Al anunciarse la semana pasada que una mujer, la doctora
Emma Pérez Ferreyra, había tenido una importante
participación en el descubrimiento del diprotón desde su
cargo de jefa de la Dirección de Investigaciones de la
Comisión Nacional de Energía Atómica, pareció confirmarse,
simultáneamente, que la aún incipiente revolución de las
mujeres ejecutivas marcha bien en la Argentina.
También pareció confirmar ese hecho una encuesta realizada
por PRIMERA PLANA y qua demuestra —aun con datos
provisionales— que son cada vez más en este país los casos
de acceso femenino a cargos de dirección en empresas
comerciales y reparticiones estatales. También aquí,
entonces, la mujer penetra —según las palabras del
sociólogo B. Issaev— en el núcleo formativo de la sociedad
y comienza a tomar directamente parte en el ejercicio del
control social y en la creación de valores culturales.
En general, los especialistas consultados coinciden en que
a una constante de desarrollo cultural y tecnológico
corresponde, casi siempre, una constante de más mujeres en
puestos ejecutivos.
Hace una década era casi imposible concebir en la
Argentina a mujeres ministros, jueces o gerentes de
personal. En el curso de este año, los redactores de
PRIMERA PLANA entrevistaron a ejecutivas instaladas en
puestos de esa jerarquía: todas ellas coincidieron en que
los prejuicios existentes en nuestra sociedad en esta
materia parecen haberse convertido paulatinamente en
amenguadas reticencias, muchas veces, inconscientes.
¿Cómo ser una ejecutiva?
Para la psicóloga Beatriz López —actualmente al frente de
una oficina privada encargada de examinar candidatos a
puestos ejecutivos— es evidente ese cambio. Pero señala
que, todavía, es muy pequeña la cantidad de mujeres que
aspiran a ingresar en el status ejecutivo. Según la
experta, desde la edad de los juegos, en adelante, la
mujer en nuestra sociedad es orientada hacia una actitud
pasiva y de dependencia. Sólo una creciente modificación
en los papeles sociales tradicionalmente adjudicados a
cada uno de los sexos y, por consiguiente, el cambio de
los entrenamientos de cada uno de los individuos —varón o
mujer— para desempeñar esos papeles traerán apareada, con
el tiempo, una capacidad cada vez mayor del sector
femenino para incorporarse a tareas que hasta hace poco
estaban reservadas exclusivamente al hombre. Según la
doctora López, tanto un ejecutivo varón como un ejecutivo mujer deben tener estas condiciones
fundamentales:
• Capacidad de dominio.
• Capacidad de empuje.
• Cierta dosis de agresividad.
• Adaptabilidad social.
La doctora López cree que el sistema de estímulos y
sanciones sociales, actualmente existente en la Argentina,
hace que la mayoría de las aspirantes a ejecutivas que le
tocó entrevistar en los últimos mases no reunieran todas
esas condiciones. En algunos casos no había suficiente
capacidad de dominio, en otros, la dosis de agresividad
era escasa o existían problemas de adaptabilidad social.
"En cursos de orientación para aspirantes a ejecutivos
—destacó la doctora López— he visto cómo las mujeres
asistentes preguntaban, sobre todo, si el sector femenino
tenía o no dificultades específicas para desenvolver con
eficacia esas tareas. Yo creo que en este momento social
pueden surgir, para una ejecutiva, ciertos problemas a
causa de su sexo, y por esta razón sería deseable que las
aspirantes a ese status tuvieran una adaptabilidad mayor,
una flexibilidad y adecuación al medio mayores, quizá, que
las que podrían exigirse a los hombres."
Sin embargo, la psicóloga no cree, de ningún modo, que la
mujer ejecutiva deba, necesariamente, masculinizarse.
Una famosa ejecutiva norteamericana, Esther Eberstadt
Brooke, llegó a demostrar, a juicio de agudos
investigadores, que a veces puede evidenciarse una neta
superioridad femenina en este tipo de ocupación.
¿Puede ser hermosa?
Otro psicólogo, también dedicado a la selección de
aspirantes para cargos directivos, el doctor Emilio
Bertoni, no cree, por ejemplo, que la belleza sea una
dificultad. "Una ejecutiva hermosa no tendrá dificultades
en el desarrollo de su tarea, siempre que sepa guardar una
distancia óptima con sus subordinados varones." Por su
parte, la doctora Beatriz López considera que, inclusive,
la belleza puede constituir una ventaja en determinados
puestos de dirección. "La belleza siempre gratifica.
Servirá para establecer un mejor rapport (armonía,
concordancia, simpatía) entre el jefe y sus subordinados
de ambos sexos. Para las empleadas será muy agradable
identificarse con una jefa de personal hermosa. La
facilitación del rapport con el sector masculino debido a
esa circunstancia, deberá equilibrarse con una distancia
óptima. De lo contrario, podría deteriorarse el status de
la ejecutiva. Es indudable que una jefa de personal bella
deberá ser ágil para la elaboración do ciertas situaciones
que pueden producirse con el sector masculino."
