Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Tato Bores - Aldo Cammarota: ¿el dedo en la llaga?

Poco antes que se iniciara la nueva temporada televisiva de "Tato siempre en domingo", el alocado fiscal y su nuevo libretista ventilan las actuales estrategias de sus sátiras y contestan la pregunta que se hace todo el país: ¿y los dialoguitos telefónicos?

Revista Siete Días Ilustrados
1974

 

Como todos los años, apenas despuntado el mes de mayo, el país asistirá al renovado, sapiente rito de jaranear con los propios contratiempos: la propuesta parte, claro, de Tato Bores, ese ácido, alocado fiscal que se instaló en el video nacional, allá por 1959, "en los tiempos del Flaco" —como suele decir cuando memora el gobierno de Frondizi—. Pero la temporada que estallará el próximo domingo en Canal 13 ostentará algunos cambios: por de pronto, la trágica muerte de su anterior libretista, Jordán de la Cazuela, desaparecido en una catástrofe aérea, obligó a Tato a realizar urgentes contactos para reemplazarlo: la elección recayó, por fin, en el veterano Aldo Cammarota, numen de Telecómicos y panelista de Humor Redondo. Por otra parte, los cambios políticos acaecidos en el país hacen presumir también la introducción de algunas variantes en la febril explosión de sus monólogos. Todos se preguntan, claro, cómo serán los diálogos telefónicos con el otrora "Gran Jefe Juan", endulzados entonces por las no muy comprometidas comunicaciones de larga distancia. De esta y algunas otras expectativas de la audiencia conversó Siete Días con Tato Bores y Aldo Cammarota cuando el nuevo tándem ya había pergeñado sus primeros programas.
—Se dice que la elección de Cammarota como libretista fue hecha por el canal y no por usted. ¿Qué hay de cierto?
—Nada. No es así. Estábamos barajando nombres de posibles autores y Juan Carlos Mesa sugirió el de Cammarota, a quien yo también tenía en mente. Pero como es un hombre con mucho trabajo, que posee varios programas dudaba de que aceptara.
—¿No le importó que Cammarota estuviese embanderado políticamente?
—No. Confieso que antes de charlar con él tuve algunos titubeos. Pero después, a poco que convinimos que no iba a existir ninguna toma de posición política, dejé de preocuparme. Más tarde, cuando comenzamos a trabajar, comprobé, aparte de su profesionalismo, su capacidad humana y su fina inteligencia. Además, es un tipo muy ordenado con su trabajo.
—¿Cuánto tarda en estudiar los libretos?
—Prácticamente, cuatro días a la semana. Antes, los estudiaba paseando por la Costanera y el Aeroparque. Ahora, cambié de recorrido: los estudio en casa y luego paseo en auto por Palermo, memorizando. Lo que más cuesta es arrancar con la primera palabra... después es más fácil.
—¿Se reúnen para escribirlos?
—No. El libretista es él. Por otra parte está mucho más informado que yo, que no soy tan prolijo para leer los diarios. Por supuesto que me reservo el derecho de cambiar algún chiste o situación que no me convenza.
—¿Qué elementos usarán en el primer programa?
—En principio haremos una pequeña reseña de lo sucedido en los últimos meses. Tocaremos temas como la asunción del rectorado por Solano Lima, la intervención a Córdoba, la actuación del canciller en la OEA, el conflicto con el gobernador Martínez Baca, si es que para entonces no ha sido defenestrado...
—¿Usted volverá a aparecer vestido de frac?
—Sí, ¿por qué no? Cuando el 12 de octubre vi al presidente asistir a la función de gala del Colón vestido de smoking y rodeado por las rosas y el clavel que adornaban el palco, decidí, en ese mismo momento, que Tato seguiría luciendo su frac.
—¿Qué tono adoptará en su diálogo telefónico con él?
—Por supuesto que no lo voy a llamar Gran Jefe Juan. No, eso era antes, cuando Perón era un simple ciudadano y como tal podía aguantarse cualquier cosa. Hoy es el patrón y lo llamaré Excelentísimo Señor Presidente de la Nación, que es el tratamiento correcto.
—¿Con Lanusse se permitía otras libertades?
—Sí, pero Lanusse estaba en un contexto muy especial: había llamado a elecciones, insistía en la necesidad de la libertad de expresión y un poco, él mismo provocaba ese trato.
—¿Eso implica que Tato se hará más cauteloso?
—No, no es eso. Mi programa expresa, humorísticamente, la situación política que vive el país. Yo nunca he soslayado temas e incluso he tratado momentos difíciles, como fue lo de Ezeiza y la muerte de Rucci. Jordán supo dar el justo tono necesario para esas circunstancias. Por otra parte ¿ustedes los periodistas pueden decir siempre todo lo que quieren?
—¿Nunca fue obligado a cambiar sus libretos?
—Sólo durante el gobierno de Onganía el canal me sugirió modificar o suprimir algunos chistes para no herir susceptibilidades y como no hacían a la esencia del programa, acepté.
—¿También hoy estaría dispuesto a hacerlo?
—No sé lo que va a pasar hoy y no me gusta adelantarme a los acontecimientos; no tendremos problemas en suprimir lo que pudiera resultar irritativo pero hasta un cierto límite. Si no podemos manejarnos con ciertas ironías y sutilezas, el programa no tendría sentido y no sería negocio para nadie.
—¿Y cómo cree que recibirá Perón sus bromas?
—Creo que es una persona con humor. Por otra parte, el tratamiento será simpático, respetuoso... Claro que no dejaremos de hacerle algunas cosquillitas...
—¿Cómo cuáles?
—No sé, depende de las circunstancias. Una que se me ocurre es el asunto de los jubilados, un tema al que Manrique dedicó especial atención. Sería cosa de decir algo así como: "No nos olvidemos, Excelencia, que alguna cosita hicieron los muchachos de antes..."

