Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

José Marrone
JOSE MARRONE
EL LLAMADO DE LAS URNAS
Por abrumadora mayoría, el divo fue elegido para representar el menos cómico y más espectacular de todos sus papeles: dirigente gremial. En diálogo con SIETE DIAS, no sólo comunicó sus amplios planes para revivir el varieté: también volcó, con torrencial humor, confesiones acerca de su estilo de trabajo.

Únicamente faltaban luces de candilejas y viejos telones de papel: fue en la madrugada —bastante ventosa— del pasado martes 4 y sólo ellos estaban en la calle. Eran quinientos artistas de varieté que improvisaron un mitin, convirtiendo a la céntrica esquina de Ayacucho y Sarmiento en un fantasmal escenario vacío. ¡Marrone corazón! ¡Marrone corazón!, vociferaban los frenéticos procesantes mientras rodeaban a su líder, enhorquetado sobre los hombros de un gigantesco atleta de circo. Con embarazosa complicidad, dos policías de facción no se decidían a reprimir: una inocultable sonrisa los paralizaba y hasta uno de ellos solicitó tímidamente: “¿Me firmás un autógrafo?”; pero José Pepitito Marrone (54), flamante secretario general de la Unión Argentina de Artistas de Variedades, ni siquiera lo oyó, arrastrado por el rugiente delirio de los electores (malabaristas, cantantes, bailarines de flamenco, payasos, animadores, enanos, extras . . .) que acababan de consagrarlo. Por 742 votos contra 174, J.M. comenzaba a jugar el más espectacular —y el menos cómico— de todos los papeles que interpretó en su larga vida de clown: el de dirigente.
El bar que funciona en la esquina del sindicato estaba atestado y los artistas se apretujaban, de pie, unos contra otros. "Cierren la puerta, ¿no ven que este colectivo no va más? ¡Está completo!”, se desesperó con su voz de contralto una gigantesca rubia que, en medio de la excitación del triunfo, sólo atinó a comunicar con dignidad a SIETE DIAS: “Soy cantante de temas internacionales". Menos inhibida, Rosarito de Triana (37), echó su insinuante cabellera negra —y su respiración— sobre el cronista, susurrando: “Soy la sexy flamenca, ¿no es cierto que sí?”. Otoñal, pero aún impetuosa, Rosarito ofreció una de las claves que explican la adoración que los actores de varieté sienten por Marrone: “Estamos dejados de la mano de Dios —suspiró— y yo, como cantante de flamenco, tengo una serie de complicaciones cuando actúo en el interior. En las provincias todavía creen que las artistas son prostitutas y nos exigen una libreta sanitaria; la cosa es molesta porque eso de hacerse revisar por un médico todas las semanas, francamente, debe aburrirlo hasta al doctor". Sintiéndose desprotegidos, abandonados, los hombres del varieté clamaban por un mesías: “En la
boite Siboney, de Avellaneda, donde actué hace algún tiempo —acotó Rosarito—, entraron ladrones al camarín, me robaron todo, y como los dueños de la boite están arreglados con algún capo, jamás investigaron el asunto; en tales condiciones, ¿a quién puedo reclamarle?".
La platinada vedette Vivian Rey (27), quien alegó fulgurantes éxitos en los night club Palladium y Maipú, de Santiago de Chile, afirmó: “Hasta hoy, en los locales nocturnos donde trabajamos, nos trataron como alternadoras. Espero que Marrone consiga que nos den una credencial”. Las inacabables tribulaciones del varieté también agobian a los varones: Flavio Fernández (30), “cantante melódico moderno”, esgrimió su título de dirigente del Movimiento de la Juventud Artística, que apoyó la lista Marrón, de Marrone. “Para poder actuar en algunos lugares —explicó F.F.— los artistas tenemos que pasar las de Caín. Un local nocturno sólo es reconocido como boite cuando reúne, por lo menos, a tres alternadoras; para poder cantar donde carecían de coperas, debía llevarlas yo mismo." Luego despotricó contra los antecesores de Pepitito: “El dirigente anterior, el señor Napoleón, del dúo cómico Napoleón e Irene, supo que yo me quedé sin trabajo por falta de mujeres en el Marabú de Carupá, y sin embargo no hizo nada", se encrespó Fernández.
Para algunos, votar por Marrone era casi un acto de fe. “Yo puse medio voto —sonrió el enano Nicoleto (54)—, y mi hijo Colo (señaló a otro colega) puso otro medio; con Pepitito las cosas tienen que ir para arriba", pronosticó, rascándose su diáfana carota de payaso. En medio de la euforia del triunfo, el setentón Ricardo Roda, pequeño y enhiesto, temblaba de frío en la puerta del sindicato, enfundado en un antiguo pero impecable traje beige, con cuello almidonado y un botón gris perla en la corbata. Cuidadosamente afeitado como para una función, era tal vez uno de los más antiguos artistas presentes: “Yo soy el auténtico Ricardo Roda —musitó el viejo—, porque el cantor que actualmente usa mi nombre se llama Jacinto Apichafuocco o cualquier cosa por el estilo. Yo inventé los primeros programas radiales de preguntas y respuestas, allá por el treintipico, aunque, como se ve, no me hice rico con la idea".
Casi señorial, R.R. memoró la lenta extinción de los locales de varieté: “El Parque Gol, ése fue uno de los primeros . . .", recordó, pero no pudo continuar la nostálgica evocación porque Juan Carlos López Vieira, casi un coetáneo, intentó copar, ante SIETE DIAS, el centro de atención: “Aquí va una primicia: escriba que a Marrone, unos pocos elegidos, le decimos Rulito. Y eso, atenti, ningún diario lo sabe”.
En medio de la zarabanda de la victoria, mientras clowns y trapecistas, cantantes y bailarinas, extras y enanos felicitaban a Pepitito, la lista perdedora (Rosa), encabezada por el folklorista Roberto Avalos (50), blandió graves acusaciones impugnando todo el acto electoral. Las indignadas objeciones de Avalos implican un rosario de cargos demoledores: “Los fiscales de la lista Rosa ni siquiera pudieron entrar al local de la votación —enumeró R. A.—; además no estoy seguro de que las urnas estuvieran vacías al comenzar la elección; un escribano de la lista Rosa fue expulsado a patadas del local cuando quiso verificar la existencia de garantías”. Según Avalos, la complicidad de la intervención en el sindicato con la lista de Marrone sería total: “En Rosario, donde ganamos nosotros —prosiguió el folklorista—, un fiscal de la lista Rosa fue detenido por la policía”.
¿Qué opina Marrone de semejantes acusaciones? ¿Cómo vive su nuevo rol de dirigente? Para saberlo, SIETE DIAS dialogó largamente con el divo.

