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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

 

 

3 Sinfónicos 3

 

Fuente de texto: Revista Cantarock
Generador de concepción histórica: Revista de Historia Bonaerense.
Comentarios y aportes diversos: Josi de Israel
Fotos recicladas: Tito demoron

 

 

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Rock Nacional
¿patrimonio cultural?

Tal vez la palabra correcta deba ser "patrimonial" pues esta tiene un significado mas amplio, cuando es entendida como perteneciente a uno por razón de su patria, padre o antepasados. El patrimonio llevaría a una acepción mas cercana al bien privado, al "dominio" de aquel tonto rey imaginario del que hablaba García, mientras la gente estaba en otra cosa. Sin embargo ambas palabras comparten conceptos en algún sentido, dado que las obras musicales grabadas, las fotos, los reportajes, etc. son preservadas tal vez con mayor afán por el público que por sus propios autores o las empresas editoriales cuyos burócratas terminan decidiendo aquello que debe ser difundido y lo que no (dicho esto en forma sintética y global como para evitar entrar en el tema de la comunicación masiva de la otrora bien llamada emisoras de radio"difusión", y que hoy bajo la argucia de la denominación multimedios evaden la democratización de la cultura).

 

La idea ampliada de preservación no se somete a la simple conservación de cintas oficiales o piratas, fotografías setentistas o anécdotas de simple lectura, sino a la recuperación de las mismas, su rehabilitación y la re-versión de conceptos heredados y recreados tanto por las nuevas generaciones como por aquellos que vivieron los momentos que se memoran.
La elaboración de estos conceptos ampliados nos permite aproximarnos un poco más genuinamente al sentido de "patrimonio cultural" como bien colectivo enriquecido, excusándolo del mero coleccionismo.  "La reformulación de capital cultural tiene la ventaja de no presentarlo como un conjunto de bienes estables y neutros, con valores fijados de una vez y para siempre, sino como un proceso social que se acumula, produce rendimientos y es apropiado en forma desigual por diversos sectores..." (García Canclini).
No somos cada día más, como se hubo dicho, y si lo somos las cosas no están bien distribuidas para nosotros. El presente no es solamente lo que está de moda fugazmente o la repetición de viejos éxitos de rock y  el pasado no es simplemente algo "que ya fué", sino la acumulación de palabras, actitudes, vivencias, gestos y sonidos heredados y vaya uno a saber por cual extraño sortilegio, estas cosas nos siguen identificando y se niegan a morir, trasmutando tal vez para no extinguirse, tal vez para que los más jóvenes experimenten la aproximación a una pertenencia de identidad común a sus congénere.
Dentro del contexto setentista del Rock surgió (¿en forma espontánea? vaya uno a saber todas las causas) lo que algunos referentes periodísticos citan como "minimovimiento sinfónico". Música discutida en cuanto a su concepción por los más tradicionalistas roqueros argentinos; vanguardista según la óptica de los intelectuales.
Lo cierto es que los denominados "sinfónicos" se incorporaron al entonces movimiento de rock nacional. ¿intelectuales, aburridos, metafísicos? ¿anticipo de una música urbana globalizada? ¿simple copia de la onda mundial?. Como los viejos pioneros diez años antes de este minimovimiento, esta música no salió de un invento de alguna discográfica, sucursales que suelen denigrar a los músicos locales en pos de vender algún producto de su casa matriz, sino como una necesidad que tuvo como base a determinada parte de la juventud de aquellos tiempos en que el país comenzaba a desangrarse en la mas cruel de las tiranías que se recuerdan.
La herencia que dejaron los grupos sinfónicos aún sobrevive y se actualiza permanentemente  dentro al concepto de preservación ampliada de los valores culturales urbanos y nuevamente como en los setentas no son producto de la fugaz ocurrencia de un inoperante de escritorio, de una editorial multinacional globalizada, sino la necesidad de una base social urbana que ya no es  solamente juvenil.
Sirva como ejemplo de lo que intento discurrir en este bosquejo el grupo Contraluz, que subía al escenario del velódromo municipal a comienzos de la década del setenta, y hoy, manteniendo su base grupal original y con el control absoluto de sus obras; o el reencuentro con Osvaldo Favrot piloteando su grupo Espíritu en estas autopistas musicales en las cuales cualquiera se autodesigna del palo, sus armonías quiebran el repetitivo paradigma musical heredado de la década del noventa.
Sea entonces este prólogo para comenzar a revisar sintéticamente, en la versión de una revista pocas veces homenajeada: CantaRock, a tres grupos a los que no solemos detenernos a semblantear muy a menudo algunos de nosotros y que constituyen una escucha cercana al culto en otras personas.
Tito demoron

