Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


VIMOS LA PELICULA PROHIBIDA EN LA ARGENTINA
Evita: "Una mujer un pueblo"

Irremediablemente irrespetuosos. Quizás ésa sea la razón que nos movió a hacernos una escapada hasta Montevideo para ver una película que el Ministerio del Interior había prohibido hace poco tiempo, para todo el territorio argentino: "Una mujer un pueblo", que, en otras palabras, es la vida de Eva Perón. La curiosidad, además, nos llevó a invitar a dos personas que debían cumplir, según nuestro objetivo, varios requisitos: jóvenes, inquietos sociales, cercanos al mundo del espectáculo y con posibilidad de discriminación. Martha Bianchi —que actualmente está representando "Chúmbale" junto a su marido Luis Brandoni— fue la primera elegida (nos interesaba la opinión de una mujer), y Guillermo Gentile, autor y actor de ese fulminante éxito que es "Hablemos a calzón quitado", acompañaron a EXTRA en un rapidísimo viaje hasta Montevideo.
Cine Central. 4 de la tarde. Poca gente, viernes 27 de enero. Ultimo día de exhibición. Y allí nos encontramos con la película prohibida. Una documental que recorre la vida de esa excepcional mujer de nuestra historia. Pero la recorre con evidente falta de material, tanto fílmico como en sus relatos, que abundan en lacrimosos comentarios. Pero, sin duda, cada vez que aparece Evita en la pantalla toda torpeza técnica queda de lado ante la fuerza que se desprende de su figura. La película tiene momentos de honda vibración: el día del renunciamiento, sus últimos días, el velatorio. Está formidablemente captado el diálogo del pueblo con su líder, la sensación del poder del pueblo sobre sus gobernantes . . . Evita rogándole, una entrega mutua captada inmejorablemente por Juan Schroder, el responsable de "Una mujer un pueblo". Martha Bianchi y Guillermo Gentile salieron visiblemente impresionados por esta mujer, y seguramente por eso es que la posterior charla fue más allá de la sola película, internándose con interés, dudas, titubeos, pero con total entrega, en la discusión de esa personalidad que seguramente cambió el destino de nuestro país y que aún puede tener mucha vigencia.

Y éste fue el diálogo conjunto que sostuvimos con Martha Bianchi y Guillermo Gentile, mezclando los escenarios y con algunas inevitables interrupciones: un café en el Aeropuerto de Carrasco, donde casi perdemos el avión; arribo a Buenos Aires entre azafatas, bebidas y turbulencias, y, finalmente, en un coche que nos trajo, del Aeroparque. esquivando bachea y los interminables arreglos de nuestras calles. En fin, ésta fue la conversación:
—Antes que nada, una opinión de la película. . .
Martha Bianchi: Me interesó. Me hubiera gustado más material hablado por Evita. También la posibilidad de verla a ella no sólo en la actividad pública, sino también en su quehacer más privado... quizás para comprender más a la mujer. Lástima que algunos de sus discursos no se entienden bien, la grabación parece como gastada y cuando la doblan, no sé, no es lo mismo. Creo que en Evita es muy importante intentar descubrir sus inflexiones de voz, sus silencios, sus maneras de decir. Pero me ha interesado muchísimo. Cualquier tipo de material me ayuda a encontrar mi posición, aun indefinida. Laparte que más me conmovió fue cuando Evita logra el voto femenino... me dieron ganas de aplaudir... pero me dio vergüenza...
Guillermo Gentile: Como documental, floja. Hay poco material. Pero, artísticamente, teniendo eso en cuenta. me gustó. Tiene clima, sugestión. Me hizo vibrar... esa larga hilera de gente en el velatorio, bajo la lluvia allí, para dar su último adiós. Ver el pueblo también me hizo vibrar, ese mismo pueblo de hoy... los mismos rostros, los mismos gestos. En cuanto a los relatos, no me parecen apropiados cuando se salen de la información y se entra en las acotaciones. Me dio la sensación de falsa poesía. ¡Qué pena! Porque no hacia falta... la imagen lo decía todo. Pero, en fin, todo esto es subjetivo; creo que se pensó en el consumo, y seguramente un cine lleno diría otra cosa, ¿no?
—Vamos a hablar de Evita. . . ¿cómo la sintieron? ¿Qué les despertó sensorialmente?
Martha Bianchi: Me despertó admiración, esa mujer. Sentí claramente el resentimiento en ella... bueno, ella misma lo dice. Antes, me parecía despreciable el resentimiento pero ahora pienso que si tomamos la palabra etimológicamente es positivo y movilizante. Si uno siente las cosas y no las olvida, puede hacer despertar cosas en los otros... si no se sufre, no se producen cambios. Sentí admiración por su coraje, por su voluntad, por su tesón, ¡Y cuánto le debe haber costado! Su extracción tan criticada, su poca cultura. Me gustó Evita; me pareció linda y joven. Mi recuerdo de ella, claro, yo era muy chica, es que era vieja... ¡y pensar que en su apogeo tenia la edad que tengo yo ahora...!
Guillermo Gentile: La sentí auténtica. Con enorme comunicación. Aunque parto de conocimiento previo, todo me revivió con la película. Tuve una continua relación con su pueblo.
Lo amó... no lo dudo.
—¿Cómo la definirían?
Martha Bianchi: Una gran intuitiva. Un temple de lo más importante que hemos tenido en nuestra historia. Trascendió. Gravitó. Me pareció con más fuerza que Perón.
Guillermo Gentile: Es una respuesta. Una respuesta viva no teórica a la problemática que se le presentó, El problema Ideológico es secundario en un análisis de Evita, porque ella fue praxis de otra praxis. Ella sabia quién era el explotado y el explotador, y ante esa praxis respondió con vitalidad y revolucionaridad.
—¿Qué valor histórico le darían a Evita?
Martha Bianchi: Al principio de la película. Evita dice algo que creo es clave: "A los 11 años yo creía que había pobres como pasto y ricos como árboles..." Le dio conciencia a su pueblo, porque ella vivió los efectos de la mala distribución, la desigual oportunidad. Después, lamentablemente. no encontró los resortes para educar. Cuando ella murió el pueblo se quedó con la conciencia, pero sin saber qué hacer.
Guillermo Gentile: La figura más importante que haya tenido la Argentina en los últimos 50 años... y no digo desde 1810 porque me van a acusar de exagerado.
—Hay en la película un momento realmente excepcional, que es el diálogo de Evita con el pueblo, el día de su renunciamiento. ¿Cómo lo vieron?
Martha Bianchi: Me conmovió toda. Yo oí decir que a la gente la obligaban a ir a Plaza de Mayo, pero, ¿se podía obligar a tanta gente?... Mire, yo viví la noche del 66 cuando lo sacaron a Illia. Con Luis (Brandoni, su marido) fuimos a Plaza de Mayo para ver qué se hacia cuando se sacaba a un gobierno constitucional, un gobierno elegido por el pueblo. Me sentí mal, perdida. La plaza estaba vacía. Parecía que todo estaba sucediendo en otro país, en un país extraño. Hoy la gente no sale a la calle, es como si hubiera dejado de creer. En la película está claro que hasta para Tamborini-Mosca la gente salía a la calle. Hoy estamos cansados, resignados...
Guillermo Gentile: Me hizo vibrar. Ella llegó hasta lo más profundo de su pueblo. Y porque de allí venía es que tuvo esa posibilidad de diálogo casi mágico. Hay que bajar al sótano para oír los quejidos, y ella no tocaba de oídas... ella lo conocía todo muy bien. Pero ese diálogo con su pueblo nunca más se va a dar en nuestro país. Lo hemos perdido.
—"Una mujer... un pueblo" abunda mucho en la última parte de la vida de Evita. ¿Por qué creen ustedes que ella seguía, casi obstinadamente, matándose?
Martha Bianchi: Creo que la movía una gran ambición. Pienso que ella intentó romper con los limites que todo ser humano tiene. Estaba en el vértigo que le daba su inmenso poder. Pero también pienso que el aparato gubernamental la utilizó
porque —insisto la veo a ella más líder que a Perón. También se ve una enorme fuerza de voluntad y un gusto una especie de premio cuando se encontraba con su pueblo, porquería verdad, ¿quién tiene ganas de salir a un balcón, muriéndose?
Guillermo Gentile: Tenía ansias de trascendencia, por eso siguió. Pero también, porque amaba a sus descamisados. Su vida era para eso. No tenía otro valor más que estar con
su pueblo toda vez que podía.
—Ustedes han asistido a un espectáculo prohibido en la Argentina.. Además de querer saber si están de acuerdo con la prohibición, ¿qué pasaría en la Argentina, hoy, si la dan?
Martha Bianchi: No, no me parece bien que la hayan prohibido. Pero de pronto puede ser comprensible. Si la gente que aparece en la película la ve, creo que lo viviría de nuevo, y no dudo que saldría a la calle, reclamándola...
Guillermo Gentile: No estoy de acuerdo con ningún tipo de prohibición. En este país ,se viven unos pánicos increíbles. No creo que tuviese gran efecto político, aunque sería un gran éxito comercial, un gran negocio. Hasta se convertiría seguramente en un artículo de consumo para intelectuales. Quizás en un período preelectoral tendría cierta incidencia.
—Teniendo en cuenta que Evita es la protagonista neta de esta película, pudieron ustedes calibrar diferencias con Perón... ¿cómo lo vieron a él y qué caracterización le darían?
Martha Bianchi: Ella era más guerrillera que él. Perón es más cauto, más estadista. La revolución la piensa el intelectual y la hace el pueblo. Él pensaba; ella llevaba las armas.
Guillermo Gentile: Él era un estratego. Lo es. Muy inteligente, pero no sé si se hubiera producido este fenómeno peronista sin Evita. A través de lo que sé y de lo que ahora vi, creo que sin Evita no se hubiera producido.
—¿Les gustaría ver y vivir al país tal cual lo vieron en la película?
Martha Bianchi: Me gustaría ver identificados a pueblo con gobierno.
Guillermo Gentile: Ese proceso no vuelve más. El 99 % de los argentinos no cree más en nadie, y creo que los que piden el regreso de Perón lo usan como tablón de ahogado. Pero (sonríe), puedo estar equivocado.

