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Tapas de revista
Revista Siete Días Ilustrados

Revista Siete Días Ilustrados
14.08.1972
Tapa: El sexo y el cine

EN ESTE NUMERO
En un principio debió ser una nota, una buena nota, una nota importante quizás, pero una nota más. Se trataba, eso era cierto, de la primera vez que un periodista penetraba en una cárcel de mujeres para hacer un informe total: hasta entonces los pocos hombres de prensa que habían llegado a tener acceso a sus recintos se limitaron a entrevistar a alguna detenida en particular. Pero nadie imaginaba que la cosa iba a agrandarse de tal modo. El jefe de Redacción —que es quien escribe, dos de cada tres veces, esta carta a los lectores— ya había comenzado a teclear algunas líneas dedicadas a la que por entonces era la nota-estrella de la edición, una divertida e insolente mesa redonda acerca del cine y el sexo con la participación de psicoanalistas, distribuidores, críticos y el dúo Isabel Sarli-Armando Bó. Pero hubo que cambiar todo, reescribir este sumario, desplazar notas, darle lugar a la cosa —6 páginas—, reordenar el número entero. Es que, de golpe, el material periodístico recogido por el redactor Carlos Alberto Cúneo en la Unidad 8 Cárcel de Mujeres) de La Plata se revelaba como un testimonio alucinante, una radiografía de la condición humana como pocas veces pudo lograrse en el periodismo local: desgarrante sin ser sensiblera, patética sin ser cursi. Parte del mérito —valga el cinismo— es de la realidad misma; el resto se debe al empeño del fotógrafo Mario Paganetti y del autor de los reportajes. Claro, para muchos la cara más conocida de Charlie Cúneo (32) es la del buen humor: los lectores lo conocen como el responsable de reportajes brillantes —a Roberto Galán, Roberto Rimoldi Fraga, José María Muñoz, Santiago Gómez Cou y Quique El Carnicero, entre otros cien— y notas plenas de gracia, como sus coberturas veraniegas en Mar del Plata y Punta del Este; sus compañeros de tarea lo imaginan como un inveterado amante de la Naturaleza, empeñado en llegar cada fin de semana —con su bonita y simpatiquísima esposa Lidia (24), y a bordo del consabido autito blanco— a supuestos vergeles bonaerenses (siempre recomendados por su amigo Felipe Trombeta) que resultan en realidad horrendas lagunas barrosas, sobre cuyas orillas Charlie se dedica a tomar sol en insólitas posturas yogas. Pero —como puede decirse, por suerte, de casi todo el staff de Siete Días— también es un periodista "en serio", capaz de sumergirse con hondura y sensibilidad en lo humano porque —como hace 22 siglos dijera Terencio— "siendo hombre nada de lo que es humano puede serme ajeno".
LA TIRADA DE ESTA EDICION ES DE 155.000 EJEMPLARES

 

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