18875: ESA ES LA LEY PRIMERA
"Compre Nacional"

El lunes 28 por la tarde, Aldo Ferrer pudo anunciar pomposamente —su natural desenvoltura ocultaba la fatiga de largas horas de debate en Presidencia (ver pág. 18)— "la derrota definitiva de la mentalidad importadora, que en muchas ocasiones prevaleció en la actividad del sector público". Una rémora que el joven Ministro espera extirpar con el auxilio de la ley 18875 de "Compre Nacional", develada ante varias docenas de disciplinados periodistas y jubilosos ingenieros y empresarios de la construcción.
Flanqueado por los titulares de Obras y Servicios Públicos e Industria y Comercio Interior, Ferrer hizo frente a la débil artillería de una prensa abrumada —como todos los fines de año— por andanadas de anuncios oficiales y copiosos cocteles en reconocimiento a su labor. Pudo entonces propagandear a su antojo las virtudes de la ley, que pretende orientar las compras estatales —hasta ahora volcadas a la importación fácil e indiscriminada— hacia la industria, la construcción y la ingeniería ¡ocales.
En verdad, se trata de un cambio nada despreciable: el 40 por ciento de la construcción nacional se hace por encargo del Estado y un tercio de la producción local de maquinarias y equipos se destina a empresas públicas. Sus gastos son tan voluminosos que el Ministerio de Economía aboga por la creación de una nueva Subsecretaría de Equipamiento Estatal, encargada de vigilar la correcta aplicación de la nueva filosofía ferreriana.
Precisamente para desentrañar el trámite y significado del "Compre Nacional", primera plana dialogó largamente y con exclusividad, el martes de la semana pasada, con una terna de ingenieros que mucho tuvieron que ver con el parto de la ley: el Secretario de Energía, Jorge Haieck, y los asesores Marcelo Diamand y Jorge Luis De Carli. Tras 10 semanas de afiebrada carrera contra el tiempo —los primeros 20 días se perdieron en los avatares de la mudanza ministerial— y después de garabatear varios borradores y lidiar con una tenaz oposición, los padres de la criatura se dan por satisfechos.
"En un principio nuestra meta era mucho más modesta —confiesa Jorge Haieck—, porque apenas aspirábamos a permear una ideología entre las empresas nacionales; pero cuando Ferrer asumió en Obras Públicas se nos ocurrió dictar una resolución, que después tomó la forma de ley para extender el ámbito de aplicación." En su momento, las licitaciones de las obras de Futaleufú y Zárate-Brazo Largo sirvieron de conejillo de indias a los reformadores, que luego ambicionaron volcar las nuevas reglas del juego en un texto legal preñado de ideología, técnicamente complejo y con una extensa área de cobertura.
"Creo que la ley tiene una trascendencia no percibida", insiste Haieck, que no se cansa de compararla con su antecedente inmediato, el decreto-ley 5340 de "Compre Argentino", sancionado en 1963. "Las diferencias son fundamentales: el "Compre Argentino" fue un gran paso adelante porque permitió canalizar internamente muchas compras estatales, pero los compradores se esmeraron en la invención de mecanismos para violarlo." Un ejemplo: muchos funcionarios públicos se las arreglaban para especificar los equipos a adquirir de modo tal que no hubiese provisión nacional, acomodando los requisitos para importarlos con un mínimo arancel —5 por ciento, contra el 80 por ciento que deben oblar los bienes que se producen en el país.
De este modo, el "Compre Argentino" no pudo evitar la promoción de la contratación externa, toda una paradoja. "En cambio, ahora —recalca Haieck— sancionamos la virtual prohibición de la compra en el extranjero, con escasas excepciones." Pero además de perfeccionar el 5340 en materia de provisión de equipos, el "Compre Nacional" aborda dos nuevas áreas, que reserva también para la actividad nacional: 1) La obra pública; básicamente, las obras civiles, instalaciones, el tendido de gasoductos, etcétera; y 2) Los servicios de ingeniería y consultoría, con el énfasis puesto en los primeros —ingeniería de proyectos, estudios de factibilidad, etc.—, porque suponen gruesas inversiones estatales.
"Al revisar las licitaciones, comprobamos que casi todos los servicios de ingeniería estaban en manos extranjeras —recuerda Diamand—; los planteles son argentinos, en realidad, dirigidos por uno o dos extranjeros." Algo similar ocurre con las obras civiles: de las 300 empresas de consideración, 7 de las más grandes son extranjeras y se benefician con el 60 por ciento de las obras; las restantes 393 deben conformarse con el sobrante 40 por ciento.
"El destino de estas empresas era quedar relegadas a las obras menores o transformarse en subcontratistas de constructores extranjeros", enfatiza De Carli. Los resultados ya están a la vista: mientras Brasil y México tienen muchas empresas de 30 millones de dólares de capital, en el país no hay ninguna que roce los 5 millones.
Se trata entonces de alentar a la construcción nacional, pero también sustituir la importación de maquinarias e ingeniería. En materia de equipamiento —estima el equipo Ferrer— se podrían ahorrar unos 250 millones de dólares por año y no sería nada despreciable el peso de los dividendos, royalties y ciertas amortizaciones dudosas que pesan sobre la balanza de pagos, pudiendo quedar en el país. "De los 100 millones de dólares que insume la obra civil de El Chocón —calcula De Carli—, 20 millones se esfuman por estos conceptos."
