"Como profesional, como individuo, como psicoanalista,
desarrollo mi actividad —en apariencia— libremente, sin
perturbación alguna, en un mundo en el que, sin embargo,
todo está perturbado. ¿Qué clase de libertad es la mía
entonces? ¿Libertad o aislamiento?" Pronunciado por
Gilberte García Reynoso durante el último Simposio que se
realizó en la Asociación Psicoanalítica Argentina, este
interrogante simboliza, de algún modo, el comienzo de un
proceso que, el jueves 4, produjo un fruto decisivo: la
renuncia a la APA de 19 de sus miembros. Un manifiesto de
tres páginas destinado a los trabajadores de la salud
mental consignó las motivaciones ideológicas del
alejamiento. Todos integran el grupo Plataforma, nacido a
la vera del Congreso Internacional al que convocó, en
Roma, la Asociación Psicoanalítica Internacional.
Pero los 19 sobres que se acumularon en la mesa de
entradas de la APA el jueves 4 no fueron las únicas
renuncias. Pocos días después, 22 profesionales —enrolados
en el grupo Documento— depositaron sus respectivos adioses
a la casa de la calle Rodríguez Peña. Durante toda la
semana pasada, tensas llamadas telefónicas y múltiples
cónclaves extendidos hasta el amanecer sirvieron para
decidir a los más remisos: una lista compuesta por otros
10 nombres —entre los que figuraría uno célebre, Enrique
Pichón Riviére— circulaba, el miércoles a la noche, por
los perturbados consultorios.
LA PIRAMIDE. Según los integrantes de Plataforma, la vida
cotidiana de la APA termina por arrinconar a sus
pobladores en un reducto opresivo. "Si bien las
represiones manifiestas —aseguran algunos— no abundan, en
esto consiste su ingeniosa manera de sobrevivir. La
represión reside en su misma estructura, cerrada y alejada
de la realidad."
Fundada en 1943 por Ángel Garma, Lucio y Arnaldo
Rascovsky, Celes Cárcamo, Marie Langer y Enrique Pichón
Riviere, la APA nuclea ahora —sin contar con las flamantes
renuncias— a 367 profesionales. Un riguroso peregrinaje
espera al médico que pretende satisfacer sus veleidades de
psicoanalista. Deberá lograr, en principio, su admisión al
Instituto de Psicoanálisis —la escuela de la APA dirigida
por David Liberman— mediante un largo análisis didáctico.
En ese jardín de aclimatación recibe el nombre de
candidato y, paralelamente a su acto de fe a Freud, debe
cumplir con seminarios, controles (un didacta supervisa
sus casos) y monografías.
EN BUSCA DEL PSICOANALISIS. Este espeso clima desencadenó,
lentamente
un proceso mezclado de desilusiones y nuevos proyectos.
Los 19 renunciantes de Plataforma —dos de ellos, Marie
Langer y Emilio Rodrigué, son miembros fundadores de la
APA— consideran que las sociedades psicoanalíticas existen
solamente para proteger el rol profesional —status— de los
psicoanalistas. Es un desgaste que contribuye a paralizar
el desarrollo científico y la función social del
psicoanálisis. Carlos Vigliani, Manuel Braslavsky, Andrés
Gallegos y Juan Volnovich expusieron, ante Panorama, sus
disidencias respecto de las políticas institucionales:
"Dentro de la APA, los profesionales aceptan un papel
sumiso, devastador. Durante años, cumplen los ritos
necesarios para escalar las diferentes categorías y,
llegados a la cima, hacen cumplir rigurosamente las mismas
etapas a los que vienen detrás", aseguran.
Para Plataforma, también los congresos internacionales
muestran cómo las metrópolis del psicoanálisis ejercen una
colonización cultural que reduce a la ciencia a una mera
rutina. Excluyen, además, la posibilidad de exhibir los
problemas latinoamericanos, más graves, en general, que
los europeos. "En marzo del 70 —narró el cuarteto
portavoz— se concretó nuestro grupo, justamente como
oposición a esas políticas. Sin embargo, su aparición en
la APA se produjo posteriormente. Un cónclave realizado en
Porto Alegre —del que participó la institución argentina—
tenía como tema fundamental Violencia y agresión en la
sociedad contemporánea. Pero el gobierno brasileño exigió
u cambio en la temática; fue trasformado, entonces, en
Corrientes actuales del pensamiento psicoanalítico. El
relato oficial de la APA —precisó Braslavsky— postuló la
autonomía del psicoanálisis respecto del contexto
socio-político. Defendieron, abiertamente, la neutralidad
del científico."
Esas propuestas surgidas de la Comisión Directiva
aceleraron la aparición belicosa de Plataforma. Su opera
prima fue la denuncia de una supuesta trampa: "La
neutralidad —objetaron— es un modo de despojar al
científico de su capacidad crítica". Aunque el equipo
disidente nunca se propuso —aseguran— copar los sitiales
de la Asociación, esa inesperada ofensiva ofuscó a sus
titulares. "Plataforma nunca tuvo como objeto tomar el
poder de la APA." Consideran, por el contrario, que el
trabajoso esfuerzo que exigiría lograr módicas reformas
sólo serviría para desgastar buenas voluntades.
