Gonzalo Farrugia
Romper las barreras
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Cuando llegó de Uruguay, con el grupo Psiglo, para actuar en los festivales B. A. Rock, resaltó la inusual amalgama de blues, candombe y rock que hacían. Gonzalo Farrugia se quedó y, luego de haber trabajado como músico profesional, ingresó a Crucis. Un grupo que acaparó la atención del público por la combinación de espectáculo con rock sinfónico. Gustavo Montesano aportaba creación y soltura escénica; Pino Marrone, fraseos incisivos; Aníbal Kerpel, los cimientos; y Farrugia, potencia. Pero su sencillez como persona, contrasta con la garra que siempre puso en los tambores. Con el final de Crucis, había quedado un proyecto trunco. Su viaje significa el intento de reconstruirlo y desarrollarlo.
Desde la separación de Crucis, salvo Gustavo Montesano que inició su carrera solista, sus ex integrantes conservaban la intención de continuar juntos, agregado a ellos el ex bajista de La Máquina de Hacer Pájaros, José Luis Fernández. "Cuando los chicos se fueron en febrero, me propusieron que me fuera con ellos pero, por una serie de problemas personales, no pude. Decidí quedarme y esperar el momento de poder ir. Entonces, me dediqué a dar clases de batería y hacer algunos recitales con alguna gente, como Pappo y Rinaldo y Gustavo Bazterrica. Y, después de unos seis meses, recibí la comunicación desde Los Ángeles de que los chicos necesitaban baterista. Como probaron a varios que no se adaptaban a sus requerimientos, me llamaron."

Las experiencias positivas
Frecuentemente, un viaje significa algo más que un cambio geográfico y es por eso que, como si fuese un salto a lo desconocido, se recapitulan los recuerdos, para tener bien en claro las raíces. "Todo lo que hice en Uruguay y en Argentina fue muy positivo para mí como músico y ser humano. Aprendí muchas cosas sobre la vida misma, sobre la música, conocí a mucha gente linda. Enumerar las experiencias positivas sería un poco largo pero, en concreto, lo que hicimos en Uruguay con Psiglo fue muy hermoso, porque además se dio la posibilidad de venir a tocar a los festivales B. A. Rock en Buenos Aires. Y aquí, lo de Crucis fue una carrera corta pero muy eficaz en cuanto a satisfacciones, a conocer, a tener contacto con un público muy impresionante como es el de rock de acá."
La comunicación de un artista con el público es un encadenamiento, sutil y progresivo, "Cuando toco la música que quiero hacer, realmente lo hago con mucho amor. Si toco con los músicos que quiero y si las condiciones externas se dan para que
esté tranquilo y relajado, siento que puedo emitir una energía totalmente positiva y noto que la gente es sensible a eso. Va a eso a los recitales: a recibir energía. Pero un recital, en realidad, es un intercambio de energía entre público y artista. Cuando se ha dado la posibilidad de ser un canal de esa energía y dejé que ella fluyera a través mío, se dio eso que se llama comunicación, que es que la gente te ve y te siente, al mismo tiempo, como ser humano, más allá de la música inclusive."

Sentir lo que se toca
Hasta aquí la rememoración. Ahora sigue la etapa que comienza en Los Ángeles en un grupo junto a músicos con los que se siente bien y haciendo música de las primeras cuarenta canciones del ranking norteamericano, además de existir la posibilidad de hacer una música que recupere las ideas que quedaron en el camino cuando Crucis se separó. Será un aporte a una música —se ha repetido hasta el cansancio— que padece de una falta de creatividad endémica. "La música en general adolece de una falta de energía. Como que se puede tocar muy bien, se puede hacer buena música, se puede hacer sonar muy bien a un grupo, pero además tiene que haber un calor humano. algo muy amoroso que tiene que surgir de los músicos para lograr que un recital sea una experiencia positiva. Para que la gente salga con una sonrisa, no porque haya visto algo cómico o circense, sino con esa sonrisa de satisfacción interna. Siento que la gente está buscando tener esa experiencia positiva. Toda esta búsqueda loca de hoy en día de disfrazarse o ver gente disfrazada es lo externo de algo totalmente interno, y siento que la música toca fibras sensibles, llega a lugares de la gente que ella misma no conoce y que, cuando siente que la música penetró dentro suyo y toca esas fibras, se despiertan nuevos sentimientos, nuevas emociones, que se tienen muy ocultas. Si un músico puede lograr abrir esas puertas, si puede romper esas barreras mentales que lo separan del público, puede decir que alcanzó algo importante. Eso es lo que hace falta en la música porque se ha hecho toda una estructura en cuanto a lo que es la música, el rock o un recital, y se ha mecanizado todo. Y hay músicos que están tocando pero no sienten lo que hay que sentir para que esté todo bien. Siento que cada vez más tengo que abrirme, pero no proponérmelo como una obligación sino dejar que fluya naturalmente. Si lo logro voy a ser más feliz y, además, voy a poder hacer feliz a mucha gente. Y ésa es una perspectiva muy interesante, muy hermosa."

Revista Pelo
11.1978

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Salvo dos experiencias fugaces con Rinaldo Rafanelli y Pappo, Gonzalo Farrugia había dejado de subir a escena para recluirse en sus clases de batería. Ahora viajó a Los Ángeles. Estados Unidos, para unirse a Pino Marrone, Aníbal Kerpel y José Luis Fernández, con quienes iniciará una nueva etapa de su carrera y de su vida.
Gonzalo Farrugia