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Revista Siete Días Ilustrados
28.03.1975
carta
Una moderna organización periodística debe ser necesariamente
dúctil, sin demasiados compartimientos estancos, no sólo para
poder responder con eficiencia a la abrumadora diversidad de
hechos que azuzan a sus jefes, sino también para hacer frente a
los imprevistos internos, la cara oculta de una rutina a la que
los lectores nunca acceden. Pasa a menudo que decidamos la puesta
en ejecución de una nota y no dispongamos —en ese preciso momento—
del redactor específico para encararla, sea porque está a cargo de
otra tarea (igualmente impostergable) o bien porque se engripó o
está de vacaciones. Hay temas, lo sabemos, que requieren una
determinada mano, que conviene encomendarlos a un periodista en
particular, porque hay razones de afinidad y predisposición que
aseguran a priori el éxito del trabajo. Pero, en este sentido, la
experiencia de Siete Días ha sido notable: publicación que carece
de módulos (como las llamadas revistas de noticias), logró
ensamblar un equipo de profesionales dotados de la fluidez que
hace falta para asumir tópicos tan distantes como la política y el
arte, o como el deporte y la ciencia. Así, durante la temporada
estival, cuando la dotación de Siete Días se redujo
considerablemente a causa de las licencias, no fueron pocos los
lectores asiduos que nos felicitaron porque la revista supo
mantener su nivel de siempre. Justo es reconocer que ese nivel
está dado, fundamentalmente, por el sentido de la responsabilidad
de quienes alguna vez aceptaron este desafío.
EL DIRECTOR
Foto de tapa: Osvaldo Dubini
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