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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE  ESTO TAMBIEN


Revista Gente
julio 1972

 

"ES UNA NOTA SOBRIA Y JUSTA (QUE ME DARÁ UN CARTEL BÁRBARO)", HABRÍA DISCURSEADO EL DR. MERENGUE.
"QUE LASTIMA NO SABERLO ANTES, PARA CONTÁRSELO AL JEFE", HABRÍA MURMURADO FALLUTELI. "CHICAS, CHICAS, WILLY TENDRÁ QUE PAGARSE UNA COPA EN LA BARRA, AHORA SALE EN GENTE". SOBRE LA ARENA, LAS CHICAS DE DIVITO HUBIESEN EMPLAZADO A SU CREADOR. Y FALTA BOMBÓLO, FULMINE (EL MUFA, EL INNOMBRABLE). PERSONAJES QUE DIVITO INMORTALIZO VIVIENDO ENTRE UN LÁPIZ Y UNA SONRISA.

Texto y dibujo de Geno Díaz



Carlos Warnes (César Bruto), Divito y Oski

chicas de Divito


Pochita Morfoni

 

En la esquina de Agüero y Arenales está el viejo boliche de los Ferrari. Un boliche sin pretensiones snobs. Con enormes ventanas de rejas y sopresattas colgadas. Igual que hace 50 años. Allí concurre la gente del barrio y algunos iniciados, como Alberto Fernández De Rosa, Eva Giberti y Florencio Escardó, o Sergio Malbrán, que no van porque el boliche esté "en onda", sino porque van a gustar la Gran Pizza Argentina Salud. Allí suele comer los domingos el viejo César Bruto. Allí lo encontré. Si lo ves, a lo mejor no lo conoces, Willy. La barba blanca es como una niebla rodeando sus ojos fulgurantes, agudos y jóvenes como nunca. Al verlo allí, frente a la pizza fragante y la cálida botella amiga, te invoqué, Willy Divito. Me pareció, de pronto, que allí estaba el sitio propicio para la convocatoria. Vos, y Calé, y Levalle, y laniro, y Wimpi, todos junto a César Bruto que, si pudieras verlo, tiene aspecto de profeta. ¡El, que a los ta y tantos sigue siendo un niño terrible! En la mesa habría lugar para Cotta, para Borocotó, para Columba, para Frascarita. Para todos los que han teñido de belleza y bondad esta vida que a veces, como lo quiere el tango, es una herida absurda. Pero que gracias a ustedes se soporta mejor.
Lo abracé al viejo Warnes César Carlos Bruto y me fui pensando que, como una homilía rea, debía escribir esto. Hasta siempre, Willy Divito.

