Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

Camilo Torres parte a la guerrilla 
El 18 de octubre de 1965, Camilo Torres se va al monte. Ya desde fines del año anterior se había puesto en contacto con elementos de la lucha clandestina, y en julio pasaba algunos días con los guerrilleros
del ELN. Durante todo este tiempo ha concebido su lucha pública como una etapa previa a la definitiva lucha clandestina.
El 22 de julio escribe a Fabio Vázquez que todos los planteamientos que él hace en sus conferencias y su "agitación" a través del país "no los haría si no fuera por saber lo que ustedes tienen y están haciendo". Y agrega: "Lo que yo conocí en la montaña ha sido siempre un estímulo, un ejemplo y un apoyo seguro en toda esta campaña de agitación".
Sin duda esta vinculación fue uno de los elementos que gravitaron en su decisión de ingresar en la lucha guerrillera. Influyeron también en ella, probablemente, tanto el fracaso relativo de la organización del
Frente Unido, como de las trabas que advertía en los mismos jefes políticos de las izquierdas, esos "miembros de la «intelectualidad revolucionaria»" que "se devanan los sesos buscando «la fórmula exacta» de la revolución colombiana, entre los anaqueles de sus bibliotecas". Por otra parte, los partidos
políticos tradicionales y el gobierno con las fuerzas armadas veían en la acción política de Torres una amenaza seria y estaban urdiendo ya la red policial y judicial que le impidiera continuar en ella. Por su lado, Torres prevé la posibilidad de un asesinato político en su contra y no quiere que su muerte carezca de significación revolucionaria. Un último elemento que determinó su decisión fue quizá la intuición, sólo apuntada en sus escritos pero no suficientemente desarrollada, de que el sistema político vigente sólo iba a ceder cuando todas sus fuerzas estuvieran minadas y desbaratadas. Hochman y Sonntag piensan que le faltó a Camilo una visión política más vasta y capaz de ver la lucha armada sólo como uno de los eslabones de un proceso político tendiente a la toma del. poder. De las cartas de Camilo a Fabio Vázquez y de varios de sus Mensajes se ve que él tuvo esta visión política. Lo que le faltó tal vez fue más bien la paciencia y el talento del organizador para realizar, en un movimiento de vastas proporciones, lo que había intuido. Es cierto que las circunstancias represivas en torno a su persona lo habían casi acorralado en un callejón sin otra salida que la de la guerrilla. Pero estas mismas circunstancias habrían podido ser previstas y conjuradas en un proyecto de más largo aliento. Aunque en el nivel de la estrategia y de la táctica haya que pronunciar quizás un juicio político más bien negativo con respecto a la acción de Camilo Torres, la evaluación de su significado para la revolución latinoamericana no puede terminar allí. Camilo ha llegado a ser un símbolo por su entereza, su valentía, la consecuencia con que él mismo se comprometió hasta el fin en la lucha emprendida. Lo ha llegado a ser también por su confianza total en las masas populares; y, aunque haya sobrevalorado el potencial revolucionario de estas últimas, subrayó como pocos su papel indispensable y de primera línea en cualquier revolución social. Por todo esto se lo ve como uno de esos mártires que quizá sean indispensables en toda causa grande. (Manuel Ossa, revista Transformaciones CEAL)

Luego del recuerdo al sudamericano luchador en la figura de Camilo Torres, vamos con los consejos apropiados para los hogares (¿?):

-Para impedir que los hules de las mesas se rompan por las esquinas, se les pega por debajo de la parte que toca en los ángulos de la mesa un trozo de lienzo. De este modo duran, años sin que se abran esos agujeros que tan feo aspecto les dan.
-El cobre se limpia muy bien frotándolo con limón y sal. Cuando está limpio se aclara con agua, y se seca inmediatamente frotándolo con un paño.
-Cuando se pone cuerda nueva al tendedero hay que hervirla antes, para evitar que se encoja después de puesta.
-Cuando se hierve almidón conviene echarle un poco de sal para evitar que se agarren las planchas.
-Las alfombras se sacuden por el revés primeramente, y luego por el derecho. Después se quitan las manchas con hiél de vaca ó amoníaco y agua.
-Las manchas de hierro en las telas se quitan aplicándoles una ó dos veces una pasta compuesta de sal y zumo de limón. 

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