El primer paso para frenar la importación masiva de equipos se dio a principios de año, cuando se obligó al Estado por ley —1858— a pagar derechos de importación por sus equipos. Ahora, al obligarse al comprador a comparar la oferta nacional con la extranjera más el arancel, los proveedores locales tienen chance de ganar porque los derechos de importación compensan los mayores costos de la industria argentina. "Esta herramienta revolucionaria —proclama Haieck— fue ratificada por la ley que se acaba de promulgar."
El "Compre Nacional" afina además la puntería; pretende burlar a los burladores del "Compre Argentino". El recurso de importar sustitutos muy similares a productos nacionales mediante hábiles especificaciones se estrellará ahora con una dura exigencia: el funcionariado deberá demostrar, caso por caso, que no hay equipos locales con características aproximadas a los requeridos, caso por caso, antes de comprar afuera. Para comparar precios, deberán cargarse los aranceles más altos.
También deberán fraccionarse las licitaciones —listándose todos sus componentes —para poner en manos locales las porciones menos sofisticadas de los equipos complejos, que el país no fabrica. El primer paso se dio con Futaleufú: la licitación única original —una bolsa que, con seguridad, iba a ganar un cotizante externo— se partió en cinco, de las cuales tres se adjudicaron a firmas locales. En las dos restantes entraron listas de productos locales —escalerillas de los generadores, tanques de combustibles, etc.— que se adosarán a los grandes equipos importados. "El monto es pequeño, pero lo que vale en este caso son los principios", sentencia Haieck.
La ley no discrimina entre capitales locales nacionales y extranjeros; a pesar de ello no fue bien interpretada y sus redactores debieron soportar el asedio de los agregados económicos de no pocas Embajadas. Es más, el texto legal no habla de empresas "nacionales" sino "locales", clasificadas pudorosamente en dos grupos: las de "capital interno" y las de "capital externo". La denominación "nacional" —junto con la distinción de "argentinas" y "no argentinas"— quedó en borradores y también se abandonó en el camino el adjetivo "extranjera"; los redactores convinieron en que no suena del todo bien. Después de arduos debates semánticos y jurídicos —Julio Oyhanarte ofició de asesor legal— se convino en que la tradición argentina se inclina por la determinación de la nacionalidad según el criterio de residencia; por eso las empresas que pretendan pasar por "locales de capital interno" sólo deberán acreditar la radicación efectiva del 80 por ciento de la dirección y el personal en el país. "Optamos por la más liberal de las clasificaciones posibles", machaca Diamand.
Sólo en el campo de la financiación se tomarán algunas medidas en favor de las empresas nacionales, pero es el Banco Central el responsable de diagramarlas. La meta es acabar con una serie de privilegios que relegan al capital argentino. Un ejemplo: basta que un organismo público exija financiación en una licitación para beneficiar al oferente externo en perjuicio del local, porque, por un vericueto de la Ley de Contabilidad, al primero se le firman los pagarés, y se avalan, en dólares, mientras que al segundo se le firman en pesos, sin aval. Por otra parte, mientras un aval financiero otorgado por un banco local
a una firma nacional cuesta el 6 por ciento, el mismo aval sólo obliga a desembolsar un 0,5 por ciento a una empresa extranjera, otorgado por el mismo banco. "Son situaciones increíbles que deben acabar", pontifica Diamand.
En materia de obra pública, el "Compre Nacional" ordena dividir en dos las licitaciones. Por un lado, los concursos nacionales y por el otro los internacionales, que se abrirán sólo cuando se trata de obras de extrema complejidad. "Hasta ahora no se nos presentó ningún caso que justifique una licitación internacional —aclara De Carli—; nuestro desarrollo tecnológico hace innecesario el aporte externo en este campo."
La barrera no es menos estricta para la ingeniería y las firmas consultoras extranjeras. "Quedan fuera de combate", dispara De Carli. Ocurre que esta área
aparentemente secundaria —los proyectos sólo insumen entre el 2 y el 4 por ciento del total de la inversión— fue hasta ahora la avanzada de los exportadores de equipos de los países desarrollados; la recomendación de una determinada tecnología orienta muy precisamente, en general, la compra de los equipos hacia un país preciso, Inglaterra, por ejemplo, promueve a sus consultoras para estimular sus exportaciones de equipos.
El staff Ferrer deposita grandes esperanzas, en fin, en los efectos tonificantes de la ley sobre la actividad económica, pero, más allá de los frutos concretos del corto plazo, los allegados al Ministro se esperanzan con que el "Compre Nacional" inaugure una nueva era. Como gusta recitar Haieck: "Estamos en los umbrales de un cambio de mentalidad que va a llevar varios años".
5/1/71 • PRIMERA PLANA

 

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