Illía: Reuniones con militares y trámites para
formar gabinete
El jueves por la tarde, socarronamente, un observador
político comentó: "El anteúltimo paso del proceso que
conducirá al cambio de gobierno del 12 de octubre está
dado: ya se llamó a licitación para proveer de bastón y
banda al doctor Arturo Illía".
Sin embargo, más allá de las tintas humorísticas, otros
elementos de opinión indicaban que ningún obstáculo va
quedando en el camino que desembocará en la transmisión de
mando.
En realidad, una reunión realizada el domingo 18 de agosto
había dotado al doctor Arturo Illía del último reaseguro
posible en lo que concernía a las relaciones entre el
poder civil y las Fuerzas Armadas. Ese día, en casa del
doctor José Luis Cantilo, tuvo lugar una "conferencia de
alto nivel" entre el dueño de casa, el presidente electo,
el doctor Pedro Duhalde (asesor de Illía en asuntos
militares), los generales Juan Carlos Onganía, Alejandro
Lanusse y Julio Alsogaray y el coronel Tomás Sánchez de
Bustamante. Según se reveló ahora, ésta es una de las
entrevistas realizadas semanalmente, en los últimos 45
días, para tratar asuntos vinculados con el tema "poder
civil y poder militar". Pero la reunión del 18 fue la
decisiva: durante su transcurso se logró un acuerdo
aparentemente definitivo entre los militares y Arturo
Illía.
Aunque no se conocen los detalles de ese acuerdo, se sabe
que, por lo menos, habría habido decisión formal respecto
de tres puntos: a) no reincorporación de militares
"colorados"; b) mantenimiento de los mandos actuales del
Ejército y c) designación de José Luis Cantilo como
ministro de Defensa.
No obstante, en los medios "azules" persistía, hacia el
fin de semana, cierta inquietud: algunos oficiales
reiteraban que seguía en pleno funcionamiento un llamado
"Operativo Copamiento" que estaría gestando un ex
subsecretario de Guerra. El plan consistiría en: provocar
el pedido de retiro del general Onganía; intentar
persuadir al general Caro para que acepte asumir el
comando en jefe; presionar al nuevo gobierno para
conseguir que el general Rauch sea designado secretario de
Guerra. La inquietud no se había disipado totalmente luego
de la reunión del 18 en casa de Cantilo, y ciertos
observadores se animaban a señalar que debía ser
relacionada con un reciente discurso que el coronel
Alcides López Aufranc pronunció en Magdalena ("Lamentamos
que hoy se levanten voces que presagian momentos difíciles
y nos obligan a mantenernos cohesionados", dijo el viernes
pasado).
En cambio, el doctor Illía —después de su conferencia con
los militares— se dispuso a viajar a Cruz del Eje en
compañía de Luis A. Caeiro, Héctor Llorens e Isidro
Fernández Núñez: el indicio era importante, ya que,
resuelto a su criterio el aspecto castrense, se aprestaba
a organizar definitivamente su gabinete.
El general Rosendo Fraga, decidido "azul" y último
secretario de Guerra de Frondizi, había tenido —al
parecer— algún tipo de intervención en los contactos entre
Illía y el Ejército. Y, luego de consultar a sus amigos,
había enviado, el jueves pasado, su conformidad para la
designación de Cantilo como ministro de Defensa.
Al mismo tiempo trascendía que la idea de Illía de dar
representación a
distintos sectores en el gabinete nacional seguía en pie,
y el sábado a mediodía —al cerrar esta edición— se
aseguraba que un dirigente democristiano, el arquitecto
Morea, había comprometido su participación como secretario
de Obras Públicas del próximo gobierno.
La reunión de los Colegios Electorales provinciales, para
elegir gobernadores, iniciaba ayer el último capítulo del
retorno a la normalidad constitucional. Un radical del
Pueblo anticipaba, ese día, un epílogo altamente simbólico
para el proceso iniciado con el derrocamiento de Arturo
Frondizi: el mismo 12 de octubre, después de la ceremonia
de transmisión de mando, el presidente saliente José María
Guido subirá quizá melancólicamente a un avión y se
trasladará a Río Negro. Ya ha anunciado a sus íntimos que
no intervendrá más en la política activa.
o-o-o-o-o-o
UCRI
Alende declara la guerra y escribe
Hacia fines de la semana pasada, el sector alendista del
radicalismo intransigente había retornado a una posición
de extrema beligerancia con el frondizismo. Por medio de
los diarios se aprestaba a informar que su posición era,
en esta etapa del desarrollo de la crisis, la siguiente:
continuación de la reorganización partidaria (vale decir:
intervención a los distritos frentistas) y no aceptación
de ninguna negociación con los frentistas (se exige
acatamiento incondicional a la Junta Nacional encabezada
por Oscar Alende).
