Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

juan gelman
POETAS
La palabra y el instante
Cólera buey, por Juan Gelman. Ediciones La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1971, 210 páginas.

Los viajes de Juan Gelman (41) por los territorios de la poesía encierran dos claros itinerarios. El primero está comprendido en Violín y otras cuestiones (1956), El juego en que andamos (1958), Velorio del solo (1961) y Gotán (1962). Son obras de génesis, un acto consumado, pero sobre todo un proyecto no concretado. Ese proyecto es una poesía del instante. Pero en esa primera época, el instante aparece como lo cotidiano y esa cotidianidad se dice con un estilo cálido pero distante, deliberadamente sencillo y coloquial. No hay tensión —contradicción— entre realidad y expresión, entre la linearidad aparente de la vida y su íntimo caos. Gelman supone todavía que las cosas no son esquivas, misteriosas de por sí. Con nítidos versos escamotea la paradoja del instante: la íntima proximidad con las cosas no conduce a un conocimiento totalizador que tiende a la abstracción, sino por el contrario, condena al sujeto a la perplejidad; es decir: al asombro, al desencadenamiento de revelaciones.

El segundo itinerario de Gelman rescata justamente esa paradoja, hace de ella su materia primordial. La lírica del instante se concreta. Ya no se trata de la cotidianidad, de nombrar los objetos y los sentimientos diarios, sino de asumir la vorágine del instante, el caos permanente —y revelador— del tiempo presente, difícil de asir, como una anguila. Entonces esa dificultad llega a ser parte del poema: Gelman abandona la sencillez cálida y la canjea por un desesperado, saturado barroquismo, que tiene una culminación en Traducciones III-Los poemas de Sidney West (1969) y Fábulas (1971).

Entre ambas puntas de esta parábola existían una cantidad de libros inéditos que incluían unos 2 mil poemas, escritos desde 1962 hasta 1968. Parte de ese material inconmensurable se encuentra en Cólera buey. “Este volumen reúne un poema al comandante Guevara y los restos de 9 libros inéditos escritos en un momento muy particular de mi vida”, aclara Gelman en Cólera buey. El primer poema del libro inicial —El amante mundial— es también el primero que demarca ese segundo itinerario de Gelman, donde alcanza un sobrecogedor lirismo del instante. No es casual que en él diga: gracias te sean dadas ojos míos / yo les beso las manos bésoles los pies / gracias narices mías muchas gracias oídos con que escucho. La poesía de Gelman se vuelve visceral. La realidad es una presencia que devora con sus incandescencias, sus fulgores, y la respuesta es el asombro, esa gracia de quien se trasforma en sujeto revelado.

Dos de los libros inéditos que integran Cólera buey, forman una trinidad cuya culminación ya había sido publicada unitariamente: Los poemas de Sidney West. Los otros son Traducciones I - Los poemas de John Wendell y Traducciones II -Los poemas de Yamanokuchi Ando. Por supuesto, no se trata de traducciones, ni siquiera recreativas, a la manera de Ezra Pound. Tampoco son heterónimos, como los otros del portugués Fernando Pessoa; es decir, no son poetas autónomos, con una poesía diferente unos de otros. Son, simplemente espléndidas máscaras de un gran poeta que ha sido poseído por la palabra y develado por el instante, y que canta interminablemente la desesperada condición humana y también su esperanza. ♦

Marcelo Pichón Riviére
PANORAMA, DICIEMBRE 14, 1971

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