Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

pelicula las furias
"Las Furias... en pleno Aquelarre."
UN reportaje a “Las Furias” es la misión del cronista. Esta visita a los estudios Lumiton es la promesa de un espectáculo violento e impresionante; es como un viaje a ese submundo de la imaginería helénica dominado por Aqueronte y la Noche, donde sus hijas, las intrépidas Furias, de ensortijadas serpientes por cabelleras y escanciadoras de tibia sangre humana, castigan a los culpables de impiedad.
El periodista es un hombre precavido. Y con él lleva el bello presente de dos tiernas niñas que ofrendará a las voraces Euménides de velludas manos, para así ganarse sus simpatías.
Pero el galope desenfrenado de la imaginación es desbaratado por el paso manso de la realidad. Ni orco pavoroso ni estrídulas criaturas. Sólo el pesaroso, detallado, minucioso quehacer propio de una filmación en el ceñido ámbito de un “set”, donde un grupo de mujeres plasma en imágenes caleidoscópicas las alternativas del drama urdido por Enrique Suárez de Deza.
Tampoco el estudio es un gineceo, como alguien aventuró por allí. Sí, es verdad que casi todo el cuadro de intérpretes está integrado por mujeres —sólo dos hombres: el Novio, que encarna Guillermo Bredeston, y el Esposo, de quien la cámara
sólo capta sus anchas espaldas—, y que en el equipo técnico figuran varias mujeres; pero el personal técnico en su totalidad —maquinistas, electricistas, utileros y asistentes varios— está formado por hombres.
La dirección está a cargo de Vlasta Catrani, esposa de Catrano Catrani, de probada baquía en la producción cinematográfica y que hace su debut como realizadora. Un ex granadero a caballo, ahora de a pie, maneja la pizarra: es Víctor Catrani, mozo de 22 años, hijo de Vlasta y Catrani.
La filmación se halla muy avanzada; lo suficiente como para que ese plantel de intérpretes haya elaborado su propio mundo al margen de la irrealidad del film, con el toque de afectuosa familiaridad que permite suponer una convivencia diaria de más de dos meses. Ante las cámaras se devoran —de ahí el título de “Las Furias”—; son la Madre, la Hermana, la Esposa, la Hija y la Amante, pero en las largas pausas de espera entre toma y toma son, respectivamente, Mecha Ortiz, Alba Mujica, Aída Luz, Elsa Daniel y Olga Zubarry. Menos aún: porque esos nombres
dicen de una jerarquía artística proporcionada a niveles ponderados y que en esa intimidad casi hogareña de los camarines se desvanece para sólo quedar los apelativos de Mecha, Alba o “Flaca”, Aída o “Petisa”, Elsita o “Pichona” y Olguita...
Lumiton no cuenta con servicio de “buffet”, pero sí con la buena voluntad de una vieja casera que, en el momento oportuno, se aparece con una gran jarra de leche caliente y una cafetera y comienza a distribuir tazas entre los artistas. La merienda, hoy, se sirve en el amplio camarín del maquillador Roberto Combi —apellido vinculado por línea paterna a los primeros pasos del teatro argentino—, y se acompaña con crocantes “medialunas”, mermelada y manteca. Mecha Ortiz se sirve una, dos, tres, cinco medialunas, con ritmo pausado pero firme.
— ¡Suerte la tuya que no perdés la línea! ... —le dice Alba Mujica asombrada por el envidiable apetito de la actriz.
—Nunca fue problema para mí ...
Y siguió comiendo, despreocupadamente.
—Yo, en cambio —agregó Alba—, debo cuidarme...
Luego mira al cronista:
—Usted me conoce hace más de veinte años ... Debe recordarme ...
El cronista recuerda el día que conoció a Alba. Fue en la esquina de Corrientes y Uruguay. Alba cruzó la calle. Fue como una saeta de luz, de armonía, de color... Se detuvo el tránsito, la calle se hizo fuego. Era Friné rediviva vestida de negro...
—En cambio, ahora ... —sigue diciendo con voz casi nostálgica. —Tenía y tiene un gran cuerpo, lo que pasa es que es una “loca” desatada... —interrumpe Mecha—. Siempre a los saltos, nerviosa, agitada, sin tiempo para arreglarse...
— ¡Así como a los saltos debía andar en aquellos tiempos vendiendo libros para verte actuar!... —es la confesión casi airada de Alba—. Sí, lo confieso, mis artistas predilectos eran Mecha Ortiz y Elsa O’Connor. Y me gastaba las comisiones de la venta de libros en el teatro. Cuando quise ser actriz, mi sueño era llegar a trabajar algún día junto a ellas. Mottura me deparó esa satisfacción en 1955,, al incluirme en el elenco que, encabezado por Mecha, representó “Para vestir santos”. Y ahora, esta insospechada oportunidad de compartir responsabilidades en “Las Furias” ...
—¿Llegaste entonces? —acota Aída Luz.
