Algo me aleja, algo me acerca
Nito Mestre

   

Todo esta allí. Todas las marcas familiares para la misma ceremonia. Un teatro lleno, colmado de una bulliciosa audiencia de adolescentes y personas maduras. Un escenario pulcramente presentado y una figura: Nito Mestre. Allí, con toda la luz sobre su persona, con sus cabellos muy largos y un atuendo blanco, semejando una aparición celestial más que un músico de rock. Y para ese público, para esos adolescentes que a duras penas podían reprimir su atesorada idolatría, él es la aparición celestial. Mestre alguna vez fue la mitad de Sui Generis y aún conserva parte de esa seducción para adolescentes que el dúo tuvo en su apogeo.
El teatro Coliseo fue el marco adecuado para que la antigua ceremonia de los adoradores y su icono pudiera desarrollarse plenamente. Mestre presentó a su conocida banda más el agregado de Leo Sujatovich en teclados y Celeste Carballo en canto. Gueshagui en guitarra, Tribuzzy en bajo, Martínez en batería y Fontana en teclados acompañaron dignamente las evoluciones vocales de un Mestre que no deslumbra, pero conforma plenamente a sus seguidores. Su música tiene dos cauces claramente definidos: uno es el calmo, intimista, un remedo casi perfecto del Mestre que cantaba dulces melodías en Sui Generis; el otro es un rock-fusión suave, con arreglos y armonías más trabajados, impulsados por la banda y, particularmente, por, Juan Carlos Fontana
Ambos estilos tuvieron su oportunidad en el Coliseo, captando la adhesión masiva los temas más simples y reconocidos En cambio, cuando las manos de Fontana condujeron la música hacia terrenos menos llanos, la respuesta fue silenciosa, con respeto y sin aclamación. Es tan determinante la relación de Mestre con sus seguidores, que por momentos parece que la música fuera algo totalmente accesorio, que podría dar lo mismo que Mestre cantara cualquier otro género musical. Los chicos estarán allí, agitando suavemente sus brazos en alto con la V en sus manos, tratando de acercarse a él y aplaudiendo cada una de sus evoluciones sobre la escena
Tal vez no importó demasiado, pero Mestre sigue fiel a su música y brindó un buen espectáculo en el que hubo lugar para todo, aún para mostrar las inquietudes que comparte con su banda. Con eso conformó a los exigentes y deliró a sus fervientes seguidores.
Revista Pelo
10/1982

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