Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Borges y Sábato
SOBRE ITINERARIOS Y SOMBRAS
Hace trece años Ernesto Sábato, que dirigía por entonces “Mundo Argentino”, dio orden de publicar un tremendo documento sobre las torturas que se estaban infligiendo a militantes peronistas. Borges, junto con otros escritores, salió a la palestra con una desafortunada defensa de la Revolución Libertadora. Sábato retrucó: “¿Así que hay torturas buenas y torturas malas?” Desde entonces, y por bastante tiempo, se produjo un severo distanciamiento entre los dos escritores argentinos más notorios. Se quebraba así una proximidad (no es muy certero hablar aquí de afinidad) que había nacido hacia 1945, época en que Sábato se sentía espiritual y literariamente muy cerca de Borges. Pero no hay mal que dure cien años y finalmente se produjo la reconciliación. Uno de los artífices del reencuentro parece haber sido Norman Thomas Di Giovanni, que se halla en la Argentina desde hace un año traduciendo la obra de Borges al inglés. Otro de los factores puede haber sido el ensayo que Sábato dedicó a Borges. Si bien es cierto que en él no escatima la crítica, especialmente cuando le reprocha cierta proclividad al bizantinismo, no es menos evidente su respeto por gran parte de la obra borgiana y su afán por combatir el arraigado mito de que Borges no es un escritor argentino. Sábato supo ver con claridad que el europeísmo del autor de “Ficciones”, su hibridez, son características esenciales de lo argentino, o al menos de esa gran parte de lo argentino que es lo porteño.
Sean cuales fueran las razones, lo cierto es que volvieron a reunirse. La reconciliación pública tuvo lugar este año en la Sociedad Hebraica, cuando se celebraron los setenta años de Borges. Sábato asistió al homenaje y durante media hora estuvieron hablando a solas sobre mil cosas diversas, con gran animación de ambas partes. Luego volvieron a encontrarse otras veces y, en la editorial Planeta, hasta fueron filmados juntos por un noticiero. Lo curioso es que el reencuentro se produjo sin que ninguno de los dos haya cambiado su posición política. Sábato, que se ha manifestado públicamente en contra del comunismo, sigue siendo, pese a ello, un hombre de izquierda y, en cada ocasión que se presentó (invasiones norteamericanas a Santo Domingo, Cuba y Vietnam) lo ha manifestado públicamente. Borges, por su parte, insiste en su recalcitrante conservadorismo.
El diálogo, pues, se nutre en otras instancias de la realidad, tan importantes como la política: comunes preocupaciones metafísicas, una similar perplejidad ante el misterio de la existencia.
Pero lo que, al margen de ellos mismos, más los ha unido ha sido cierta crítica. Este año ambos dieron a la imprenta dos libros: “Elogio de la sombra” e “Itinerario”. A estas dos obras algunos críticos, que confunden la valentía con la puñalada trapera les negaron toda consistencia. No ya a los libros en si, lo que hubiera sido discutible pero aceptable, sino a toda su labor literaria. Del “Elogio” se dijo que era “el quinto volumen de versos de Borges, tan prescindible como los otros cuatro”. Con Sábato se llegó más lejos: no vacilaron en calificarlo de plagiario.
Mientras tanto, en Estados Unidos, el semanario “Time” colocaba a “Ficciones”. de Borges, entre los diez acontecimientos de la década del sesenta en el orden cultural, exactamente en el cuarto lugar. Günther Lorenz, en “Die Welt”, colocó a “Sobre héroes y tumbas” entre los libros más importantes del siglo. La crítica europea por su parte, ya se había expresado antes acerca de los dos escritores argentinos, acuñando notables elogios.
No vamos a pretender, claro, que se los descubra en su país, ni pensamos que hay ídolos intocables. Desde las fronteras de su gusto el crítico es soberano, pero esta independencia debe hacerlo más cuidadoso. Debe recordar que tiene entre sus manos un poderoso medio para formar opinión y rio puede emplearlo para evacuar desórdenes gástricos o frustraciones personales. La obra de Borges y de Sábato, como la de cualquier escritor, ofrece —qué duda cabe— ángulos para la crítica. Pero a partir de un respeto que merecen. Ambas, con sus distintos matices, con diferentes calificaciones, son un testimonio lúcido y emocionado de la vida argentina. Con seguridad, cuando los que nos sucedan quieran asomarse a lo que fue la experiencia cotidiana en nuestra época encontrarán más “verdad” y “realidad” en alguna calle borgiana y en algún siniestro recoveco de Sábato que en la prosa periodística, lúdica, facilonga, de tantos éxitos como esa crítica también lúdica. también canchera y facilonga ha levantado.
Es importante que, de una vez por todas, dejemos de cifrar nuestra vocación patriótica en episodios menores, para entender que nuestros intelectuales, que el mundo respeta, son también “patrimonio nacional”, como las fuentes de riqueza. Que al intentar deteriorarlos nos estamos dañando nosotros mismos. Porque en ellos se concentra y expresa la suma de nuestras virtudes y defectos. Por suerte el público no siempre baila al son de la critica y en tanto condena al silencio a muchos ídolos al paso, consume por millares las producciones de Sábato y Borges.
EXTRA
enero 1970

Mágicas Ruinas en Facebook clic aquí

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba