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Bohemio, luchador, niño terrible y Don Juan: ¿Quién es Carlos Perette?
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En un discurso pronunciado hace 15 días en el club Honor y Patria, Alfredo Lorenzo Palacios se refirió humorísticamente a Carlos Humberto Perette calificándolo como "un grano de locura". Se trata de lo que el sociólogo norteamericano Allport hubiera considerado como un clásico chiste doble; indudablemente, la expresión tiene dos contenidos alusivos al vicepresidente electo: su baja estatura ("un grano") y su temperamento quizá excesivamente poco rígido ("... de locura").
Lo curioso es que a Perette, lejos de molestarle, le pareció "altamente publicitaria" la imagen contenida en el chiste de Palacios, del mismo modo que siempre considera positivos los dibujos de Landrú, habitualmente publicados en Tía Vicenta y El Mundo, donde se satiriza su baja estatura.

Experto en relaciones públicas
Lo primero que puede decirse de Perette es, entonces, que ofrece la imagen de un zumbón, 'enfant terrible', algo irresponsable y divertido, y que le gusta proteger esa imagen pese a la poca ortodoxia que presenta, desde el punto de vista de las relaciones públicas, para un vicepresidente de la Nación. El hecho es más curioso si se piensa que Carlos Perette es un experto en relaciones públicas.
En 1953 era uno de los más fogosos diputados de la oposición radical al peronismo. Ese año la diputada justicialista Carmen Macri (que tampoco se destaca, precisamente, por su alta estatura) solía entrevistar cotidianamente al ministro de Hacienda, doctor Pedro Bonanni, para activar ciertos trámites personales que tenía inconclusos. Durante sus visitas, la extrovertida legisladora hablaba reiteradamente, y con gran entusiasmo, de su admiración por Perette. Un funcionario técnico del Ministerio, sorprendido al oír tales elogios a un opositor, expresó su asombro: "Usted olvida que es un enemigo político", exclamó. La señorita Macri respondió instantáneamente:
—Ninguna de las diputadas justicialistas lo consideramos como enemigo porque... ¡es tan buen mozo!
Lo cierto es que Perette, brioso vicepresidente electo, de 48 años, soltero —riguroso hasta ahora—, tiene también fama de desarrollar una agitada vida sentimental. Y ésa es otra de las facetas que Perette protege celosamente, pese a que la ortodoxia en relaciones públicas para un vicepresidente aconseja siempre la divulgación de una figura hogareña y paternal. Quizá esta estrategia pueda ser explicada por la frase de un eventual informe confidencial que presentó uno de los equipos asesores de la campaña electoral de la UCRP: "No conviene insistir demasiado en las imágenes de los candidatos como figuras familiares, dado que ese tipo de publicidad está actualmente un poco desgastada. La figura de Illía de por sí permite, por lo demás, agotar la idea de un padre bueno. En cuanto a Perette, sería útil aprovechar su temperamento natural, sin forzar las situaciones, con el objeto de hacer impacto en otro tipo de mentalidad."

Sin solemnidad
El cuadro de "informalidad" de Perette quedaría completado con otras dos circunstancias: el vicepresidente electo aparece como el hombre capaz de decir las cosas más insólitas, inesperadas e "inconvenientes" en sus discursos políticos (no vaciló en hacer, recientemente, una alusión positiva a los comunistas en un acto realizado en el Movimiento de Defensa del Petróleo). Y, además, se exhibe como totalmente incapaz de cumplir solemnes compromisos formales en materia de citas, horarios y asistencia a reuniones.
Pero quizá esa presentación de un Perette informal no responde totalmente a la realidad: una personalidad desorganizada —bohemia, donjuanesca y quijotesca, según la mejor tradición romántica— difícilmente podría tener algunas de las características que Perette también posee. Por de pronto, su notable capacidad de trabajo y su constancia de numismático. Vive en un departamento pequeño, ubicado en pleno barrio del Abasto (calle Jean Jaurés, a la altura de Lavalle). Allí puede verse infinidad de carpetas con temas rigurosamente clasificados, que van desde el problema del petróleo hasta las crisis internas de los partidos políticos: las carpetas ocupan todas las habitaciones, incluyendo partes de la cocina y el baño (el "bidet" fue convertido en una improvisada estantería, que lo hace inutilizable: allí hay más carpetas, inclusive una muy gruesa donde se hallan coleccionados todos los datos referentes al "affaire" Alejandro Gómez).
Perette recibe cotidianamente cuatro ejemplares de cada diario, revista y semanario, y suele vérselo hasta las cuatro de la mañana— y mientras mantiene algún diálogo político— recortar y clasificar fatigosamente todos los artículos vinculados con temas de su interés.