CAMMAROTA: GRITOS Y SUSURROS
Según Tato, Aldo Cammarota, su nuevo libretista, es, en alguna medida, un tapado, cuyo humor sutil y decantado no se evidencia en los programas para consumo masivo que habitualmente lo contaron como autor. Siete Días también hurgó en su ideario, en las implicancias de trabajar para Tato - definido por el mismo Cammarota- como "un producto ya elaborado".
—¿Cuáles fueron las coincidencias básicas con Tato?
—En cuanto al enfoque del programa, convinimos en no hacer cambios fundamentales, sino más bien paulatinos. Yo creo que lo fundamental de Tato reside en sus monólogos y toda la infraestructura que los rodea es accesoria. Lo importante es que Tato siga analizando en broma lo que ocurre en el país.
—¿Cómo planearon ese método de trabajo?
—En cierto modo es un trabajo en equipo, ya que el libretista debe adecuarse a la modalidad de decir del actor. No se puede poner en su boca giros que habitualmente no usa.
—¿Eso no limita sus posibilidades creativas?
—Quizás, pero en cambio tengo la ventaja de contar con un monologuista de primer orden, que otorgará un gran énfasis a lo que uno escribe.
—¿El hecho de haber pertenecido a la Nueva Fuerza no teñirá a las sátiras de un determinado color?
—Podría ocurrir, pero en las conversaciones con Tato hemos convenido en dar preeminencia al enfoque humorístico: es decir, utilizar lo más gracioso, venga de donde venga.
—¿Qué tratamiento piensa dar a los temas delicados como los secuestros o la sedición?
—Hay temas ingratos. El de los secuestros, desde el punto de vista humorístico, es un poco cruel. Recuerdo que una vez lo tratamos en Humor Redondo, pero era porque lo veíamos con prismáticos: es decir que ocurrían lejos de la Argentina. Pero aquí no es tema que se pueda tomar frívolamente. Fuera de ese aspecto, si bien no creo que debamos imponernos una autocensura, no por eso vamos a meter el dedo en el ventilador.
—¿Qué pasará con los dialoguitos tefefónicos?
—Eso estuvo siempre regido por el sentido de humor del presidente de turno. Eso nos pasó a todos los que hacíamos humor político. En algunos presidentes hubo mayor flexibilidad y a veces eso no dependía del clima general de libertad imperante. El año pasado hice en Telecómicos los dobles políticos y recibí felicitaciones de muchos presidentes satirizados, como Frondizi, y de algunos políticos, como Alende y Sueldo. El mismo Rucci un día estuvo en el canal y quiso fotografiarse con su doble. Hay gente que por encima de su posición política tiene sentido del humor. Y es lícito pensar que los que no nos felicitaron no lo poseen.
—¿Qué piensa del sentido del humor del actual presidente?
—Todavía no sabemos bien cómo manejarnos, ya que ésta es la primera vez que Tato dirá sus monólogos con Perón como presidente. Tendremos la suficiente habilidad y tacto para no crear situaciones irritativas.
—Pero concretamente ¿piensa que Perón podrá festejar sus humoradas?
—Uno nunca sabe. El es afecto a hacer bromas; ahora, si también le gusta que se las hagan a él, eso ya es otra cosa. Por otra parte, algunas de las personas que lo acompañan en este momento vienen de España y allí no es nada frecuente este tipo de programas. Quizá no estén acostumbrados.

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar