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Revista Siete Días Ilustrados
26.06.1972
Tapa: Carlos Monzón
EN ESTE NUMERO
Con agobiante frecuencia, quienes componen el cuerpo de redacción
de Siete Días se ven enfrentados a agudas, enojosas y también
divertidas críticas en torno al material de la revista, sea con
respecto a una nota o a la personalidad toda de la publicación.
Acostumbrados, los redactores lo asumen como una contingencia del
trabajo; e implícita, resignadamente, terminan por considerar que
sus honorarios cubren también los riesgos de tales
enfrentamientos. Así, por ejemplo, en una pacifica fiesta de
cumpleaños, en un viaje en subte o en un fortuito encuentro
callejero, los hombres de la revista no están exentos de soportar
una estocada como ésta: "¿Así que usted trabaja en Siete Días?
Casualmente, flojos los últimos números, ¿no?" O bien: "Leí la
semana pasada el reportaje al ministro tal. ¿Por qué no le
preguntaron tal cosa? No se animaron, ¿no es cierto?" Desde luego,
la infinita artillería de estos críticos espontáneos es, en el
fondo, gratificante. ya que prueba la influencia de la revista en
el medio al cual se dirige. Nadie lo duda, es una forma de
reconocimiento. En tal sentido, las últimas andanadas de reproches
apuntaban a blancos contrapuestos: en rueda de redactores se
desbrozaron dos tendencias bien definidas, cuyas tesis podrían
resumirse en un par de interrogantes. Por un lado, "La revista no
es tan divertida como antes, se mete en temas ásperos, a veces
tristes. ¿Es que le perdieron el gusto a la frivolidad?" Por el
otro, "Por fin encontraron el verdadero camino. Nada de tonterías.
¿Por qué no tratan exclusivamente las cuestiones que más nos
preocupan?" La respuesta es una sola: la historia contemporánea se
nutre de todos los matices de la conducta humana, y Siete Días
sólo quiere ser un fiel reflejo de ella. Las 102 páginas de este
número contienen la justa medida de ese cóctel.
LA TIRADA DE ESTA EDICION ES DE 171.000 EJEMPLARES
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