Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

La montaña

El 1º de abril de 1897, con la dirección de José Ingenieros y Leopoldo Lugones, vio la luz La Montaña, periódico socialista revolucionario.
En su primer número los redactores explican: .

"Somos socialistas:

"a) Porque luchamos por la implantación de un sistema social en que todos los medios de producción estén sociabilizados; en que la producción y el consumo se organicen libremente de acuerdo con las necesidades colectivas, por los productores mismos, para asegurar a cada individuo la mayor suma de bienestar adecuado en cada época al desenvolvimiento progresivo de la Humanidad; 

"b) Porque consideramos que la autoridad política representada por el Estado, es un fenómeno resultante de la apropiación privada de los medios de producción, cuya transformación en propiedad colectiva social implica, necesariamente, la supresión del Estado y la negación de todo principio de autoridad;

"c) Porque creemos que a la supresión de todo yugo económico y político seguirá necesariamente la de la opresión moral, caracterizada por la religión, la caridad, la prostitución, la ignorancia, la delincuencia, etcétera; 

"d) Porque, en resumen, queremos al individuo libre de toda imposición o restricción económica, política y moral, sin más límites a la libertad que la libertad igual de los demás. 

"Así —solamente así— concebimos -la misión que el Socialismo ha de realizar para la Libertad y por la Revolución Social".

Después de doce entregas, el 15 de setiembre de 1897, La Montaña dejó de salir. Lugones haría mutis por la izquierda para reaparecer por la derecha. Es bastante común. (El periodismo político, García Costa)

Consejos de la economía doméstica, es presentado poooorrrrr... 
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Al escribir sírvase hacer mención de las ruinosas.



-La harina de avena es un gran suavizador del agua. En el lavabo debe tenerse siempre un tarro con harina de esta clase, para echar en el agua una cucharadita al tiempo de lavarse. De este modo el cutis se conserva muy suave.
-Para lavar la ropa con facilidad conviene ponerla el día antes en remojo en agua de jabón caliente.
-Granadas para apagar incendios. Para hacerlas pueden emplearse botellas de cristal fino, á fin de que se rompan con facilidad, y todo el secreto está en llenarlas de una solución saturada de sal común.
Al estallar un incendio se arrojan entre las llamas las botellas, con suficiente fuerza para que se rompan, y donde toca el agua, la sal forma una capa incombustible.
Para que las granadas contra incendios sean útiles es preciso tenerlas siempre preparadas y al alcance de la mano, á fin de poder alcanzarlas en el momento de iniciarse el fuego.
-Manchas de café en la tela. — Cuando una tela de lana ó de seda se mancha de café, puede emplearse para quitarlas, la glicerina. Se pone un poco de glicerina sobre cada mancha, y después se lava con un trapito empapado en agua tibia. Cuando la mancha haya desaparecido, se frota con un trapo seco, y luego se plancha la tela por el revés hasta que no quede la menor humedad.
Conviene tener presente que este procedimiento debe ensayarse antes de emplearlo, en un pedazo de la misma tela que no sirva, pues hay tejidos que no lo resisten. Además de las manchas de café, puede quitar también las de leche.
-Para cortar el cristal. — Algunas veces conviene cortar un frasco ó una botella de cristal, cuya mitad inferior puede emplearse como maceta, ó bien como bote para guardar legumbres secas, azúcar, sal ó frutas en dulce. En cualquier caso que sea, el corte debe hacerse con toda limpieza. Para ello, se empapa muy bien en trementina un pedazo de bramante fino, y se ata alrededor de la botella, precisamente á la altura á que se haya de cortar ésta. Después se llena la vasija hasta la misma altura con agua fría, y se prende fuego al bramante. El cristal saltará todo á lo largo de la línea así marcada.
-Cola para pegar porcelana. — Amásese con un cuchillo y sobre una tabla cal viva en polvo, queso blando y claras de huevo; úntense con esta mezcla los pedazos rotos, únanse y pónganse á secar, limpiando luego el sobrante. Esta cola no se deshace al agua fría ó caliente, ni tampoco al fuego.

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