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Revista Siete Días Ilustrados
25.04.1975
cartas
El viernes 11 el redactor Andrés Oppenheimer y el fotógrafo Mario
Paganetti culminaban una experiencia insólita: una semana antes se
habían embarcado en el rompehielos General San Martin, en Ushuaia,
con el propósito de recoger, de boca de sus protagonistas, el
testimonio de una aventura polar que sembró azarosas expectativas
sobre la opinión pública del país. Como se recordará, el buque
volvía de los hielos antárticos, en donde permaneció bloqueado
durante varias jornadas, impedido de desplazarse porque el mar era
una estepa blanca y compacta, rigurosamente hostil. Durante cinco
días de navegación, hasta el puerto de Buenos Aires, los únicos
periodistas de a bordo disfrutaron del tiempo necesario para
recomponer las instancias cruciales de esa odisea y para asimilar
no pocos asombros: si la historia (que se trascribe desde la
página 24) tiene final feliz, es también porque los marinos
argentinos están dotados de la capacidad y el temple
indispensables para afrontar las peores suertes. En el puerto
metropolitano los viajeros se cruzaron con otros dos hombres de
Siete Días, empeñados en radiografiar otra historia, tan gris como
el smog y sin ningún rasgo épico: es que los muelles configuran el
ámbito en donde, cotidianamente, cientos de personas forjan, con
músculos tensos, un destino de sudor y sacrificios signados por el
anonimato. Ese extraño mundo se refleja entre las páginas 46 y 51.
Al cierre de esta edición regresaba a Buenos Aires el secretario
de redacción Alberto Figueroa: había trascurrido dos semanas en
Berlín y en su portafolios acumulaba materiales que habrán de
editarse la semana próxima. Su misión específica: dialogar con
testigos de la última gran batalla de la Segunda Guerra, la que
marcó (con el suicidio de Hitler) el fin de la lucha en el
continente europeo. Cuando ese número esté en la calle se cumplirá
exactamente el 309 aniversario de tales hechos.
El Director
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