Beso y profecía
Otra de las condiciones de Perette es su capacidad para conquistar amigos y su perseverancia para mantenerlos. Esos amigos recorren toda la gama de las ideologías políticas (desde conservadores hasta comunistas) y los más curiosos estratos profesionales. Fidel Pintos es uno de sus predilectos; en 1955, las autoridades de la Revolución habían iniciado un expediente contra el actor cómico, con el objeto de despojarlo de todos sus programas: lo acusaban de haber colaborado con el peronismo.
Carlos Perette, que no lo conocía personalmente, entendió que un artista no podía ser privado de su fuente de trabajo "por el solo hecho de haber actuado en algunos programas organizados por el peronismo" y consiguió, por medio de sus amigos en el gobierno de entonces, detener el expediente. Fidel Pintos se enteró casi casualmente de la intervención de Perette: inmediatamente lo llamó por teléfono y le pidió una entrevista a los efectos de agradecer directamente su gestión. Pintos y Perette comenzaron a tutearse apenas se trataron y, durante un tiempo, prosiguieron viéndose de vez en cuando. En marzo de 1963, siendo ya Perette virtual candidato a la vicepresidencia, se encontró con Pintos en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Entre Ríos. Se abrazaron y el actor cómico le dio un beso, diciéndole:
—Estoy seguro de que el beso de este narigón te va a traer suerte.

Política y porvenir
Ideológicamente, Perette es considerado un clásico liberal en materia política y un nacionalista en los aspectos económicos. Se inició haciendo política universitaria en las filas reformistas: actuó siempre en el sector unionista del radicalismo, pero con un particular matiz que lo acercaba muchas veces a algunos postulados de los intransigentes.
En 1961 rompió con el unionismo tradicional y afirmó una personalidad propia tomando posiciones que lindaban con el balbinismo. Otros dos datos ayudan a definir las ideas político-sociales de Perette: es un fervoroso defensor del cooperativismo (uno de sus libros se llama, precisamente, Cooperativismo) y dedicó gran parte de sus energías a combatir el antisemitismo, militando en casi todas las organizaciones que se crearon en el país para luchar contra los prejuicios raciales.
Las cuestiones caballerescas ocuparon parte importante de la vida política del doctor Perette, que tiene fama de escéptico en materia religiosa (a pesar de su admiración por la figura de Juan XXIII): algunos de los desafíos que tuvo durante los últimos años de su acción parlamentaria fueron lanzados por el periodista Rodolfo Baltiérrez, el entonces embajador Raúl Damonte Taborda y el ex senador nacional Luis Armando Turano: los tres retos se plantearon en octubre de 1958. En Paraná, Perette gusta decir que el cargo que desempeñó con más satisfacción fue el de presidente del club local.

Acusaciones contrapuestas
Dos acusaciones —de signo contrapuesto— suelen formularle actualmente algunos de sus inquietos adversarios políticos: haber apoyado al sector "colorado" de las Fuerzas Armadas en las recientes crisis militares y simpatizar con los izquierdistas. Perette las rechaza: sostiene que estuvo alejado de toda intervención directa en las crisis militares y destaca su amistad con algunos de los más importantes jefes azules (como el general Carlos Jorge Rosas); por otro lado —dice— sus ideas se centran en una posición de reformismo social, nacionalista, popular y democrática, totalmente alejada de los extremismos.
"Lo que pasa —suele aclarar— es que no hago ni haré maccartismo y puedo creer que, en algunos temas concretos, es posible una coincidencia circunstancial con los comunistas. ¿No coincidieron, acaso, Churchill y Roosevelt con ellos cuando se trataba de derrotar al nazismo?"

Vicepresidente activo
Nadie duda de que Perette será un vicepresidente activo: su temperamento no le permite llenar la función meramente decorativa de presidente del Senado. Como su colega norteamericano Lyndon Johnson, cumplirá seguramente algún papel ejecutivo en el próximo gobierno.

Revista Primera Plana
27.02.1963

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Carlos Perette
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