televisión. ¿Por cuál de los
proyectos se inclinará usted?
—Por un sistema mixto, y con una función orientadora
del Estado. Pero es el sistema privado el que
promoverá la creatividad del medio. Fíjese que estamos
con todas las emisoras intervenidas y la producción no
ha mejorado en absoluto. Se sigue prácticamente con
los mismos programas. Además, con un problema laboral
dentro de los canales, ya que no se paga a la gente
regularmente, no se puede esperar mucho. Por
televisión se está haciendo una gran propaganda
política, una especie de lavado de cerebros y una
difusión distorsionada. El jingle donde aparece toda
la gente sonriente y feliz es un poco mentiroso ¿no?;
yo no sé dónde está la alegría del pueblo cuando
diariamente nos enteramos de las matanzas, de las
bombas que estallan en cualquier parte, de los bajos
salarios, de la crisis económica... La televisión debe
ser utilizada por el Gobierno para ilustrar al pueblo
con respecto a los verdaderos problemas.
—¿Usted cree que el país estaba tan destruido como se
dijo?, ¿que era necesaria una reconstrucción?
—Nunca me gustó utilizar el término reconstrucción. En
el país se ha hecho mucho y no es cierto eso de que
tuvimos 18 años de aletargamiento. La Argentina caminó
a pesar que le quitaron, a través de los distintos
planes de lucha, la paz social que necesitaba. Me
alegro que ahora se haya decidido reintegrársela. Y
mantenerla, ya que no es patrimonio de un partido,
sino de todos los argentinos.
—¿Cómo ve la situación en las provincias del norte?
—Cada vez peor, por desgracia. No podemos ser
optimistas, porque de serlo no tendríamos conciencia
de nuestros problemas. En dos años no se ha hecho
nada; las obras incluidas en el Plan Trienal, por
ejemplo, estaban en marcha antes del 25 de mayo de
1973.
—¿Qué haría si fuera usted electa gobernadora de
Jujuy, su provincia?
—Allí sí que empezaría por construir, o por
reconstruir todo lo que se ha estado haciendo. Tenemos
una provincia inmensamente rica, pero está postrada.
Nosotros somos grandes productores de materias primas,
tenemos el 95 por ciento del plomo que se produce en
el país. Somos los primeros productores de tabacos
claros, y también de azúcar, y tenemos una población
de una calidad humana admirable.
Tenemos que dar a nuestra gente condiciones de vida
digna. Hacer las grandes industrias. Para eso
necesitamos electricidad. Bueno, procurémosla. ¿Por
qué nosotros no podemos tener nuestras fábricas que
industrialicen el tabaco y las hortalizas? ¿Por qué no
podemos procesar el mineral en su lugar de origen?
¿Por qué no podemos desarrollar la industria del
turismo? Esto último nos traería una gran fuente de
riqueza, pero para eso tenemos que preparar toda una
gran infraestructura.
—Pero parecería que en nuestro país hay una regla
fija: si algo fue planeado por un gobierno, el que le
sigue lo abandona.
—Claro, pero si continuamos con ese juego terminaremos
mal. Observemos cómo obra Brasil en ese sentido. Ellos
no discutieron como nosotros durante años,
directamente se pusieron a construir Itaipú. Si
seguimos así, desgraciadamente, nuestro país no será
liberado. Será siempre dependiente, y el sueño de la
"Argentina potencia" no lo veremos concretado.
—¿Aunque se corrija la política económica?
—Sí, pero que se corrija pronto porque no podemos
seguir echándole la culpa al ministro de Economía. El
Poder Ejecutivo Nacional es unipersonal, y a él le
cabe la responsabilidad de sus ministros. Por lo
tanto, hasta que no haya una definición concreta en
cuanto a los objetivos y a los medios a utilizar para
lograrlos, esto será un juego para mantener un poco
entretenida a la opinión pública, para crear nuevas
expectativas, pero no para dar satisfacción a todo lo
que el pueblo argentino está buscando.
[Emiliana López Saavedra]
REDACCION
mayo de 1975