 

Charly García y la Máquina de Hacer Pájaros

Charly García fundador de uno de los grupos mas importantes de rock sinfónico que dio Argentina (mi punto de vista: el pico mas alto de este músico); ya se veía venir la evolución después del excelente tercer disco de Sui Generis "Instituciones". García echó a volar su imaginación y no le alcanzaba seguir siendo ídolo de jovencitas que alternaban música complaciente y Sui Generis, el famoso dúo light y blanditos, como fueran catalogados por sus pares de rock de aquella época, letras mas complejas y música mucho mas sofisticada,era lo que envolvía a esta banda, músicos de primera línea venidos de muy buenos grupos como Pescado Rabioso y Color Humano.
Dos discos dejaron para la gran historia de rock argentino "La Maquina de Hacer Pájaros" (1976), con aquella caricatura de Crist en la contratapa , y el disco "Películas" (1977).
Josi de Israel

"Después de la separación de Sui Generis pasé por una etapa en la que estaba deprimido, fui al psicoanalista y todo. Al final de tantos años de estar componiendo con Nito, de pronto estaba solo. Empecé a ver de afuera toda la bola que se había armado alrededor de Sui Generis , la gente que lloraba por la separación, la idolatría de los pibes, el mercado del rock.. Y empecé a componer sobre eso." Así explicó una vez Charly García el espíritu con el que estaba cuando empezó a dar forma a La Máquina de Hacer Pájaros.
El boceto sonoro de La Máquina fué definiéndose en un ciclo de recitales en La Bola Loca, donde García largaba sus nuevos temas sobre la sólida base de José Luis Fernández en bajo y Oscar Moro en batería. Ya estaba allí Gustavo Bazterrica, que venía de tocar con Porchetto, y la invitada Ana María Quatraro ponía su apabullante capacidad vocal. Pero el carácter de la banda no se definió hasta que, en agosto de 1976, comenzaron a grabar un long play y entró Carlos Cutaia, con su sabiduría de arreglos y teclados.
El grupo, cuyo nombre fue inspirado por una historieta de Crist, se fogueó a lo largo de una serie de recitales y una gira con León, Nito y Los Desconocidos y Crucis a Rosario y Córdoba. El primer disco de La máquina, con una tapa hecha, justamente por Crist con su personaje García describiendo el contenido del álbum, salió a fines de 1976. Charly había formado un verdadero grupo con el que quería dedicarse a explorar nuevos sonidos, con un tratamiento instrumental más denso para las canciones. La intención era que todos compusieran y participaran en los arreglos. "Estoy un poco cansado de ser el líder y creo que ha llegado el momento de cambiar. Quiero ser uno más que aporte al desarrollo de la música del conjunto".
Ese primer disco fue más que nada el comienzo de esa elaboración que el grupo buscaba, ya que varios de los temas eran viejos y la totalidad estaba compuesta por Charly. Pero permite entrever lo que Charly aprendiera en esta etapa, trabajando con músicos de enormes posibilidades técnicas y consiguiendo un sonido verdaderamente grupal, cosa que siempre le faltó en Sui Generis. Algunos temas del álbum se convirtieron rápidamente en clásicos. Bubulina, dedicado a María Rosa Yorio, con quien se casó el 16 de Septiembre de 1976, y Cómo mata el viento norte por ejemplo.
El grupo, que originalmente se llamaba "García y la Máquina de Hacer Pájaros" -como la historieta- dejó de lado el personalismo y pasó a llamarse sólo "La Máquina de Hacer Pájaros".

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En el país se estaban viviendo momentos durásemos, y el rock había desaparecido prácticamente de la radio. García quería seguir diciendo cosas, "pero a veces hay que dar muchas vueltas para poder decirlas. Hay que inventar un lenguaje nuevo" que, según Charly, se empezó a definir en el segundo long play. Ya desde el título el disco pintaba un panorama de la época: Películas ("qué se puede hacer, salvo ver películas").
El grupo sonaba como una locomotora perfectamente calibrada.
La "polenta juvenil de Fernández y Bazterrica y el super nivel musical de Cutaia con quien aprendí mucho"... rindieron sus frutos en un grupo de equilibrados arreglos y espectacular calentura. Todas estas cualidades quedaron en claro en aquel recital en el Luna Park en junio de 1977. Después de giras y actuaciones interminables, en unos meses Charly se cansó.
"Mi cabeza estaba fundida de ser Charly García, de tener que pensar en el grupo, los reportajes, la imagen, el estilo musical, etc. Llegó un punto en que todo eso no me dio más satisfacciones. Ahora quisiera empezar de nuevo a hacer cosas de a poquito, sin tener que pensar para quien las hago".

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