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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

CONSEJITOS PARA NO DESCENDER DE CLASE

No lleve alicates en el llavero.
Después de comer, no escupa el pedacito de carne que le quedó en los dientes por detrás de la silla.
No suba al colectivo con el pucho apagado, puesto en la oreja.
No felicite al que cumple años tirándole las ore¡as.
No cuente al vecino lo que comió a medio día.
No salga a la puerta de calle en piyama, con chancleta tipo New Style y con el palillo en la boca.
No baje del colectivo con el boleto en el anillo.
Si te dicen "saludos por su casa", no conteste "serán apreciados".
No le diga "papá" a su marido, ni "mamita" a su hija.
No se peine las cejas con saliva.
No diga "sepa disimular la molestia". Diga simplemente "disculpe".
No use jabón amarillo en lugar de fijador.
Y no hable al vesre.

Landrú
mayo 1970

 

LOS PAPELONES Y LAS CLASES A QUE PERTENECE

CLASE AA

Ponerse el palazzo de su señora, creyendo que es un pantalón suyo.
Equivocarse y tomar a otro hombre del brazo, confundiéndolo con el marido.
Ir a una boite con una ratita y encontrarse con su hijo.
No acordarse dónde dejó el auto estacionado.
Seguir a una chica por la calle y, al dirigirle la palabra, comprobar que es un melenudo con traje unisex.
Pensar en otra cosa cuando alguien le habla y no poder seguir la conversación.
Confundirse y llamar a la señora con el nombre de una amiguita.
Sacar el pañuelo delante de su mujer y ver que está manchado de rouge.
Decir un piropo por la calle, sin reconocerla, a la hija de un amigo.
Querer presentar a una persona y no recordar cómo se llama.
Ir a un almuerzo y atragantarse con una espina de trucha.

CLASE A

Pinchar un neumático en Villa Cariño.
No alcanzarle la plata para pagar en un restaurant.
Atragantarse en un almuerzo, con una espina de pejerrey.
Dar una palmeteada a un amigo por la calle y, al mirarte la cara, ver qué se confundió de persona.
Quedarse entre dos pisos con el ascensor descompuesto.
Salir a la calle con un zapato negro y otro marrón.
Enviar un telegrama de pésame y otro de felicitación de cumpleaños y confundir las direcciones.
Interrumpir una discusión para opinar y olvidar lo que iba a decir.

CLASE AB

Reírse cuando alguien cuenta un chiste, antes de que termine.
Ir a una fiesta vestido de sport ignorando que es de etiqueta.
Salir del mar, luego de una revolcada de ola, sin la parte superior de la bikini.
Empezar a contar un chiste y no recordar cómo termina.
Confundir con el abuelo al marido de una amiga.
Agacharse a levantar una moneda del suelo, vestida con super minifalda, en Diagonal y Florida.
Descubrir, en el momento que va a pronunciar un discurso, que se ha olvidado los papeles.
Ponerse a bailar solo en su casa, creyendo que nadie lo ve y descubrir que lo están mirando desde la ventana de enfrente.

CLASE B

Lanzar una carcajada en un velorio.
Caerse de la escalera del subte.
Escupir al hablar y tratar de sacar la saliva que cayó en la ropa de su interlocutor con el dedo.
Confundir a la dueña de casa con la mucama.
Emborracharse a la primera copa.
Estornudar sin tener tiempo de ponerse el pañuelo y bañar a todo el que esté delante.
Bostezar en una reunión estirando los brazos y lanzando un grito.
Resbalar sobre una cascara de banana y caer en la vereda.
Confundir a un almirante con un portero.
Dar la mano transpirada.
Cruzar la pierna y tener la suela agujereada.
Confundirse de cuarto en un hotel y entrar a otro que está ocupado.
Después de comer, limpiar con pan los restos de salsa.
Entrar en una sala recién encerada y darse un porrazo.
Ir a empeñar el reloj y encontrarse con el padre de su novia en el Banco Municipal.

CLASE C

Ser caballero y entrar al baño de damas (o viceversa).
Ir a comprar zapatos y, al probárselos, descubrir que tiene la media agujereada.
Comprar papel higiénico, llevarlo por la calle sin envolver y encontrarse con algún conocido.
Ser cirujano y dejar olvidada una pinza dentro del paciente.
Desmayarse en el dentista.
Sacar bombones en un casamiento y ponerlos dentro de la cartera.
Sacarse la ropa en el consultorio del médico y estar con calzoncillos de franela largos.
En un viaje largo en micro tener colitis.
Sacar delante de gente el pañuelo para sonarse y ver que está agujereado.
Desabrochársele el portaligas en un coctel.
Rompérsele por la calle el bretel del soitien o el elástico de la bombacha.
Tener un largo acceso de tos y ahogo durante una función de gala en el Colón.
Entrar a un restaurant con smoking y ser confundido con el maitre.
Viajar en avión y descomponerse de miedo.
Ayudar a una señora en un micro a levantar o cerrar una ventana, y no alcanzarle la fuerza.
Ir al cine con una amiga y quedarse dormido.
Meterse en la pileta en la parte honda creyendo que es la baja, y sufrir un principio de ahogo.
Pararse a mirar en una obra cómo trabajan los obreros.
Ser sorprendido mientras lava el auto en la puerta de su casa.
Ir a la feria con la patrona y llevar el changuito.
Volcar una fuente de ravioles encima de la dueña de casa.
En un restaurant limpiar con una servilleta, antes de comer, los platos y copas.
Cuando marcan un try en un partido de rugby gritar. "¡Gol!"
Atender el teléfono simulando la voz, para negarse, y ser reconocido

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CLASE D

En una reunión, en un silencio, sonarle las tripas.
Estornudar y caérsele la dentadura postiza.
En una fiesta hacerse pipí de risa.
Comer tallarines y dejar uno enroscado en el bigote.
Errarle a la salivadera en una sala de espera llena de gente.
Tener un ataque de hipo mientras pronuncia un discurso.
Ir de visita, entrar al baño y encontrarse dentro a la dueña de casa.
Atragantarse en un almuerzo con una espina de bagre.
En una comida prenderse sin querer el mantel en el ojal del saco, levantarse y arrastrar copas y platos.
Ir a Afrika y pedirle al disc-jockey que ponga una cumbia.
Ser sorprendido en el momento en que se está horneando la nariz.
Llegar a Mau Mau en taxi.
Confundir champagne francés con sidra.
Sacarse pedacitos de la comida de los dientes con las uñas.
Usar como señalador de libros una hojita de papel higiénico.
Ir a una confitería, pedir café con leche y hacer sopitas con el pan.
Pedir en voz alta en la farmacia supositorios.
Oír el timbre de su casa, abrir la puerta en paños menores creyendo que es un amigo y resulta ser una amiga de su madre.
Ir a un coctel, sentarse y tener el pantalón desprendido.
Salir a la calle con un pañuelo cubriéndose los ruleros.
Corrérsele el peluquín.
Llegar a una fiesta vestido de oso Carolina y comprobar que no era de disfraz.
Ser sorprendido por la novia mientras toma un comprimido antigas.
Ir a una casa de visita, sentarse y, al mirarse el zapato darse cuenta que ha pisado un pastel callejero.
Entrar en un vagón del subte y quedar apretado por la puerta.
Escupir en el tren por la ventanilla sin darse cuenta que el vidrio está cerrado.

 

 

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