Las elegidas
Entre las fuentes consultadas, Executives Sociedad Anónima
aportó datos útiles. Carlos A. Rapoport, gerente de esa
empresa, dedicada exclusivamente a la búsqueda de personas
aptas para la dirección de tareas en el sector privado,
reveló que en los últimos 18 meses, alrededor de unas
treinta mujeres trataron de alcanzar el dorado status
mediante esta vía de selección.
Una docena de esas aspirantes llegaron con éxito a los
exámenes finales. Pero no todas fueron empleadas. En
algunos casos, la edad de la aspirante impidió su acceso al
cargo, a pesar de reunir todas las restantes condiciones.
En general, las empresas ya no tienen el prejuicio de
otros tiempos con respecto las edades superiores a los 40
ó 50 años, pero, ocasionalmente, todavía se producen
dificultades de este tipo en la selección de ejecutivos.
Cuatro de las candidatas fueron empleadas en cargos
importantes. El resto integra el fichero de Executives
para ulteriores promociones.
Ese cuarteto de nuevas ejecutivas se desempeña en sus
cargos sin inconveniente alguno. Todas tienen alrededor de
los cuarenta años de edad y exhiben una agradable
apariencia. Una de ellas es secretaria del presidente de
una importante compañía internacional con sede en Buenos
Aires. Las otras tienen actividades netamente ejecutivas:
jefa de ventas, jefa de relaciones públicas y jefa de
personal femenino (400 empleadas bajo su mando).
El caso más interesante mencionado por Rapoport es el de
la actriz de teatro que llegó a ocupar el cargo de jefa de
relaciones públicas. Una mañana se presentó en las
oficinas de Executives: sin hesitar entró en las oficinas
taconeando unas brillantes botas de montar. Llegaba de
cabalgar por los bosques de Palermo. Ahora gana muchas
decenas de miles de pesos al mes introduciendo los suaves
bouquets de vinos y champañas en importantes sectores del
mercado consumidor. Al parecer, su dominio de la escena
—es una buena actriz— le ha transvasado una sutil
habilidad a sus actuales tareas. La gran empresa que tomó
a la jefa de personal para sus 400 empleadas está
satisfecha a su vez: ella ha conseguido el rapport que
durante muchos años buscaron sus directivos en ese sector
de producción.
Los ejemplos notables
La encuesta realizada halló, también, mujeres ejecutivas
en el alto nivel de la administración de justicia. Tal es
el caso de la doctora Margarita Argúas, integrante de la
Cámara en lo Civil de la Capital Federal y, además,
profesora de Derecho Internacional Privado en la Facultad
local. También es jueza en lo civil, pero de primera
instancia, la doctora Luisa Anastasi de Walger. En un
juzgado en lo criminal hay una secretaria: la doctora Elsa
Nelly Ricur, quien también es presidenta del Instituto de
Criminología. Estas mujeres llegaron a la justicia tras
haberse destacado persistentemente en su labor profesional
y didáctica. Ninguna de ellas quiso hacer declaraciones:
la majestad de las tareas judiciales lo impide
expresamente. La camarista Margarita Argúas dijo, tan
solo, textualmente: "Es inútil su insistencia, no puedo
hacer declaraciones. Nuestra misión es idéntica a la de
los jueces: tratar de dictar fallos justos."
En los medios publicitarios, desde hace 17 años se halla
ubicada en nivel ejecutivo la señorita Susana Aramburu, A
los 18 años maestra medalla de oro, no pudo, empero,
ejercer la docencia. Entró entonces en la filial argentina
de la empresa publicitaria norteamericana Mc Cann
Erickson, donde en pocos años alcanzó la jefatura de
medios gráficos, vía pública y cinematográfica. La
señorita Aramburu admite que en cierto modo fue una
pionera como mujer ejecutiva. Sin embargo, afirma no haber
tenido dificultades. Al contrario, cree que su femineidad
le ha sido muy útil. No encontró prejuicios ni
reticencias. En 1963 su sueldo alcanza a varias decenas de
miles de pesos, vive en su propio departamento y maneja un
Fiat 750. En las próximas semanas concurrirá a un congreso
de ejecutivos que se realizará en Cannes. Una máxima de
Confucio preside sus tareas: "Soy feliz, tengo muchos
buenos amigos."
Gerente de personal
En Sarmiento 1230, sede de la Kaiser, PRIMERA PLANA
entrevistó a una gerenta de personal que tiene en sus
manos la supervisión de 500 empleados administrativos.
Muchas veces, cuando ejecutivos de otras empresas desean
hablar con el "gerente", se sorprenden al escuchar una voz
femenina.
Anita Delia Crinigani está en ese cargo desde 1959.
Selecciona a los nuevos empleados. También, como pasa en
toda gerencia de personal, debe decidir en definitiva en
los casos de conflictos. En su trabajo aplica, sobre todo,
responsabilidad, dedicación, sentido de la justicia.
Este gerente femenino rechaza la idea de que una ejecutiva
deba masculinizarse para cumplir mejor su cometido.
Tampoco admite que tareas de este tipo impidan a una mujer
su realización como esposa y madre. "Desde luego, no
podría tener muchos hijos."
En este caso, la vocación ejecutiva se trasunta, también,
en la vida extraoficinesca de la señorita Crinigan:
actualmente es secretaria de la Federación de Sociedades
Irlandesas de la República Argentina.
Revista Primera Plana
25.05.1963
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