Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

 

 

EL TESTAMENTO DE ALEM
El suicidio de Leandro N. Alem (1/7/ 96) agudiza la crisis que vivía el radicalismo en su etapa organizativa, pero no constituye, como algunos habían previsto, un factor de disolución. Las banderas del Parque y la sombra mítica de Alem (a pesar de sus vacilaciones e inclusive de sus enfrentamientos con el sector más intransigente) siguen alimentando a la "causa reparadora". El testamento político de Alem se convierte en una suerte de evangelio radical:
"He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir: ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!
"He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas, tal vez gastadas han sido incapaces para detener la montaña... ¡y la montaña me aplastó!
"He dado todo lo que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir a un hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado... y para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Entrego decorosa y dignamente todo lo que me queda: mi última sangre, el resto de mi vida.
"Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha, en general de mi vida, son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto, será una desgracia que yo ya no podré ni sentir ni remediar...
"Ahí está mi labor y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo que me dicta estas palabras, ni es debilidad en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado, en un solemne recogimiento.
"Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente.
"En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción en bien de la patria. Esta es mi idea, este es mi sentimiento, esta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie. Yo mismo he dado el primer impulso, y sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales:
"¡Adelante los que quedan!
"¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores!
"¡No importa! Todavía puede hacer mucho. Pertenece principalmente a las nuevas generaciones. Ellos le dieron origen y ellos sabrán consumar la obra: ¡deben consumarla!"

Bárbaro (Nebbia's dixit), qué impronta la de Leandro ene al escribir! ¿no?. Bien, luego de este testamento radical, nuestro patrocinador exxxclusivo (¿?) nos inducirá a consejos abbbpsolutamente fútiles e inútiles. Ya saben, si siguen los consejos ustedes saben lo que son.

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Informes útiles

Los callos para quitarlos con cortaplumas se necesita mucho cuidado, pues cuando menos se piensa se hace una herida, que es muchas veces muy difícil de cerrar y de parar la sangre. Lo mejor es usar tiras emplásticas, que se consiguen en todas las boticas. Los específicos no se usarán, pues por lo general, es un engaño y muy peligroso de aplicar bien. A veces se pueden quitar con las uñas después de un baño tibio, que los ha remojado bien.

Papel de diarios y de otras clases como combustible.— Todo el papel que se amontona en la casa y que se llena de polvo, no sirviendo para otra cosa, se puede emplear como combustible. Se toman unos cuantos pedazos, se arrollan como astillas de leña atándolos con hilo o tiras viejas y se amontonan debajo del fogón. Se usan para calentar más ligero el horno de la cocina económica, echando algunos líos al fuego una vez que el carbón o coke estén bien prendidos. Para encender el fuego no sirven estos rollos, pues sólo echarán humo, pero en el fuego encendido arden muy bien. economizando otra clase de combustible y quitando de en medio el papel inútil.

Cómo coser a máquina las talas muy delgadas.—Las cortinas y chales de tul pintado se cosen muy fácilmente a máquina si debajo de la costura se coloca una hoja de papel. Las alforsas, costuras y dobladillos de la gasa, muselina de seda y tal, no se tuercen ni fruncen teniendo esta precaución. Una vez terminada la costura, se arranca con cuidado el papel.

Las picaduras de avispas y de abejas se curan frotando la picadura con el sumo de una cebolla partida; esto, además de aliviar el dolor, hace bajar la hinchazón.

El agua de ortigas, que muchas personas consideran buena contra la caída del cabello, se prepara con las raíces y cogollos tiernos de las ortigas, ya sean secos o verdes; siendo mejores las recogidas en la primavera. Con las frescas se hace una decocción que se deja asentar y luego se cuela; con las secas se hace una infusión, echando un puñado por cada medio litro de agua hirviendo.

Con las cáscaras de naranjas finas puede hacerse una pasta dulce muy buena para comer con pan y manteca. Se raspa el blanco de las cáscaras de 16 naranjas, se pone a cocer con agua fría, de 4 a 5 horas, agregándole una barrita de vainilla, añadiendo agua si se pone muy espesa. Al día siguiente se calienta un poco y se pasa por una maquinita de hacer puré, se le agrega un kilo de azúcar y medio de miel de caña, se deja consumir un poco, y se guarda en tarros de vidrio.

La lencería fina que hoy tanto adorno de cintas y moños lleva, requiere mucho tiempo para aplicarlos una vez lavada y planchada, y casi siempre se aja mucho. Para fijar los moños sin mucha pérdida de tiempo se aconseja colocarles debajo un pequeño alfiler de seguridad y proveer la ropa con ojalitos como los que mencionamos para los cuellos; esto tiene además la conveniencia de poder usar los mismos moños para distintas piezas.

Al terciopelo se le quitan las manchas frotando con un pedazo de cebolla; luego se deja al aire para que pierda el olor.

Revista P.B.T.
16.09.1916

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