Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
TESTIMONIOS La cualidad de los héroes CHE GUEVARA, Años decisivos, por Hilda Gadea. Aguilar, México, 1972, 274 páginas. |
Contar una vida es como aprender un idioma desconocido con el cual
poder describir lo ya visto. Documentar una vida es historiar el
trazado inevitable de las acciones de un hombre y las razones que
lo mueven a actuar. Cuando el texto se refiere a los primeros
tiempos de Ernesto Che Guevara —los de su estada en Guatemala—, la
tarea parece harto difícil. El excelente trabajo de Hilda Gadea,
primera mujer del Che, supera los límites del mero documento:
narra, con sobriedad, los orígenes de una existencia única, aporta
una iconografía en parte absolutamente inédita y entrega una cabal
imagen de esa ternura áspera y profunda unida siempre a la mayor
conciencia ideológica. Muestra, a través de hechos cotidianos, el
imperceptible nacimiento del revolucionario y hasta qué punto la
sociedad de consumo sólo logra absorber, o anular, las figuras y
no las ideas de los héroes. Además, en el apéndice, la autora
añade testimonios valiosos sobre el Che, como los de Laura de
Albizu Campos, el profesor Edelberto Torres o el de Myrna Torres
(hija del profesor y político nicaragüense, exiliado en ese
entonces en Guatemala). Vas a morir, vieja María; / Treinta proyectos de mortaja / dirán adiós con la mirada, / el día de éstos que te vayas. / Vas a morir, vieja María, / quedarán mudas las paredes de la sala. Este fragmento pertenece a uno de los poemas que incluye el libro de Hilda Gadea, compuesto por el Che en homenaje a una enferma que atendía en un hospital guatemalteco y que sufría de asma como él. Un precioso documento lo constituyen las cartas que el revolucionario argentino envió a sus hijos, en especial a su primera hija, Hildita, en las que conjuga una reprimida dulzura, una observación precisa del país que visita, con ese modo de despedirse siempre de todos tan particular en el Che. Desde Arabia Saudita escribe a su hija Hilda Beatriz diciéndole que este reino es una '‘tierra de caballos y petróleo”. Cuando llega al África, presencia "el baile religioso de una tribu de gente muy altiva que ha luchado siempre por su libertad”. En octubre de 1967, su hijita Hilda recibe una carta histórica: "A mis hijos queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto: "Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes. Casi no se acordarán de mí, y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. "Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario. Hasta siempre, hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de Papá.” Fidel Castro señaló, en ciertas ocasiones, la gran humanidad del Che. Este trabajo de Hilda Gadea recobra al Ernesto Guevara inmediato, en la Guatemala invadida por Castillo Armas, cuando ya para el médico argentino era verdad aquello de que el pensamiento debe ir siempre unido a la acción. ♦ M. A. B. Revista Panorama 24/05/1973 |