Evidentemente, Alende respondía a las presiones de su
propio frente interno, disconforme con su conducción, que
es acusada de "blanda" (ver PRIMERA PLANA, número 41). El
círculo íntimo del ex gobernador bonaerense señalaba,
además, que Alende estaba desarrollando su labor en tres
planos distintos, aunque convergentes:
•La redacción final de un libro, cuya aparición será muy
próxima, "titulado El último año. Allí, Alende analiza el
proceso posterior al derrocamiento de Frondizi.
•La elaboración definitiva de un documento, que será dado
a conocer alrededor del 12 de octubre. Según los
alendistas, allí "se enjuiciarán severamente las
deformaciones de la política de desarrollo y se reubicará
a la UCRI en una línea auténticamente argentina, dentro de
los objetivos de la Revolución Nacional". Están trabajando
en ese documento —además de Oscar Alende— los doctores
Ataúlfo Pérez Aznar, Gabriel Del Mazo, Tomás Arana y Aldo
Ferrer.
•La estructuración y organización de todo el material
relativo a cifras comparativas de las últimas elecciones.
Dicho material será reunido luego en un folleto que
llevará como título: Posición de la UCRI y Demografía
Electoral. La tesis, allí, sería la siguiente: en 1963, y
contra las instrucciones de Frondizi, la UCRI retornó a su
cauce electoral normal. Y este concepto se complementa
así: en 1957 y 1958 (en mayor o menor intensidad), la UCRI
fue receptáculo de votos de sectores populares; en 1960,
la UCRI hizo una .óptima elección en las aristocráticas
secciones 19ª y 20ª de la Capital y en distritos
residenciales del Gran Buenos Aires, como San Isidro, pero
fracasó en las barriadas obreras. El 7 de julio último, la
UCRI volvió a ser fuerte en las zonas populares. Para
Alende, es suficientemente demostrativo el resultado
comparativo de comicios en Villa Diamante ("corazón de la
parte obrera de Lanús"): en 1958, la UCRI obtuvo 8.800
votos; en 1960, sólo 1.000; en 1963, 6.600 sufragios (más
que todos los partidos juntos y el doble del número de
votos en blanco). Este análisis de demografía electoral
seguiría así: "Si Frondizi obtenía sus votos en los
lugares residenciales, donde ahora se votó a UDELPA, ¿cómo
recuperará su poder político?".
o-o-o-o-o-o
Justicialistas
Dos informes y varias líneas
Los dirigentes justicialistas tienen conciencia de que el
movimiento de esa tendencia está pasando por la más seria
crisis de su historia, como consecuencia de haber sufrido,
por primera vez, una derrota electoral de características
espectaculares. Muchos discuten ahora si lo que fracasó
fue la política frentista o la línea, finalmente impuesta,
del voto en blanco, pero todos admiten, a esta altura de
las cosas, que la propia conducción de Juan Domingo Perón
es la que está en juego.
Política pendular
Hasta ahora, el justicialismo ha ido realizando una
política típicamente pendular: cada vez que fracasaba la
"derecha" (Vandor-Iturbe), se le entregaba la conducción
real a la "izquierda" (Matera o Framini), y viceversa. Un
detallado informe, solicitado por dirigentes gremiales
justicialistas, arrojó esta vez un saldo inesperado.
Existirían algunas fuerzas que ya no aceptan el vaivén
pendular. Según el citado informe —que tiene carácter
exclusivamente confidencial— habría, básicamente, tres
sectores que están manifestando una oposición simultánea
tanto a la línea "Unión Popular-Vandor -Iturbe-Parodi"
como a las variantes materista y framinista. Serían:
• Los "neo-uturuncos". Protagonizaron recientes episodios:
el robo del sable de San Martín, el incendio de una
bandera norteamericana en Salta, la captura de un ómnibus
en un acto de homenaje a Valiese. Cuestionan todo del
peronismo y son, ideológicamente, nacionalistas de
izquierda. Retoman el camino de la acción directa que
ensayaron, sin éxito, los "uturuncos", pero con una
diferencia fundamental: en
vez de trabajar mediante guerrillas aisladas en el
interior, realizan operaciones de comandos inesperadas y
"publicitarias". Son una copia de los "comandos del
hambre" (donde también actuaban comunistas), con los que
disputan las iniciativas. Sus miembros pertenecen a la
juventud peronista.
• Los "ideólogos de izquierda". Están unidos,
generalmente, en torno de un Instituto de estudios que
organizó el gremialista Vázquez, ex secretario adjunto de
la CGT de Avellaneda. Alejados de Framini y de Vandor,
fueron influidos por el marxismo y tienen contacto con
algunos núcleos trotskistas.
