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Revista Siete Días Ilustrados
05.11.1973
Tapa: Julia Inés Casano
MEMORANDUM:
De cómo ciertos homenajes demandan sacrificio de tiempo para que
resulten tan dignos como fueron concebidos.
Un lector —uno solo— telefoneó al director, la semana pasada, para
preguntarle, con algo de ironía, si Siete Días creía haber honrado
suficientemente la memoria de Pablo Casals con la apostilla
aparecida en Hechos y Protagonistas del número 337. Era, en
efecto, un texto brevísimo, ilustrado con una simple foto, que
daba cuenta de su muerte el 22 de octubre, en San Juan de Puerto
Rico. la respuesta del director fue también concisa: invitó al
consultante a hojear la edición 339, o sea la de la semana que
viene. Y ahora sí conviene abundar un poco más: ante un hecho tan
trascendente, tan abrumador, como lo es la desaparición de un
sabio del arte (o la de un poeta como Neruda, hace mes y medio),
un semanario de la categoría de Siete Días, sensible a todas las
manifestaciones de la cultura, debe optar entre dos variantes.
Una, soslayar la calidad en beneficio de la urgencia periodística;
la otra, tomarse algo más de tiempo (y espacio) para ofrecer a su
público un testimonio acorde con la dignidad del personaje o con
la relevancia del suceso. El director suele adherir a esta última
tesitura, convencido de que la primera variante está especialmente
reservada para los diarios y la televisión. De tal modo, Siete
Días pudo ofrecer en el número 335 (exactamente veintitrés días
después de su deceso) el más importante homenaje gráfico
dispensado a Pablo Neruda por el periodismo argentino. Antes (Nº
312) había dedicado un pliego en color a la reproducción de
algunas de las obras más memorables de Picasso, el primero de los
tres grandes Pablos que claudicaron este año, físicamente. En
suma, la próxima edición de la revista contendrá el amplio pero
modesto reconocimiento que en nombre de la cultura, y de la
grandeza humana, merece Pablo Casals
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