Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

sacerdotes
APTO PARA CURAS DE “TODOS LOS MUNDOS”
y para católicos en crisis de fe

José María González Ruiz (Izquierda) nació en Sevilla
y estudió en el Seminario de Málaga cuando su tío, don Manuel González García, era Obispo de aquella diócesis. Posteriormente
pasó a Roma, donde se graduó en Teología y Sagrada Escritura en la Universidad Gregoriana y en el Pontificio Instituto Bíblico, respectivamente. De Roma volvió a su diócesis, Sevilla, donde desempeñó varios cargos eclesiásticos. A los 32 años ganó, por oposición, la canongía electoral de la Catedral de Málaga.

SEGUIMOS extrayendo del libro “CONVERSACIONES EN MADRID’’, los temas más vitales, que de algún modo compiten con la Argentina y con el mundo, pese a tener neta procedencia española. A lo mejor hacemos una Asociación Ilícita. Todo puede ser. Pero como hay mucho talento detrás de cada reportaje de Salvador Paniker, que cada uno extraiga lo que más le convenga.
A partir de aquí, Paniker (42 años, filósofo, Ingeniero industrial) hace la introducción a la personalidad de José María González Ruiz, obispo de Sevilla, y el teólogo bíblico de mayor fama mundial en este instante, considerado máxima autoridad en estudios sobre San Pablo, y uno de los miembros más significados en el diálogo entre católicos y marxistas. Escribe, pues, el autor y luego a la conversación.
“Simplificando: el marxismo intenta cambiar al mundo; el monaquismo (pensamiento monástico), intenta cambiar al hombre; el marxismo sigue la dirección mundo-hombre; el monaquismo sigue la dirección hombre-mundo.
Toda persona mínimamente decente quiere cambiar las estructuras socioeconómicas. Toda persona mínimamente sensible comienza a estar bastante fatigada de las palabras estructura, economía, sociedad.
Quizá fuera aquí oportuno recordar que los avances más importantes en la historia de la humanidad, han procedido de hombres détachés: hombres liberados del lastre de la finalidad, hombres creativos, desinteresados, libres.
Paradójicamente, el desinterés es la condición para que un deseo sea real. Desinterés y compromiso, détachement y engagement, discurren, por lo tanto, en diferentes planos. Y si no arranca del détachement, cualquier engagement será neurótico. O conducirá a la tiranía”.