Mientras los popes de la APA buscan carencias científicas
en las curricula de los 19 réprobos, ellos intentan la
tarea de rescatar la excelencia del psicoanálisis. perdido
en el barro burocrático. Guiados por la vena social de
Freud, pretenden abrir nuevas vías a su desarrollo, junto
a sociólogos, epistemólogos, lingüistas y psicólogos.
"Queremos salvar al psicoanálisis de los compromisos con
el sistema que las instituciones contrajeron en su
nombre."
LA VANGUARDIA. Al pie de un virulento manifiesto,
aparecieron los 19 nombres de la primera escisión masiva
que sufre la Asociación Psicoanalítica Argentina: Emilio
Rodrigué, Marie Langer, Diego García Reynoso, Gilberte
García Reynoso, José Rafael Paz, Carlos Vigliani, Lea de
Vigliani, Manuel Braslavsky, Andrés Gallegos, Juan
Volnovich, Armando Bauleo, Hernán Kesselman, Guido
Narváez, Eduardo Pavlovsky, Gregorio Barenblit, Fanny
Barenblit de Salzberg.
Esta ruptura no es la primera —Daniel Lagache y Jacques
Lacan se alejaron de la Asociación Psicoanalítica Francesa
y en Brasil existen cuatro entes afiliados a la
institución internacional—, pero es la única que ocurre
por altercados ideológicos. También en la Argentina
existieron algunos célebres alejamientos: Francisco Pérez
Morales y Alberto Fontana. Como la APA prohibía el uso del
lisérgico en los tratamientos, construyeron sus propios
productos.
Esta legión de analistas confeccionó, en cambio, un libelo
que consigna, casi exclusivamente, diferencias
ideológicas: "Sabemos que este alejamiento nos trasciende
como psicoanalistas y aun como personas, cobrando un
significado que se proyecta en un contexto mucho más
amplio que el de la vida científico-institucional.
Sostenemos que esta separación, producto de un largo y
difícil proceso, es indispensable y que no puede ser
callada y resignada puesto que nos declaramos abiertamente
partidarios de una inscripción cualitativa y
cuantitativamente distinta dentro del proceso social,
económico y político nacional y latinoamericano. Como
científicos y profesionales tenemos el propósito de poner
nuestros conocimientos al servicio de las ideologías que
cuestionan sin pactos al sistema que en nuestro país se
caracteriza por favorecer la explotación de las clases
oprimidas, por entregar las riquezas nacionales a los
grandes monopolios y por reprimir toda manifestación
política que tienda a rebelarse contra él".
Coherentes, en apariencia, con esta proclama, el grupo
Plataforma asegura que no constituirá una nueva APA. Su
consigna es, por ahora, formar analistas menos preocupados
por el seductor brillo personal.
EL CULTO A LA INSTITUCION. Otras 22 despedidas a la APA
fueron enarboladas el lunes 15 por la mañana. Surgieron
de Documento, una agrupación que nació a principios de
este año entre algunos analistas descontentos con la
conducción oficial. Mantienen, sin embargo, ciertas
diferencias con sus colegas de Plataforma, aunque algunos
nombres figuraron —a veces— en ambos grupos. Sus
integrantes pretendían, hasta hace poco, que una actividad
reformista en la APA podía brindar variados provechos. La
renuncia masiva de la mayoría de sus miembros desmiente,
en la realidad, esa actitud. Los sindicados manifiestan no
estar en condiciones, de todos modos, de diseñar un
panorama de sus futuras estrategias.
Entre contradicciones y respuestas indecisas, los
psicoanalistas ofuscados de la APA parecen vivir
turbulencias importantes. Algunos componentes de
Plataforma suponen que los enrolados en Documento
terminarán por alinearse en sus filas; otros suponen que
el proceso de evolución le llevará, a cada analista, un
arduo tiempo.
La lista confeccionada por Documento registra 22 nombres:
Fernando Ulloa, Horacio Scornik, Hugo Bleichmar, Emilce
Dio de Bleichmar, Gilberto Simoes, Raquel Simoes, Aldo
Melillo, Hugo Bellagamba, Aída Romanos, Ignacio Maldonado,
Diana Etinger de Alvarez, Santiago Dubkovsky, Lea Rivelis
de Paz, Jaime Schust, Leopoldo Salvarezza, Ricardo
Grimson, Bernardino Horne y Carlos Kaplan. Cuatro
componentes del grupo declararon que no renuncian todavía:
Santiago Korin, Andrés Rascovsky Eduardo Kalina y Ricarlo
Avenburg.
Mientras la veintena de colegas de Documento se afanaban,
durante el fin de semana, en la confección de libelos y
cartas aclaratorias, un analista muy conflictuado confió a
Panorama —renuncia en mano—: "Salir de la APA es tan
difícil como entrar".
PANORAMA, NOVIEMBRE 16, 1971
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Marie Langer
Emilio Rodrigué
Hernán Kesselman
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