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Evita, la piel de su pueblo
Escribe GUILLERMO GENTILE
Analizar a Eva Perón es algo que requiere algo más que una película o la lectura de un libro, sobre todo para los jóvenes que como yo vivimos ese proceso de acuerdo a la respetada opinión de nuestros padres. Pero existen hechos indiscutibles acerca de los cuales no se puede dudar; el pueblo la amó. Confió ciegamente en ella.
Este fenómeno de amor y fe en una persona de Gobierno es un hecho único en nuestra historia, posiblemente irrepetible. Las imágenes hablan elocuentemente de qué pueblo se trataba: eran los descamisados, los analfabetos, los hambrientos. los eternos dependientes de las migajas de la aristocracia. Eva Perón conocía a ese pueblo porque conocía el hambre y la miseria. Niego terminantemente que cuando un pobre y un rico hablan del hambre están hablando del mismo tema. Creo que en esta apreciación se encuentra el verdadero sentido de quién fue Eva Perón. Si bien no fue una intelectual, no podemos dejar de reconocer que su vida fue mucho más práctica que la de cualquier intelectual de nuestra historia.
Por primera vez desde 1810 se estaba haciendo justicia con el pueblo. Se puede decir que ella le regalaba cosas con un sentido demagógico; pero para Eva Perón nadie podía regalarle al pueblo lo que siempre fue del pueblo; la beneficencia es un cuento de los que tienen la panza llena. Evita no necesitaba hacer muchos análisis para conocer las necesidades de su gente.
Las conocía desde siempre, había crecido con ellas, tenia su conocimiento a través de la piel, y aquí reside la gran fuerza del proceso popular; la piel. Al desaparecer Evita, desaparece la piel del Gobierno. Se pierde definitivamente contacto real con la realidad, y en dos años se desbarranca el peronismo. Evita era la piel, y entiendo que en este caso la piel es un factor revolucionario fundamental, es el ingrediente que no puede faltar en ningún proceso de transformación. No bastan las ideas por más brillantes que ellas sean. Particularmente, creo que las plataformas. de todos los partidos son excelentes. realmente dignas de una exposición de redacción de fin de curso, llenas de buenas intenciones, de sueños y quimeras, y por sobre todo muy patrióticas, pero desgraciadamente esas obras de arte son ciegas, sordas y mudas porque son ciegos, sordos y mudos aquellos que las administran. Evita tenia ojos y diálogo con sus parias, y eso fue la columna inquebrantable del proceso desde su iniciación el 17 de octubre, obra indiscutible de Evita. No soy peronista ni nada que termine en "ista".
Creo que nos esperan tiempos peores que los actuales, porque todo está perfectamente fraguado para que el pueblo jamás vuelva a tener el poder. Para aquellos que esperan una solución Perón mediante, creo que olvidan que Perón no tiene piel ni ojos ni diálogo, es un militar de brillante carrera, muy inteligente, muy hábil, pero no pertenece al pueblo.
Creo que él también lo sabe y por eso su regreso en su mente está tan lejano como lo está su clase del pueblo.
Estas apreciaciones personales pude revivirlas a través de la proyección de la película. Creo que faltan muchos elementos de juicio a mi escueto análisis de Evita. Podría decir "que algún día la historia le hará justicia", o alguna estupidez parecida.
De lo que no me cabe duda es que el fenómeno Evita está plenamente justificado a través de la película, no justamente por los comentarios, panfletarios por momentos, sino por la fuerza de la realidad de las imágenes, que hablan más elocuentemente que cualquier reflexión sobre el tema. Si esta película se hubiese proyectado después de la caída de Perón, no hubiese despertado ningún interés. Pero ahora, en que uno ve que estamos tocando fondo, ver en la Plaza de Mayo a un millón de personas conformes con un gobierno, evidentemente eso despierta en mí una reflexión un tanto irónica con respecto a los esperpentos de gobiernos que sucedieron al peronismo, no tanto por los que ya pasaron, sino por los que se vienen. . .
Revista Extra
febrero 1972

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