—¿Llegar? ... ¿Adónde? ... —es Mecha Ortiz que envuelve en escéptica conjetura la anterior pregunta—. Ese pretensión vanidosa, la de todos los que nos lanzamos en esta aventura del teatro y del cine, la desvaneció mi madre un día en que me reprochó mi afición al cigarrillo. Yo tenía cumplidos ya los cuarenta años, y un cartel que debía satisfacer mi vanidad. Le
respondí quizá de no buena manera, pero ella me frenó: “A mí, por muy Greta Garbo que seas, no me impresionás...” Lo que se dice una buena lavada de cabeza ...
Recuerda también el cronista que Alba Mujica es una extraordinaria quiromántica, capaz de penetrar en el pasado más inescrutable y desentrañar el misterioso devenir.
—Pero he abandonado la práctica de la quiromancia —nos ataja la actriz aludida— desde el día en que descubrí un aciago destino. Se cumplió trágicamente. Me abatió de tal manera que nunca más he querido meterme en aquello que sólo está reservado a Dios.
Mecha Ortiz luce airosa la “ancianidad” de la madre, elaborada magistralmente por Combi. Y nos dice a propósito de su personaje:
—La experiencia de “La señora Ana luce sus medallas”, de James Barrie, me persuadió de que una primera actriz puede hacer papeles de anciana sin desmedro. Esta “Madre” que me toca animar en “Las Furias” no hace sino ratificar mi impresión. Sólo así puede dársele todo el ímpetu, la fuerza arrolladora que requiere para enfrentar a los otros personajes. No son mujeres, sino furias desatadas; no se hablan, se embisten, se devoran, en medio de un clima de desenfreno de pasiones...
Aída Luz agrega su opinión respecto de la directora:
—Sabe lo que pide. Trabaja con seguridad, señalando, apuntando matices que hacen al clima total de la película. Por otra parte, estoy muy contenta de trabajar así, diría en equipo ...
—Sin resquemores de primeros planos “robados”, pues se tiene conciencia de que se está creando con un objetivo funcional —remata Alba. —¡Ojalá siempre pudieran hacerse las cosas en equipo —añade Mecha Ortiz—. Así cada uno tiene su parte efectiva de colaboración. El éxito, si llega, será para todos por igual... En este film, la estrella es el fervor, la humildad ...
El cronista no puede menos que recordar que actualmente se exhibe “Obras maestras del terror” con grandes avisos en los que se presenta como estrella a la esposa del director de la película. Y después de ver la producción se pregunta si una calidad doméstica justifica un estrellato ...
Elsa Daniel, que entre una toma, una medialuna y un vaso de leche lee un libro de poesías chinas vertidas al español, es la Hija —y también Novia— del libro. Afirma que no conocía la obra teatral, pero que le entusiasmó la idea de trabajar por primera vez bajo la dirección de una mujer y en un papel que marca un cambio en su trabajo habitual.
—Siempre he hecho chicas buenas, “ángeles”. Esta es la primera vez que me toca hacer una criatura siniestra, un pequeño monstruo. Creo que pocas veces se da en la carrera de una actriz joven un papel de tanta importancia.
Y añade, a propósito de una versión que aseguraba su pronto retiro de la actividad artística:
—Quizás lo pensé en voz alta algún; vez. Me dije: “El día que me ponga de novia, me retiro”. No me puse de novia no pienso ponerme de novia por el momento (una prueba más de que "Platea" no está equivocada; ver páginas 18 y 19) y así continúo firme en mi carrera. Y con ansias extraordinarias de seguir haciende cine y, si es posible, de pisar un escenario.
—¿Alguna posibilidad concreta de hacer teatro?
—Todavía no. Pero, me agradaría trabajar con Mecha Ortiz.
Agreguemos que Mecha tiene en prepa ración una temporada en el teatro Astral para el mes de octubre próximo. ¿Sería el debut de Elsa Daniel? ...
El encuentro con Olga Zubarry nos lleva después a la directora, que le está marcando una situación. Nos dice Olga:
—Las amantes son siempre personajes antipáticos. Mi Amante es, por el contrario, el personaje humanizado de “Las Furias”. Es quien lo da todo por amor, con un desprendimiento generoso que la embellece frente a las “iracundas” mujeres que rodeaban al “Hombre”.
Y sepamos, finalmente, cómo llegó el libro de “Las Furias” a esta posibilidad concreta de su realización. Nos lo dice Vlasta Lah de Catrani: —Mi salto a la dirección de una película, después de largos años de ayudantía junto a mi esposo, tenía que realizarlo con un libro que tuviese fuerza dramática. Leí muchas obras, pero cuando el autor Suárez de Deza me hizo llegar “Las Furias” sentí como si el libro fuera una serie de explosiones en cadena. Me apasionó y decidí llevarlo a filmación.
—¿Sufrió muchas alteraciones respecto de la obra teatral original?
—Sólo las necesarias para darle vida a los sucesos que en el original eran referidos por el diálogo. Por ejemplo, el robo del traje a la Hija que realiza la Hermana y la escena de la borrachera de ésta; la visita de la Madre a la Amante, y, en fin, esa mayor movilidad que permite sacar a los personajes del ambiente único original para llevarlos por toda la vieja casona. Será mi primera labor de directora; por eso no quiero decir más. Los resultados dirán con mayor elocuencia si se ha justificado mi ansiado paso a la dirección absoluta ...
Por GIM KIS
Revista Platea
9/9/1960

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