Polémica: ¿Pueden 4 flequillos pertenecer a la orden del imperio británico?

Una condecoración concedida por la reina de Inglaterra a los Beatles ha provocado reacciones violentísimas. Pero ellos la aceptaron sin perder un átomo de su habitual desenfado y rápido ingenio.

El 12 de junio la reina de Inglaterra otorgó el título de miembros de la Orden del Imperio Británico al flequilludo y célebre cuarteto de los Beatles. La decisión provocó un tumulto extraordinario. Cuatro miembros de la Orden renunciaron a ella y devolvieron sus medallas. Y la prensa se llenó de artículos que iban de la carcajada al brulote. Sin embargo, y en el maremágnum del escándalo, hubo cuatro personas a las cuales la distinción colocó en una alternativa delicada y molesta. No fueron ni la reina, ni su primer ministro, Harold Wilson (responsable del nombramiento, pues él sugiere a su majestad los nombres de los condecorados en el día del cumpleaños real), ni los dolorosamente ofendidos héroes de la guerra. Fueron John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Los mismísimos Beatles.

Más hábiles que Sartre
Representantes de la revuelta y la irrespetuosidad, deben en gran parte a la gracia con que las practican su fabuloso predicamento ante la juventud. La condecoración parecía una red lanzada por la respetabilidad para envolverlos. Una red con un a trayente cebo. Los Beatles lo tragaron, pero en un esfuerzo por salvar la vieja aureola lanzaron sus comentarios más beatlescos. "La reina es un buen cuero", dijo Ringo, lo cual en la jerga de Liverpool significa algo así como "es un queso". "Colgaré mi medalla en la pared", dijo Paul. "Me pondré galera para no despeinarme", aseguró John.
El honor quedaba a salvo. En un mundo donde se obedece cada vez más ciegamente a reglas universales, todos los rebeldes, desde Sartre hasta los Beatles, adquieren una respetabilidad incuestionable. Sartre rechazó el Premio Nobel (verdadera escarapela de respetabilidad) pero no pudo sacudirse la respetabilidad que hoy envuelve cualquiera de sus gestos, hasta el más irrespetuoso. Los Beatles lo hicieron mejor: aceptaron la condecoración, pero, con su genial desenfado, transformaron el hecho de ser caballeros en un condimento más para su filosofía del absurdo. Una vez más la imaginación vencía al cálculo.

"Gustamos de los Beatles porque declinamos"
Entre tanto, con menos sutilezas. el diputado canadiense Héctor Depuis devolvió su medalla de la Orden del Imperio Británico. Lo siguieron los capitanes veterano; de la guerra Charles Rees ("los escucho a menudo por radio. No merecen esta distinción. Estoy profundamente disgustado al ver que pertenecen a mi Orden") y H Hearn ("No soy un cantante popular, sino tan sólo un hombre que hizo su parte en la guerra por su rey y por su patria. La medalla ahora carece de valor, y yo lo sé. Su majestad comprenderá que éste es un triste momento para mí"). Paul Pearson por su parte, ex jefe de escuadrilla de la RAF, atacó a Wilson: "Espero que la reina comprenderá que ha sido arrastrada a una impropia acción política por sus ministros".
Los diarios no le fueron a la zaga. El cronista londinense del "Daily Mail" Bernard Levin escribió: "Los Beatles se desvanecerán cuando se presente una nueva moda de insensatez. Nuestra edad no está declinando porque gusta de los Beatles; gusta de los Beatles —como de James Bond, los alimentos congelados y morir en autos veloces— porque está declinando."

Los Beatles, como el pirata: ORO
Aparentemente, nadie tuvo en cuenta un hecho claro: el nombramiento se debe "a los patrióticos servicios prestados a la Corona". Y los patrióticos servicios prestados por los Beatles son exactamente los mismos que hace siglos prestó el pirata John Drake, que mereció el mismo galardón. Drake aportó galeones y galeones cargados de oro. Los Beatles divisas y divisas. El primero asaltaba los cargamentos destinados a otras coronas. Los segundos cantan, saltan y hacen morisquetas. Están, en todo caso, más de acuerdo con el gobierno de Harold Wilson, empeñado en transformar a Inglaterra de un magnífico palacio lleno de corrientes de aire en una casita donde a nadie falte su taza de té junto al fuego. Un palacio tiene la diversión de sus fantasmas. Una casita necesita de los Beatles para no morir de tedio.

Ni heroína ni melenuda
En la Argentina la discusión continúa y ATLANTIDA pregunta: 1º) ¿Qué valen los Beatles como intérpretes? 2º) ¿Y como compositores? 3º) ¿Qué opina de la condecoración?
Blackie, una de nuestras máximas especialistas en jazz, declara que como no es "ni heroína de la guerra ni melenuda" tiene amplia objetividad para responder. Como intérpretes: "responden a la época. Sin televisión quizá no se hubieran impuesto, porque es su imagen la que ha hecho enorme impacto en la juventud". Como compositores: "tienen gran encanto, sus obras son puras, graciosas, no están cargadas de erotismo. Me gustan". Blackie cree que el hecho de otorgarles la condecoración depende mucho de la psicología de cada pueblo. Es natural que los héroes de la guerra se sientan defraudados. Pero como esa medalla se otorga a los grandes industriales es lógico que se otorgue a quienes han traído tantas divisas a Inglaterra".

YES! YES!: LA MERECIAN, DICE MOLAR
Ben Molar, editor de música nueva ola, y traductor de letras de canciones, pide media hora para pensar. Durante esa media hora traduce la letra de una canción y la adapta. Después contesta: "Intérpretes excepcionales, vistos y juzgados desde el punto de vista popular. Verdaderos mensajeros de ese nuevo estilo. Compositores: por su manera de construir frases musicales los considero la máxima revolución en la música popular juvenil. Marcan los rumbos para el futuro inmediato. Medalla: merecida por la promoción y difusión de Inglaterra obradas por ellos. Si la recibieron deportistas e industriales, ;por qué no ellos?"

EJEM..., NUNCA UNA DISTINCION A ELLOS
Entre los críticos musicales de! país nadie mas temido que Oscar Figueroa, del diario "La Prensa". Es el único implacable, absolutamente exigente y justiciero. "La primera vez que oí a los Beatles me sorprendieron por su musicalidad y buen gusto. Después me resultaron terriblemente monocordes. Y eso se debe a sus características como compositores, rubro en el que son muy pobres. Tienen un esquema que aplican al infinito. En cuanto a la distinción me parece un disparate. No es culpa de ellos sino de la reina de Inglaterra. En la generación de ellos hay músicos, gente de teatro, de cine, que la merecían más."

SU MAJESTAD...: ADAPTARSE AL TIEMPO
En cuanto a la reina, quizá se encuentre un poco sacudida por la andanada que derivó sobre ella gracias a Wilson y a los simpáticos flequilludos. Diez días después de la condecoración, el 22 de junio, una esplendorosa ceremonia conmemoró en Westminster Hall los 700 años de la creación del Parlamento inglés. Los lores y los miembros de la Cámara de los Comunes doblaron la rodilla ante Isabel prometiéndole lealtad. En su discurso ella dijo, con trémula dignidad: "La combinación de idealismo y pragmatismo del Parlamento nunca ha sido tan necesaria como hoy, cuando el mundo tiene que adaptarse a cambios rápidos y sin precedentes..¿Se refería al pragmatismo inglés, que la llevó a premiar a los cuatro creadores de divisas más eminentes de este mundo de "rápidos cambios"?

Revista Atlántida
08/1965

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