• La "izquierda tradicional" del peronismo. Integrada,
entre otros, por Rafael Jornet, José Mendoza, Dante Viel y
Mario del Río, gana influencia pero no progresa en materia
de organización.
Además, el informe destaca la acción independiente de
algunos núcleos peronistas de izquierda, con cierta
influencia en la FOTIA (Federación Obrera Trabajadores
Industria del Azúcar) y las CGT de Formosa y Jujuy.
Este documento, de restringida circulación, ha despertado
asombros entre aquellos dirigentes que tuvieron contacto
con él. Sin embargo, no es el único aparecido en estos
últimos días en el ámbito del movimiento.
Otra estrategia
Los observadores justicialistas destacan también otro
informe, redactado por Miguel Gazzera, sobre la base
—según se asegura— de un memorial de Perón. Este documento
aconsejaría una línea de irreductible oposición a Illía
(emplea el término "guerra a muerte") e insinúa una
táctica: dejar acumular problemas y luego golpear
violentamente con huelgas al próximo gobierno
constitucional. Circunstancialmente, la tesis de Gazzera
presenta una coincidencia formal con la línea de los
independientes en su primera etapa: March aconsejó
postergar también toda medida de fuerza pero, claro, "para
facilitar la acción del próximo gobierno y no crear
dificultades que impidan las soluciones posteriores".
o-o-o-o-o-o
Ex frentistas
Reuniones nostálgicas e ideas para octubre
Muchos de los políticos que habían trabajado en la
organización del Frente Nacional y Popular volvieron, la
semana pasada, a realizar algunas reuniones informales
para discutir aspectos doctrinarios del reagrupamiento de
fuerzas que se espera lograr después de octubre.
Por de pronto, el domingo 18 a la noche se realizó, en la
casa del comodoro Juan José Güiraldes, una conferencia
promovida por el doctor Ricardo C. No-seda. Se prolongó
desde las 21 hasta las 5.40 del lunes y estaban presentes,
además de Noseda y Güiraldes, Oscar Camilión, Mariano
Grondona, Saúl Hecker y Basilio Serrano.
Sin urgencias políticas inmediatas, se tocó un tema casi
bizantino: el de los espacios vitales. Camilión expuso
allí algunas de sus tesis sobre política internacional.
A los pocos días, con cierta nostalgia, volvió a
efectuarse una reunión frentista, a la que habían sido
invitados los socialcristianos Rodolfo Martínez, Alfredo
Garófano y Mariano Grondona; los justicialistas Rodolfo
Tecera del Franco, Lascano y Carlos Bramuglia; los
"desarrollistas" Mariano Montemayor, Oscar Camilión y Juan
José Güiraldes; los conservadores populares Eduardo Paz,
Zorraquín Becú y Carlos Miguens y los frondizistas David
Blejer, Alfredo Roque Vítolo y Oscar Valdovinos.
Se consideraron distintos aspectos de la vieja idea de
algunos de los reunidos (la formación de un "Partido
Nacional") y se hicieron consideraciones sobre eventuales
dificultades del gobierno de Illía. Indudablemente, los
frentistas (o ex frentistas, ya que ellos mismos
consideran que el Frente ha muerto) quieren demostrar que
no han perdido totalmente vigencia política.
o-o-o-o-o-o
Parlamento
Dos problemas: Falta de espacio y de quórum
La existencia de once bloques en la nueva Cámara de
Diputados de la Nación volvió a plantear entre algunos
teóricos-constitucionalistas el complejo problema del
quórum. Como se sabe, la Argentina es uno de los países
donde se exige un alto quórum para que puedan sesionar sus
cuerpos deliberativos, lo que ha favorecido
tradicionalmente a las minorías parlamentarias.
El pasado del Parlamento local demuestra que como siempre
se producen algunas ausencias por motivos diversos, basta
muchas veces con que un bloque se retire del recinto para
que se quiebre el quórum y no se esté en condiciones de
votar. Ahora, con la abundancia de bloques y el hecho de
que ninguno dispone de mayoría absoluta, el problema
probablemente tenderá a agravarse.
La tesis sería, con respecto al quórum, la siguiente:
cuando la Cámara de Diputados ha sido citada a reuniones
ordinarias, en días y horas fijados, con la presencia de
la mitad más uno de los diputados, el número exigible debe
ser menor al del 51 % (así ocurre en numerosos países).
Como se trataría de sesiones convocadas con el acuerdo de
la mayoría absoluta de los diputados, los inasistentes se
perjudicarán con su ausencia al perder la posibilidad de
emitir su voto. Ahora, dicen los partidarios de la reforma
del reglamento, los ausentes son premiados, pues consiguen
muchas veces imponer sus puntos de vista al inhibir
legalmente a la mayoría para actuar.
El nuevo presidente de Diputados, Arturo Mor Roig, ya
efectuó, la semana pasada, algunas consultas sobre la
posibilidad de una reforma del reglamento de la Cámara.
Piensa que es necesaria una reestructuración integral de
dicho reglamento, y lo asesora un técnico en la materia,
el doctor Emir Mercader, quien, a pesar de estar enfermo,
prometió ayudarlo. Muchos de los aspectos concretos
podrían ser resueltos en forma similar a la que se utilizó
en el reglamento de la Cariara de Representantes de
Estados Unidos.
Expansión: Una necesidad
Días pasados, Mor Roig recorrió el Congreso en compañía
del secretario administrativo, doctor Oliver. Ambos
coincidieron entonces en que el problema del reglamento
estaba vinculado con una reorganización funcional de la
Cámara de Diputados.
Una de las cuestiones más importantes, a juicio de Mor
Roig, es la de la falta material de espacio. Hay
actualmente comisiones que funcionan en una sola
habitación, y ahora, con la mayor cantidad de bloques,
esas limitaciones se agudizarán. Ya el anterior presidente
del cuerpo, Federico Fernández de Monjardín, había
planeado adquirir varias casas de los alrededores, cosa
que finalmente no pudo hacer, tanto por falta de fondos
como por inconvenientes conexos que se plantearon: los
inquilinos de esas casas efectuaron manifestaciones frente
al Congreso, porque nadie había arbitrado los medios para
—en caso de expropiación— solucionar las dificultades de
vivienda que se presentarían a los ocupantes de los
edificios. De todas maneras, se habían podido conseguir
otros locales que no solucionaron el problema. Además, se
encontraban un poco lejos del Congreso.
Mor Roig entiende que en materia de espacio la Cámara de
Diputados se verá ante una encrucijada: o se resuelve que
las comisiones funcionen dentro del edificio del Congreso
y los bloques fuera, o se decide que los bloques tengan
lugar de reunión dentro del edificio y las comisiones
fuera. Aparentemente, se impondría el segundo
temperamento.
Obviamente, esta carencia física provocará situaciones
incómodas al reabrirse la actividad parlamentaria. Tampoco
es fácil darle un corte rápido o conseguir de la noche a
la mañana los fondos necesarios para tan indispensable
etapa de expansión.
En cuanto a otras reformas que Mor Roig confía concretar,
se considera una de las más importantes la que establezca
límites estrictos para los discursos: una hora para los
miembros informantes; media, para los otros diputados.
También tratará de que las comisiones tengan un papel más
importante que cumplir.
El actual reglamento había sido redactado en 1941 por una
comisión que incluía a Juan Antonio Solari y Reynaldo
Pastor. Desde entonces no sufrió variaciones sustanciales
hasta 1955, en que se modificó el artículo 10, que se
refiere al juramento de los diputados, y el artículo 96,
que alude a las fundamentaciones de los proyectos. En
1958, el doctor Agustín Rodríguez Araya propuso, sin
éxito, eliminar la segunda modificación citada.
Quórum: Tema espinoso
En lo que respecta a cambios del Reglamento con el fin de
crear un quórum menos estricto en los casos de sesiones
ordinarias, sería necesario reformar el artículo 14, que
exige la "presencia de la mitad más uno del número total
de Diputados". Existiría, sin embargo, un obstáculo casi
insalvable para una reforma de ese tipo: el artículo 56 de
la Constitución Nacional establece taxativamente que "cada
Cámara es juez de las elecciones, derechos y títulos de
sus miembros, en cuanto a su validez. Ninguna de ellas
entrará en sesión sin la mayoría absoluta de sus miembros;
pero un número menor podrá compeler a los miembros
ausentes a que concurran a las sesiones, en los términos y
bajo las penas que cada Cámara establecerá".
La interpretación directa y obvia de este artículo es que
por mayoría absoluta debe entenderse el 51 % de los
miembros: el reglamento, así, no podría ser modificado sin
tocar la Constitución. No obstante, por vía de
interpretación, algunos estiman que una reforma es posible
sin contingencia constitucional: bastaría con entender que
la compulsión de los legisladores ausentes puede consistir
en dar validez a las decisiones de los reunidos, siempre
que sobrepasen cierto número mínimo y luego de haberse
llamado a sesión en día de reunión ordinaria.
Un constitucionalista, interrogado por PRIMERA PLANA sobre
esa eventualidad, exclamó: "Por vía de interpretación,
todo es posible. Pero una reforma así violaría
directamente el espíritu del artículo 56 de la
Constitución, y sobre eso no pueden existir dudas".
Revista Primera Plana
27.08.1963
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