...DE LA VIDA EN ORSAl, DEL TIEMPO LOCO.. .
Allá por los años 40 Buenos Aires era una ciudad de lo más formalita. Vestida de un gris discreto muy paquete, muy de Paris. La calle Corrientes aún no estaba invadida por el tufo grasiento de las pizzerías y tenía en cambio una confitería muy europea. El Galeón, donde Dajos Bela tocaba valses vieneses. Y en Odeón se tomaba café mientras se oían conjuntos de jazz. Y había muchos bares lácteos y, desde luego, desde Esmeralda hasta Callao, la calle era un almacigo de cafés con orquestas de tango. Los hombres vestían ropas oscuras y el pasear por Florida a la salida del trabajo era una suerte de "vuelta del perro" para encontrar conocidos y echar un parrafito o compartir un trago. Buenos Aires entonces era gris y modosa. Tenía los modales correctos y recatados de una maestra normal nacional en edad de tener festejante.
Pero de pronto a esa ciudad circunspecta le nació un duendecillo narigón y travieso. Una suerte de fauno bailarín y divertido que en lugar del caramillo o la siringa llevaba en su mano derecha un pincel mágico y en la izquierda un cigarrillo siempre encendido. Retrepando incansable por los muros de la ciudad y metiéndose en sus más recoletos vericuetos, aquel duendecillo, aquel fauno alegre y narigón, ebrio de risa y luna, repintó la ciudad, la volvió colorida y bochinchera. Pintó y dibujó a los habitantes de esta ciudad. Les mostró que eran como eran y no como creían ser. Y les enseñó el bello hábito de reírse de si mismos. Que es el comienzo del camino de la sabiduría.
A las mujeres les estrechó la cintura, les amplió las caderas, les embelleció las piernas enseñándolas a lucirlas en todo su esplendor acortando las faldas. Les cambió el peinado, les dibujó otros ojos y otros labios. Y a los hombres los desterró para siempre del luto que vestían por la suerte de Milonguita. Les hizo subir la cintura del pantalón hasta el esternón, el ruedo del saco por debajo de tas rodillas, los pantalones como bombachas de campo y las corbatas chillonas. A golpes de su mágico pincel les hizo cambiar el peinado y el gesto. Y los enfermó a todos del saludable ejercicio de la risa.
Aquel duendecillo se llamó Guillermo "Willy' Divito.
Cuando murió, a los 57 años de su edad, Garaycochea dijo: "Al Otro yo del doctor Merengue, hoy se le ha caído una lagrimita".
Era porteño por nacimiento y por vocación. Venía de una familia "pudiente". Su padre, médico de nota, había previsto para Willy un severo y austero camino de estudio y 10 en conducta. Entendía el doctor Divito que el colegio Champagnat de Lujan debía ser un buen dique de contención para aquel hijo exuberante de picara fantasía. Vano intento. El Willy con su pincel mágico dibujó una puerta en los muros del austero colegio y por ella huyó, ávido, hacia a vida. A los 19 años estaba ya dibujando en la redacción de la revista Sintonía y colaborando en varias publicaciones hasta entrar a formar parte del elenco efectivo de la mitológica Patoruzú, aquella de forma apaisada que marca un hito en el humor porteño. Allí creó sus personajes "El enemigo del hombre" y "Oscar dientes de leche". Pero como todo era débil y pequeño para contener el eterno desbordar de aquel ser mercurial, efervescente, debió saltar también el tapial de "Patoruzú". Los hombres formales pretendían que Willy "con su talento enorme y su nariz" se convirtiera en un joven aplicado y de conducta Muy Buena. Willy se divertía sobresaltando las digestiones de don Dante Quinterno con la sensual silueta de las chicas que dibujaba como a él le gustaban: con mucho de esto y bastante de esto otro. La moralina o intoxicó y se marchó de "Patoruzú" para cumplir, el viejo sueño de tener su propia revista. Así nació, el 16 de noviembre de 1944, la revista "de Divito": la Rico Tipo de inmortal memoria. Al año siguiente se transformó en un verdadero boom periodístico: 350.000 ejemplares de tirada. Por ella pasaron, algunos haciendo sus primeros palotes, otros aportando su talento ya madurado previamente, todos los ases del humor argentino. Alejandro del Prado, "Calé", creador del memorable "Buenos Aires en camiseta" y de hilarantes viñetas futbolísticas; Abel laniro, uno de los más grandes caricaturistas que tuvo el país y artista con una técnica de escalofriante perfección; Juan Ángel Cotta, que ejerció una talentosa síntesis de humor y técnica cubista; Bavio Esquiú, "Juan Mondiola", gran billarista y escritor que supo rastrear como pocos en las más profundas vetas del alma porteña; Oscar Conti, "Oski", genial anticipador de formas de humor que hoy nos son habituales y uno de los dibujantes más talentosos del siglo XX; Carlos Warnes, "César Bruto" o "Napoleón Verdadero", maestro de la fina ironía, cultísimo humorista que formara con Oski un dúo difícil de igualar; Rodolfo M. Taboada y sus postales porteñas de hermosísimo lenguaje; Aldo Cammarotta, cultor del humor "serio" y con mucha miga; Faruk; Horacio S. Meyrialle, Gius, Pedro Seguí, dibujante que creara la imagen de Juan Mondiola y autor de "chicas" que a veces competían con las del maestro Divito; Joaquín Lavado, "Quino", quien de entrada no más mostró que traía una Mafalda en el tanque; Toño Gallo, dibujante excepcional, autor también de turbadoras "chicas"; Mazzone; Billy Kerosene, que es hoy víctima de un injusto olvido; el maestro Wimpi, Alfredo Levalle, Guerrero, Tomás Elvino Blanco y muchos otros cuya omisión no es injusticia sino mala memoria del cronista. Todo el Quién es Quién del humor argentino pasó por "Rico Tipo". En esa revista creó Willy sus personajes más significativos: Fulmine, el yetatore, Bombolo, el ingenuo, El otro yo del doctor Merengue, que en cuatro líneas dejó dicho lo que a los sicólogos les lleva miles y miles de páginas, Fayutelli, El abuelo, Pochita Morfoni, Gracielita y, por supuesto, las fabulosas Chicas, de línea bellísima y cuyo humor estaba acompañado de un sano erotismo.
Todo Buenos Aires se tiñó de "Rico Tipo". Como la revista estaba teñida por la avasallante personalidad de Divito. Conspicuo habitante de la noche porteña, la recorría de cabo a rabo, echando redes para pescar los personajes que luego inmortalizaba con la sabia síntesis de su dibujo excepcional. Todos los estratos de la noche le pertenecían por derecho propio. Reclutaba sus amigos tanto en los ambientes más sofisticados como entre los vendedores de diarios, mozos de bares o vendedores de entradas de claque. "¿Qué tal, cómo le va don Willy?", era el saludo que se escuchaba a cada paso al caminar a su lado por las calles.
Amante de la noche era al mismo tiempo un enamorado del sol. Ese sol que doraba las chicas que fueron el más amado y mejor cultivado de sus hobbies. Por esa razón era un enamorado del Brasil, en cuya tierra hoy descansa. Y por esa razón, si era cierto que en invierno no dejaba nunca la cama antes de la una de la tarde, en verano sacrificaba parte del sueño para echarse desde temprano bajo el sol amigo. Y por esa razón prefería siempre los coches abiertos.
Como todos los seres privilegiados que poseen "duende". Divito fue un ávido y voraz asaltante de la vida. Se zambullía en ella diariamente como un chico en una bañadera llena de helados. La música fue una de sus pasiones. La estudiaba curiosamente y fue un gran coleccionista de discos. En este terreno, como en todos, fue un adelantado. Hablaba familiarmente de Star Kenton años antes de que aquí se lo comenzara a conocer. Fanático del jazz, adhirió, como no podía ser menos, a todas las formas vanguardistas de ese género. Fue amigo y admirador primerizo de Lalo Schiffrin y aprovechaba todos sus viajes para escuchar cuanto recital pudiera, no sólo de jazz sino de todas las formas musicales, incluidos los nuevos sonidos del Brasil.
¿Qué cosa no gustaba este morfón de vida? El boxeo era una de sus pasiones y en los dos años de conscripción en la Marina tiró guantes pese a su monumental nariz. Pero en esencia no fue nunca un deportista. De la vida sana, sólo el estar echado al sol en dulce y estimulante compañía.

