Gente y la actualidad
11/12/1969
—¿Usted es el autor de
"Balada para un loco"?
—Soy.
—Sepa que
tiene delante al loco de su obra.
—Hombre.
. . ¡Qué lindo!
—No tanto: por ser su
protagonista quiero cobrar parte de los
derechos de autor.
—Piazzolla y yo le damos
la mitad de las regalías.
—Es poco. El 75
%. . . ¡¡¡Soy más loco que ustedes don
juntos!!!
Este diálogo, verídico, sucedió
hace pocos días en el Viejo Almacén, un
reducto de San Telmo. Cuando Horacio Ferrer,
hombre de GENTE, lo contó en la redacción,
surgió la idea de una de las notas que están
en este número de GENTE: Cómo escribí la
"Balada para un loco", contada por su propio
autor. El mismo salió a la calle a ser
protagonista, por primera vez, de su propia
nota. Luego al regreso comentó: "La verdad es
que soy un entrevistado fácil.. no me negué a
nada..
* * *
"Yo a usted la conozco.
.. Pero sí, claro, usted es la que me siguió
al baño cuando yo estaba en Buenos
Aires..Dentón Cooley recibió con estas
palabras a nuestra redactora Renée Sallas
cuando lo entrevistó en el Hospital St. Lukes,
de Houston, Texas. Los recuerdos del gran
cardiocirujano se remontan a su estada —hace
unos meses— en Buenos Aires, cuando vino a
participar de un congreso sobre cirugía
cardiovascular. En ese momento Sallas recibió
indicaciones de seguir a sol y sombra a este
ilustre visitante. Durante una comida, de la
cual participaba nuestra redactora, Cooley se
levantó, y ella tras él. Se detuvieron frente
a una puerta y el cirujano dijo: "Señorita,
por favor, no ve que dice: Caballeros. ..". Su
celo periodístico había encontrado un límite.
Pero de allí nació la anécdota que permitió,
esta vez en Estados Unidos, realizar un
reportaje exclusivo sobre
el futuro de las
operaciones del corazón.
* * *
Néstor Barreiro, de GENTE, pasó tres días
junto al obispo de Añatuya, para vivir una
realidad argentina desconocida hasta el
momento: la gran obra que se ha realizado en
ese territorio de Santiago del Estero, merced
al empeño, el sacrificio y la inteligencia de
un hombre que llegó hace ocho años para
hacerse cargo de la diócesis con sólo 50.000
pesos y un montón de ideas. Hoy hay en el
lugar escuelas, hogares para ancianos y niños,
una nueva catedral, y unas grandes ganas de
trabajar por la comunidad en que les toca
vivir. Cuando terminaron la nota, Barreiro y
el fotógrafo Osvaldo Fernández Burgos, se
despidieron como algo más que dos periodistas
con un reporteado: a partir de ese momento
eran amigos. Por eso pudo suscitarse esta
conversación:
—Antes de que se vayan quiero
que se lleven un recuerdo —dijo el obispo.
—¿Nos va a dar una estampita?
—No, un par
de cigarros alemanes... Para que los saboreen
bien...