MOMENTO CLAVE DEL REPORTAJE
SP.: ¿La misma dialéctica del Vaticano II no puede conducir a una superación del concepto de Iglesia, a una supresión del concepto de Iglesia?
GR.: No.
SP.: ¿Por qué no?
GR.: Esto no se lo propuso ni el alma más revolucionaria del Concilio.
GR.: Hoy tengo fe, y esta fe la com. parten conmigo millones de personas.
SP.: También hay millones de personas cuya fe está agrietada; personas para quienes el tránsito de una religiosidad, digamos precrítica, a una religiosidad crítica, ha significado un fuerte trauma; personas que, al des cubrir la libertad religiosa pueden haber descubierto la religiosidad de la libertad, y que acaso se pregunten qué falta les hace la Iglesia como vehículo de salvación, e incluso qué sentido tiene la palabra salvación.
SP.: Me gustaría saber en dónde dejas el contemplativo puro.
GR.: El contemplativo puro me parece un caso de evasión. Quizás habría que llevarle al psicoanalista.
SP.: Es un juicio duro.
GR.: El Dios que está en mi conciencia es un Dios que me empuja a meterme entre la gente. Es un Dios que me pregunta por mi hermano. Yo sólo creo en este Dios.
SP.: Hay otros dioses.
GR.: No los conozco.
SP: Lo social es importante, ¡qué duda cabe! Pero existen la enfermedad, la vejez, la estupidez, la fealdad, la muerte; la incapacidad de la gente para ser feliz tomando el sol. Y una de las cosas que, desde tiempo inmemorial, ha conseguido la religión es, precisamente, reconciliar a los hombres con la realidad; hacer que sean mínimamente felices en su situación.
SP.: Todo lo cual confirma que el problema estriba en distinguir entre escatología e historia, secularidad y trascendencia, cristianismo y marxismo.
GR.: Cristianismo y marxismo son dos cosas heterogéneas. Precisamente yo temo que lo que llamamos marxismo se convierta en una nueva religión secularizada, en un nuevo “Dios vestido de paisano”, y de ello les prevengo a mis amigos marxistas. Y les prevengo, precisamente, en nombre de la experiencia que tenemos, los cristianos, de dos mil años de historia. Nosotros sabemos que en nombre de Cristo ha podido funcionar una Inquisición; nosotros conocemos la capacidad de malabarismo de la raza humana. De ahí que no nos extrañe que en nombre de Marx se puedan emprender acciones inverosímiles.
SP.: Para ti, la Misa ¿qué es?
GR.: Una reunión de cristianos, una comida de cristianos, que se reúnen para esperar en nombre de Cristo, estando Cristo presente.
SP.: ¿Cómo está Cristo presente?
GR.: Como sea.
SP.: ¿Qué significa como sea?
GR.: Significa que yo no lo sé, y que me trae sin cuidado eso. Cada generación cristiana se lo ha ido explicando a su manera.
SP.: ¿Podría decirse que se trata de un simbolismo real?
GR.: Eso es ya querer logicizar al mito.
SP.: ¿Por qué, entonces, en vez de comer pan no se come chocolate?
GR.: Uno vive de una tradición y toda fe tiene una expresión comunitaria.
SP.: Y seguimos en el tema de la fe y la secularización. ¿Qué opinas de los teólogos de la “Muerte de Dios”?
GR.: Me huelen a Coca-Cola.
SP.: ¿Un católico tiene que confesarse?
GR.: Primero tiene que arrepentirse.
SP.: ¿Arrepentirse de qué?
SP.: ¿Cómo ves el tema de la moral sexual?
GR.: Opino que primero hubo una inflación de lo sexual y ahora se ha venido a un desprecio de lo sexual. Porque ya parece que si un chico de un grupo político no se acuesta cada noche con una chica diferente de otro grupo político ya no es un chico de izquierdas. Lo cual es nuevo tabú.
SP.: ¿Los sacerdotes se han de casar?
GR.: Debería haber una opción libre. La ley actual me parece insostenible. Ahora bien, yo creo mucho en el celibato. El celibato es profético. Pero el celibato no supone, únicamente, no acostarse con una mujer, sino no acostarse con nada ni con nadie. Ese es el único celibato que tiene sentido. El celibato global. Por eso, jamás entendí a los clérigos que “decían ser célibes pero que, sin embargo, se acostaban con el dinero, con los honores, con el status, con las comodidades. Yo no entendía eso. Luego pude averiguar que también se acostaban con una mujer. Y si no siempre de una manera literal, sí de una manera imaginaria y malamente sublimada. En todo caso eran unos reprimidos. El verdadero profeta no se acuesta con nadie ni con nada. Y precisamente por eso, en su predicación sexual, jamás ha sido desmesuradamente exigente.
SP.: ¿Cristo no fue esencialmente antiviolento?
GR: Cristo fue violento. Su dedicación fue violenta. Su denuncia profética fue violenta. El increpó duramente a los dirigentes de aquella sociedad. Al jefe del Estado le llamó zorro, lo cual era jugar muy fuerte. Cristo produjo una subversión. Subversión es la palabra que utiliza San Lucas. Cuando lo llevan ante Pilatos la acusación es que “este hombre subvierte al pueblo”. A Pilatos le cayó simpático Jesús, el profeta, y lo quiso salvar; pero no lo consiguió, porque comprendió que aquel hombre ponía en peligro la Pax Romana.
SP.: ¿Crees que verdaderamente la ponía en peligro?
GR.: Toda predicación profética subvierte.
SP.: Salvo que no haya nada por subvertir.
GR.: Siempre hay algo que subvertir.
Revista Extra
noviembre 1969
curas
"Dos jóvenes sacerdotes argentinos debatieron en '‘Tiempo Nuevo” algunos de los temas candentes que abordó González Ruiz en el reportaje con Paniker. Carlos Mugica (izquierda) asumió la posición transformadora del “tercer mundo”, Raúl Sánchez Abelenda desplegó banderas más tradicionalistas. Ambos conviven en una Iglesia que se va dinamizando con ese proceso dialéctico."

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