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AUTORREPORTAJES DE POETAS ARGENTINOS NELLY CANDEGABE “Nací el 2 de octubre de 1927. La manía de morder el misterio me siguió desde niña. A los nueve años obtuve el primer premio. Creo que fue por la inquietud que perfilaban ya las páginas de una composición con la que intervine en un concurso de las escuelas primarias. A los doce años decía versos de Alfonsina Storni por Radio Belgrano y escribía poemas tristes. El bachillerato transcurrió en un clima cada vez más alto de melancolía y de búsqueda. Mis compañeras me llamaban la filósofa del curso. El amor y la muerte me obsesionaban; eran el tema predilecto de mis conversaciones. Los jóvenes amigos por momentos me huían; los hacía pensar demasiado. Me sentía sola e incomprendida. Cuando terminé el liceo mi mejor amiga decidió seguir abogacía y me lancé a una carrera que no era mi vocación por no perder su compañía. El destino quiso que a ella la aplazaran en el ingreso. Dejó de ser mi amiga. A los dos años abandoné. En ese entonces llegó un amor, un amor marcado por el signo de la muerte. Teníamos veinte años y él murió ahogado en las heladas aguas del lago Traful. Comencé a estudiar apasionadamente la que debió ser mi carrera de siempre: letras. Al terminar mis estudios, Ana María Barrenechea me dijo: Nelly, no olvide nunca su poesía; pero sufría demasiado y dejé de escribir. Poco después conocí al que sería mi esposo. Fue una mañana en el mar. Las aguas que me habían dejado sola me trajeron el amor, un amor que, después de quince años, es cada día más perfecto. De él nació Silvia: es rubia, de cabellos largos, de grandes ojos azules; sin duda, mi mejor poema. Sin embargo, a pesar de una vida increíblemente plena, la angustia comenzó a perseguirme. Algo esencial me faltaba: mi poesía y Dios, palabra que otros pronunciaban y yo desconocía, pero que gracias a esa angustia llegó a ser carne en mi sangre demorada, como lo expreso en El linde de los espejos, mi primer libro de poemas, publicado en 1964. Luego vino La piel distante (1966), que obtuvo cuatro premios. Este año aparecerá El abandono de los nombres y Un cantar de los cantares. He dado numerosas conferencias sobre temas existenciales y he seguido cursos de psicología en la Universidad del Salvador. El misterio que había empezado a morder en mis primeros años ha comenzado a responderme. Hoy, con la certeza de no haber llegado sino al puerto de partida y a pesar de una grave enfermedad que desde hace diez meses me tiene aislada, escribo y publico con la esperanza de comunicar mi fe recién nacida, eterna, una de las grandes revelaciones de la angustia. Pienso con Shelter que la felicidad no es otra cosa que la máxima plenitud de sentido y realización de uno mismo. El mundo aparece cuando el hombre lo descubre, y sólo lo descubre cuando se encuentra a sí mismo. Nunca antes.” LAS FUENTES INCREADAS Ha brotado la muerte en un costado de mi carne. La miro, poseedora del misterio de las piedras, agigantada, inmensa, sobre mi cuerpo. Me observa con su mirada salpicada de océanos. Su muda presencia me recorre. El tiempo huye ante mis espacios agotados. Una fauce sin bordes me interroga. Todo mi ser es vida germinada, indestructible vida que se nutre de fuentes increadas. Ha brotado la muerte junto a un lago de bronce donde lejanos pájaros se duermen. Ha brotado mi muerte. Algo en mi crece eternamente. (De “El abandono de los nombres”) -pie de foto- NELLY CANDEGABE: El mar —como Dios— devuelve aquello que una vez quitó. Revista Atlántida 05/1968 |