Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Beba Bidart
Beba Bidart
"No estoy divorciada de la vida"

El diálogo se dio en la playa solitaria. Estábamos cubriendo Mar del Plata y sus personajes y encontramos algo más que una “historia”. Pese a que ella no quiso creernos, la entendemos. Apreciamos su balance: “¿Sabes lo que me queda de todo, nene?... Mi hijo”.
Por JOSE DE ZER
Fotos: OSVALDO DUBINI

“Lo de Cacho Fontana y usted...
Estuvimos caminando como unas diez cuadras y sentimos en el aire ese olor especial del mar. Ahora eran algo así como las tres de la tarde y ella, detrás de esos enormes lentes oscuros, parecía estirar los ojos hacia donde estaba colgado el sol tapado por unas nubes, diciendo:
—Mirá, yo no quiero más notas de ese tipo.
Claro, entonces la miré y me dije: "es razonable, y después de todo, quién soy yo para meterme en esas cosas”. Y llegamos hasta la playa vacía, y ella se sentó escondiéndose entre sus cabellos y repitió otra vez:
—Nene... esto es en serio... no me gusta... ¿entendiste...? no me gusta.
—No sé —respondí—, me gusta meterme un poco con usted, pero mejor en vez de jugar con las palabras charlamos como adultos, ¿eh?... volví a decir ¿eh?
Entonces ella pareció olvidarse de todo, se quitó esos enormes lentes y los ojos le brillaron como si fuesen esos puntitos que se forman en las olas... y bueno... volvió a mirarme..., y ahí la cosa se puso un poco tensa:
—Como adultos, ¿eh?, lo de Fontana y usted. ..
Y ahora comienza todo eso de la charla adulta y muchas cosas más, porque en ese momento a Beba Bidart se le borró la mirada, se le destiñeron los ojos, zambulló la cabeza entre la campera y sus palabras se mezclaron con el humo del cigarrillo:
—Escucha, nene, ¿por qué cuernos todos me tienen que preguntar lo mismo? Todas las parejas que se separan deben justificar esto tantas veces: ¿qué soy yo, la fuente de consuelo para el periodismo? Cansa explicar tanto las cosas, ¿no, nene?, no sé hasta dónde vos te podés dar el lujo de manejar rótulos, palabras o preguntas. Es un problema ya superado ¿entendiste? Cada uno de nosotros tuvo sus dificultades y basta. No sé, quizá cuando una pareja vive muy intensamente se absorbe tanto hasta quedarse seca... y entonces uno vuelve a empezar, vuelve a analizar su vida, por ahí sentís o se siente que en cierto momento la "pifiás” y te parás frente a un semáforo esperando la luz verde. Al principio se siente un vacío con un montón de sensaciones; después, a medida que vas hilando los pensamientos sondeás el contenido y lo enfrentás a una nueva forma de vida, después colgás el “tubo", algún acceso de nostalgia. .. un resumen... y esperás a que tipos como vos ¿eh, nene? te quieran ver triste, con lágrimas en los ojos, convencional, “depre", impulsiva y mucho más... ¿No, nene?
—Señora, usted debe sentirse muy desdichada.
La cosa le desagradó y no quiso entender la pregunta. Murmuró algo así como: “mirá, empieza otra vez a salir el sol”, y después dijo:
—Eso es muy estúpido... muy estúpido, porque yo no estoy divorciada de la vida..., y bueno, nene... vos no lo entendés... vos no lo entendés... —Miró en derredor, se incorporó, examinó toda mi cara, se esforzó por dominar la voz, oprimió el cigarrillo entre la yema de sus dedos, y le escuché decir casi con pena:
—Qué fracaso... ¿y esto es una charla de adultos?
—¿Y por qué no? De gracioso no tiene nada. Además, ¿qué es para usted una charla de adultos?
—De adultos no sé... pero de inútil tiene mucho. Hay limites para lo que uno quiere hablar. Yo, te insisto, no tengo la culpa de que siempre pregunten lo mismo. Las cosas en mi vida nunca me fueron fáciles, y los que me conocen me conocen bien, siempre digo todo lo que la gente supone que no diga y nunca finjo lo contrario, y me gusta participar de la vida, mientras que vos, nene, en este momento no sos más que un anotador y sufrís de un exceso: sacarme una nota. ¿Te das cuenta qué desequilibrio?, ¿te das cuenta todo lo inútil que es esto?, ¿te das cuenta que estamos enfermos de soledad? Todo lo que hablamos es tiempo perdido. Vos y yo no representamos nada: una mujer que habla, un anotador que escucha. Ese es el negocio de la seguridad... el más doloroso... y el más insoportable.
—Beba, yo no la obligué a nada.
—No. Es simplemente el círculo completo que nos rodea a todos ¡qué porquería! y no es ningún sentimiento de ofensa, y no bajés la mirada, nene, las recompensas vienen después, en serio, es que a veces una se cansa de complacer a todos y empezás a interrogarte respecto de las cosas que te diferencian de los demás... y en definitiva ¿sabés lo que te queda, ¿nene?
—No ¿qué?
—Mi hijo.
Sentí como si toda esta charla no hubiese servido para nada, porque eso de hablar como adultos también tenía ahora parte de remordimiento. Ella por un lado preguntando con esos ojos sin decir nada, y yo como si se me hubiese acabado el habla, costándome trabajo para tirarle justo esa pregunta:
—Bueno, el hijo que acaba de adoptar.
—No, mi hijo ¿entendés? Las vidas se cruzan y el 21 de septiembre de este año encontré a Paulo, de apenas dos años de edad, que me llena de sueños, de amor y me llama mamá. Ahora yo estoy en su lugar, tengo sus ojos en los míos, su aliento en mi aliento, sus manitos en mi cara, y su dulzura por todos lados ¿entendés, nene?, ¿entendés?
—Perdón, ¿pero no adoptó usted a esa criatura para llenar un vacío?
—Es una pregunta fea, nene, desagradablemente fea... y me lamento. Siempre es triste herir sensibilidades. Fijate que para vos el hecho de que yo tenga un hijo no tiene importancia..., lo importante es si Paulo me sirve de consuelo. ¿Te das cuenta qué pequeña es la pregunta? ¿Te das cuenta de todo lo absurdo que nos rodea? ¿Nunca pensaste en dar vida al amor? Mirá, con el tiempo una aprende que la realidad de una persona depende de su capacidad para herirnos y al final todo lo que te dije, nene, no serán mas que tus dedos tecleando sobre la máquina... y quizás ni siquiera yo seré la protagonista de esta nota. Se ama por encima de todo... sólo que para eso también hay que tener convicciones. No juegues nunca ni con la vida, ni con el dolor, ni con el tiempo. Es mi hijo ¿sabés? No es una cosa que llena parte de mi vida, o de mi trabajo. Paulo es muy pequeño para saber todo eso... no es mi consuelo ¿eh?... a él me queda por darle todo, y él es el significado de toda mi vida. Es-mi-hi-jo... ¿entendiste, nene?...mi hijo.
Mordió fuerte las palabras y ya no tuvo más ganas de hablar. Yo no sé mucho de charlas adultas... pero que Beba Bidart tiene una tremenda humanidad... bueno, de eso sí me acuerdo.
Revista Semana Gráfica
18.12.1970

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