LAS CHICAS
Su hobby número uno. Cuando en algún club nocturno aparecía una de ellas que era un cañonazo,iba invariablemente del brazo de Willy. Las amó por sobre todas las cosas y fue amado. Ejercía la misma seducción sobre las de 18 o las de 35. En ese terreno Divito mató. Cada vez que las dibujaba ejecutaba un verdadero acto de amor. La seducción que ejercía sobre ellas se manifestaba aun a la distancia. Todas querían ser "chicas Divito". En los sofisticados reductos del trago y la música nocturna y en las fábricas de Mataderos o Puente Alsina. Si bien en las rutas abiertas conducía "al mango y sin límites" como solía decir, por las calles de la ciudad llevaba el coche a paso de hombre. No por prudencia sino para admirar las mujeres. Sin embargo nunca escapó de sus labios, ni ebrio ni dormido, la palabra "casamiento". Adoraba los chicos, pero los de otros. "Nadie sabe lo que soy capaz de hacer por una mina", solía repetir. Tras de una se fue, efectivamente, a Europa y corretearon con el amor a cuestas por sólo Dios sabe cuántos lugares del Viejo Mundo. Cuando todo terminó regresó a Buenos Aires. Había abandonado todo por ella y la aventura le costó un paquete de dinero. Pero jamás se quejó. Hubiera sido impropio de Willy. Nunca abrumó a nadie con sus problemas personales. Sí, en verdad era capaz de cualquier cosa por una mujer. Menos, claro está, de casarse.

YA PUNTEABA LA MUERTE SU MILONGA...
Era un candidato a las pinas con los autos. Conduciendo un Volkswagen volcó fuerte frente a la cancha de River. El coche no tenía radiador pero él sí. Y lo traía lleno. Con un DKW se llevó por delante un camión. Recibió varios avisos más, pero no les hizo caso. Murió en su ley. En un auto y en Brasil, el país que más amaba luego de su Buenos Aires. En Lajes, entre Porto Alegre y Curytiba venía hacia Buenos Aires en su Fiat 1500. Era muy temprano esa mañana. Pero tarde ya para él. Nunca se supo por qué razón quiso adelantarse tan torpemente a aquel camión. La ruta en esa parte está infestada de ellos, y otro que venía en sentido contrario destrozó el coche y la vida del insaciable vividor.
Su muerte fue florada como lo merecía. Pero su vida no había tenido desperdicio. Había jugado bien la baraja que le tocó en el reparto. Quiso tener "su" revista, e hizo de "Rico Tipo" una revista líder, cuya fama atravesó todas las fronteras. Hasta las de la envidia. El, por prepotencia de alegría de vivir, no recogió otra cosa que amistad. Muchos de sus personajes siguen viviendo en publicaciones nacionales y extranjeras. En vida trabajó para "O Cruzeiro", de Brasil, "Pingüino", de Chile y "Can-Can", de Portugal. Están por ser editadas sus sabrosísimas crónicas ilustradas de sus viajes y aún está vigente "Rico Tipo". Aunque añore, como los boxers que tanto quiso, la mano rectora y sabia de papá.
Querido Willy: necesitaba escribirte esto. Vos y yo sabemos por qué. Y Quino también, pero nunca lo diremos. Dijo un cínico que un colega es alguien sin ningún talento que inexplicablemente se desempeña en lo mismo que nosotros. Quien supo, como vos, ganar tanto cariño y tanto respeto entre sus colegas, tiene que haber sido realmente un ser de excepción. Por eso estas hermano, despierto, juntito a Discepolín

 

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