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crónicas del siglo pasado |
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REVISTERO |
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EL HUMOR POLÍTICO DE SABAT
EL corpulento Hermenegildo Sábat,
fatalmente Rioplatense, con apellido de solera bíblica y nombre de resero, acaba de
lanzar su "Seré breve", en un nuevo estallido de ingenio creador, tributario a
un mismo tiempo del sarcasmo, la ternura y la joda metafísica. Como Antonio Machado
decía de Unamuno, él Sábat "quiere ser fundador y dice creo".
¿En qué cree? En el humor. Pero no en cualquier humor. Y menos aún, en el humor fácil
y convencional de las despedidas de soltero, los finales de banquete o las páginas de
relleno en revistas de moda. Su humor es fuerte, ácido, corrosivo, distorsionante. Un
humor de galería de espejos enloquecidos. Un humor paradójicamente próximo al amor,
pero por el camino de todas las burlas posibles, menos una: la directa. Redacción
anticipa algunos trabajos de "Seré breve" en los que restalla sin límites un
Sábat definitivo, mordaz como nunca, juiciosamente caprichoso, deliciosamente arbitrario.
Sus musas inspiradoras son, esta vez, los políticos argentinos observados en el decurso
de los últimos cinco años. Es este un trabajo de selección. Sólo incluye a aquellos
dibujos que Sábat (él sabrá por qué) creyó perdurables, más allá de la erosión del
olvido, el capricho de la opinión pública y el alud de los acontecimientos que
convirtieron al país, al cabo de un quinquenio, en un mapa triste. Contra la convención
de uso en la cinematografía, según la cual todo parecido con la realidad es pura
coincidencia, Sábat sostiene que toda coincidencia es pura realidad.
octubre 1975 |
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