Ir al índice de La Cocina Práctica

Alcauciles al infierno, Bizcochos Magdalena, Pan Dulce, Zapallitos rellenos a la criolla

La violencia, un problema casi, casi, de clases... allá por el mil novecientos (parece verso de tango y todo). El Partido Socialista plantea en su Declaración de Principios "Que esta revolución, resistida por la clase privilegiada puede ser llevada a cabo por la fuerza del proletariado organizado." (¡parecen peronistas estos chicos! vió General?). Juan B. Justo (la avenida de las veredas socialistas -coloradas... es feo decir rojo visshhhte gordi-) provoca que en el Congreso Socialista se discuta "Que mientras la burguesía respete los actuales derechos políticos, esa fuerza consistirá en la aptitud del pueblo para la acción política y la asociación libre. Que éste es el camino por el cual la clase obrera puede llegar al poder político, y el único que la puede preparar para practicar con resultado otro método de acción, si las circunstancias se lo imponen." Juan Bialet Massé presenta el "Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior del país." pedido por, Joaquín V. González (perdón) por orden de Julio Argentino (perdón again), y que promovía reivindicaciones como los límites horarios de los obreros, descanso dominical, pero también normas represivas y penalidades a eventuales actitudes de las organizaciones obreras que puedan ser tenidas por subversivas... una de azúcar y dos de harina, que le dicen.
Introito (disculpen las connotaciones linguisticas no deseadas) hecho, van las recetas de época presentadas poooorrrrr:

Zapallitos rellenos á la criolla
Elegidos los zapallitos, se les quita solamente una tapita en la parte superior. Por ahí, con una cucharita ó tenedor se les sacan las semillas. Entonces se les da un hervor y se prepara el siguiente relleno: Se pica muy menudita, como para albóndigas, carne de vaca ó de ternera; se dora con cebolla y perejil; se sazona con sal, pimienta y especias en pequeña cantidad.
Así que esté pronto, se mezcla con dos huevos duros picaditos, pasas de uva, un huevo crudo y pan rallado. Se llenan los zapallitos, se tapan con los pedacitos que se les había quitado, y se ponen á cocer en una buena salsa de tomates ó en una salsita hecha con cebolla, perejil y ajo, sazonándola con pimienta, sal y pimentón. Se sirven bien cocidos y calentitos.

Alcauciles al infierno
Deben elegirse los que sean más tiernos y, si es posible, de los llamados de espina, que son más sabrosos. Se les corta la punta de las hojas y poniéndolos boca abajo se aprietan para que queden algo abiertos. En seguida se colocan todos juntitos en una cazuela, bien paraditos, y, uno por uno, se les va poniendo aceite, sal y pimienta. En el fondo de la cazuela ha de ponerse un poco de agua para que no se peguen. Se tapan muy bien y se hacen cocer á fuego lento. Deben quedar doraditos y tiernos.

Pan dulce
Se toman un cuarto kilo de levadura, ciento veinte gramos de azúcar, ciento veinticinco gramos de manteca, un poquito de sal, agua tibia, siete yemas y tres claras. Se mezcla todo esto, añadiéndole medio kilo de harina. Se amasa mucho y se deja leudar la masa bien tapada y en un paraje muy calentito. Así que ha crecido bastante, se cortan los panes, añadiendo á la masa pasas de uva, pedacitos de dulces secos y raspaduras de limón.

Bizcochos Magdalena
Se baten, durante media hora, medio kilo de azúcar y diez huevos. Se añade en seguida medio kilo de harina, un cuarto kilo de manteca ya derretida y cuatro cucharadas de chuño, un poco de raspaduras de limón ó unas gotas de esencia de vainilla. Se sigue uniendo todo veinte minutos más. Se colocan en moldecitos pequeños en uno grande, echándoles en el momento de ponerlos en el horno almendras muy menuditas.

siguiente

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado