Humor
¡¡
NO TOQUE BOTÓN!!
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Estas son las intimidades de Operación Ja-Ja, el hit cómico del momento. La dictadura de los Sofovich, Rodolfo Crespi ofendido, las reflexiones del "Gordo" Porcel, la euforia de Alberto Olmedo y algunas cosas más. Duele salir de "La Mesa del Café", o dejar de ser el "General González", pero también duele que la gente toque el botón. Toda esta jerigonza la comprenderá Ud. luego de repasar estas apostillas, cuando también esté enterado de nuestra primicia: pronto la Oligarquía Argentina se sentará con los Muchachos del Café.

USTED quiere que le resuma en pocas palabras lo que es ésto? Vea, tenemos un equipo de 24 actores de primera línea y un libreto que está basado en la vida real de Buenos Aires. Le ganamos en rating al fútbol televisado en todos los viernes de julio y agosto, incluida la final entre San Lorenzo y Huracán. Hemos sobrepasado a "La Tuerca" en audiencia y , ahora somos el programa cómico de mayor rating. Tenemos la fórmula de crear, siempre crear, pero basados en una sátira de personajes porteños de todos los días. Los actores improvisan a toda orquesta, pero eso también está previsto".
—¿Y si no lo estuviera?
—Nunca lo permitiremos.

DOS DICTADORES
Así son los Sofovich: duros, sólidos, autoritarios. No parecen creadores de risa, sino (de veras) comandantes de un Operativo. Para completar la perfecta pintura que Gerardo Sofovich hace de su creación bastaría agregar que la abundancia de material cómico obligará a alargar el programa a la inédita duración de dos horas (actualmente lleva una y media) para dar cabida a todos los actores, que son demasiados, y a los sketches que pergeñan, entre todos, en las tormentosas reuniones del equipo.
"¿Usted me pregunta por qué lo sacamos a Fidel Pintos del papel
de peluquero, por qué lo pusimos en el Café y sólo duró un mes? Nada, experimentos. Fue para hacer un cambio, nada más. Cuando un personaje está en la cumbre de su éxito (caso del peluquero) nosotros lo sacamos de golpe. Que la gente se quede con ganas, y no que llegue a hartarse de un mismo chiste. Ese es nuestro sistema.
Al advertirse los translados, mudanzas y variaciones que se producen en Ja-Ja, muchos prohijaron historias de celos. El casi genial Fidel Pintos despotricó cuando suspendieron su actuación como peluquero, ubicando en ese rol al no tan gracioso. Eddie Pequenino. La malvada página posterior de "La Razón" difundió sus protestas, pronunciadas durante una noche opípara en los carritos de la Costanera, y sobrevino una de las habituales trifulcas en la prole de los Sofovich.
"Todavía el plato fuerte sigue siendo La Mesa del Café, y eso que hace dos años que se repite. No, ese sketch no lo vamos a sacar nunca. Creo que es eterno. ¿No ve que siempre sacamos y ponemos personajes nuevos? Es que el venero de tipos porteños es inagotable. Actualmente Porcel hace el gordo sensual, burgués; Irizar el gallego, símbolo del aluvión inmigratorio que no quiere quedar afuera pero que todo lo hace o lo dice pensando en Europa: Olmedo es el porteño escéptico, pesimista, destructivo; Altavista el grasa de barrio; Carella el intelectual de izquierda, de calle Corrientes. ¿Quiere que le de una primicia? Vamos a agregar un nuevo personaje: la Oligarquía".
—¿Sí? ¿Y quién puede hacer ese papel?
—Javier Portales.
Así, como trebejos, los actores se desplazan en el tablero de los libretistas Gerardo y Hugo Sofovich. Nada los detiene: ni el resentimiento.
—¿A mí, fotos? —pregunta Crespi—. ¡No, fotos no! ¿No le iban a sacar a los Muchachos del Café? A mí ya me echaron de la Mesa. Yo no estoy más. Si quieren, sáquenles a los muchachos. Ahí están: Altavista, Portales, Irizar... ellos siguen.
A Rodolfo Crespi le costó separarse de su ejecutivo nervioso, eterno blanco de las pullas de Porcel por el diámetro de su cabeza, permanente censor de la ignorancia de Altavista. Es que, de pronto, los Sofovich deciden que un personaje ha cumplido su ciclo y paf. Ese paf duele como nunca en La Mesa, porque es la vidriera del momento. Pero también porque, como explica Porcel, "en el Café cada uno se representa a sí mismo, cada uno hace una caricatura de sí mismo. Por eso salió tan bien. Carella es del grupo de David Stivel, está en la zurda, a mí me gusta un poquito la noche; Altavista es reo-reo; Crespi un ejecutivo con muchos trajes... etcétera. El problema es buscar el tema de la semana. Tiene que ser algo de interés general, algo que esté en el ambiente, como los OVNIS, la minifalda o temas por el estilo. Y cada uno dice (un poco) lo que se le ocurriría.
Nos hacemos cargadas que son comunes cuando estamos fuera de cámara y seguimos la línea que nos dan los Sofovich. Por supuesto, improvisamos bastante, pero siempre dentro de un diálogo establecido. Por eso duele salir de la Mesa. Es el sketch más viejo..."
—¿Y a Ud. le dolería que lo sacaran?
—Bastante. Pero, si deciden hacerlo, lo aceptaría. Es en mi beneficio. De esa forma no me quemo. Además nosotros no somos vedettes.
—¿Y quién sí es vedette?
—Bueno, no quiero hacer nombres. pero los cómicos de antes tenían otra forma de trabajar. La estrella es la estrella, tiene que cantar. Los bocadillos más largos, aparecer mucho en cámara y decir todos los chistes. Aquí todo se analiza, se ensaya y se realiza en equipo. Nadie roba cámara, nadie se ofende. Porque todos tenemos sentido del humor, pero de veras...

CUMBRES DE RATING
"Che, viejo, sáquenme una foto. No tengo nada de promoción, y Aguantate macho está saliendo tan bien..."
Es Gogo Andreu, un cómico que se queja con justa razón. Su personaje es bueno, y mucho mejor lo hacen parecer las brillanteces de Nelly Beltrán, una suegra prepotente. Sin embargo, si Andreu tiene paciencia, su personaje entrará rápidamente en la galería popular.
En la actualidad, la hora y media de Operación Ja-Ja cobija un venero inagotable de hallazgos. Tipos consabidos como Aguantate macho (el eterno marido sometido) dan paso a otros más comprometidos, que entran de lleno en la sátira social. Un ejemplo es La recomendada del coronel Giménez, que pone el dedo en la llaga de las sociedades sudamericanas, carcomidas por el acomodo. Otro dardo antimilitarista es el General González, que en este momento hace furor y ocupa desde hace dos meses la codiciada cartelera de Primera Plana-Calendario. La farsa muestra una reunión a nivel OEA entre generales americanos que luchan en Vietnam y un asesor argentino, el tal González, encarnado por Alberto Olmedo inspirado. Mientras los yanquis (Jouvet y Pequenino) discuten acaloradamente una maniobra bélica, Olmedo los acompaña con patéticas miradas de compresión, y, al pedírsele opinión, es fácil advertir que no habla una palabra en inglés. En base a esta estructura se han creado inolvidables escenas.
El peluquero Fidel, a cargo del resucitado Fidel Pintos, es una obra maestra que, llevada al cine, podría convertirse en clásico. Fidel es un fígaro charlatán (como todos los de esta bendita ciudad) que está en todas: le prestó dinero a Armando para que su hija pudiera casarse, le enseñó a Zé Arigó a usar el cortaplumas, asesoró a Bonavena en todos los combates... a Distéfano lo llama Alfred y Cabeza a Sivori. No hay personaje de moda que no sea su íntimo amigo. A esto une Fidel una graciosa cháchara en la que habla sin decir nada (lengua que fue bautizada con el nombre de Sanata) redondeando la pegada.
"Yo soy así. Necesito gritar, saltar, salir corriendo, sacudir la cámara, conmover al que me mira". Esta es la explicación que da Olmedo para sus frecuentes salidas del cauce marcado por los Sofovich, lo que a veces altera la paciencia del dúo. Y esa euforia del popular Piluso viene a cuento de su nueva creación. Entre uno y otro sketch sale al aire un enloquecido mago (¿o director de orquesta?; lleva smoking) de nacionalidad yugoeslava, o húngara, y entre vigorosos ademanes notifica que en los demás canales hay mejores programas, que en Teleonce, los actores son malos aunque esforzados, pero de cualquier manera ruega que el espectador no toque botón, porque al bajar la audiencia los niños de los pobres actores caerán en indigencia.

PASANDO EN LIMPIO
Alejándose del predio de los Sofovich —un parque donde los cómicos triscan inocentemente mientras una mano sagaz dirige sus movimientos— puede formularse una interesante conclusión: ha llegado el fin de divismo, ha comenzado el humor en serio, gracias a Telecataplum (precursores uruguayos) y a Operación Ja-Ja. Pero hay otros saldos igualmente positivos:
• La utilización humorística de buenos actores formados en la mejor escuela dramática: Javier Portales, Alberto Irizar, Pepe Soriano. Provistos de considerable sense - of - humor, estos señores demuestran la importancia de ser segunda figura: saben acompañar y mantienen el tono serio que permite a los cómicos ser cómicos.
• El rendimiento al máximo de grandes bufos que demuestran ser también eficaces actores. Es el caso de Jorge Porcel, Fidel Pintos, Alberto Olmedo y Jorge Luz, en una etapa de brillante apogeo.
• El rescate de valores importantes como Juan Carlos Altavista, Nelly Beltrán o el sonriente Eddie Pequenino.
La administración Sofovich es antipática, pero resulta como De Gaulle a Francia: necesaria. El éxito es una consecuencia de ese sistema, además de la pareja y altísima categoría de todo el elenco: contar con 24 primeros actores no es poca cosa.
Por eso, no odie a los Sofovich porque hacen sufrir a Crespi, no les guarde rencor por las idas y venidas del peluquero Fidel. Mejor olvídese de lo leído y, cuando llegue el momento 'no toque botón'.
Revista Extra
octubre de 1968

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