LA LIMPIEZA ANTE TODO
En la mañana del miércoles 5, mientras transitaba la calle San Juan rumbo al Canal 13, un camionero saludó a Pepitito, quien, acto seguido, confesó:
—La próxima vez me vota todo el país.
—¿Quiere ser presidente de la República?
—No, con los problemas que tiene el presidente. . . Yo decía simplemente: si todo el país pudiera votarme, ¡cuántos votos tendría!
—¿Y las acusaciones de la lista Rosa?
—¡Por favor!. . . Esta elección fue una cosa muy limpia, una limpieza única. ¿Por qué no protestaron antes del escrutinio?
—¿Y cómo se desarrolló el proceso electoral?
—Y... como pasa en estas cosas gremiales. Ellos tocaban “arriba” y nosotros teníamos que tocar más arriba todavía para conseguir que se realizaran las elecciones.
—Su lista publicó avisos a toda página en varios diarios, ¿quién los pagó?
—¡Gente amiga, empresas que adhirieron!
—Uno de los postulados que allí se destacan refleja su aspiración al panteón propio. ¿No le parece un deseo algo fúnebre?
—El otro día se murió un asociado y tuve que correr de aquí para allá porque el pobre no tenía un mango; al final, Iris Marga nos autorizó a enterrarlo en el panteón de actores. Un entierro cuesta y la gente de varieté no tiene con qué . . .
—¿Por qué piden la jubilación a los 45 años?
—Cuando los artistas de variedades envejecemos, los empresarios no nos contratan porque el público quiere gente joven. Si un bailarín español, por ejemplo, después de 20 años de profesión se queda sin trabajo, ¿de qué va a vivir si no sabe hacer otra cosa?
—En la solicitada figura una frase suya: "El artista es el domingo del pueblo”. ¿Podría hablarse de connotaciones con un presidente que se llamó Domingo?
—El artista es el único obrero
que nunca tiene domingo, ni vacaciones; al contrario, durante los feriados trabaja más que nunca.
—¿Qué se propone hacer como dirigente?
—En los últimos años cerraron 40 locales de varieté. Hay que revivir todo ese mundo. ¿Acaso la gente de Buenos Aires tiene dónde ir los fines de semana?
—¿Eso implica abrir más locales de diversión de todo tipo?
—¡Por supuesto! Los boliches darían de comer a 300 mil familias argentinas. Calcule: dos patrones por local, rufianes o no, pero ya ahí hay 10 mil personas; después están las mujeres, que ejerzan o no, no me interesa discutirlo; y también están los mozos, los gastos de luz, de comida, de bebida. . . ¡300 mil familias pueden vivir de eso!
—La solicitada habla de su "sacrificada carrera”.
—¡La flauta si fue sacrificada! Las veces que me morí de hambre...
—Su historia empieza con la historia misma del varieté, allá por el año 30.
—Yo empecé con el dueto La Gorda y El Flaco. (Juan Paparelli, un extra de cine, aclara: “La Gorda es Rosa, la señora de Pepitín; 101 kilos y bailaba zapateo americano con una agilidad. . . Una carita de muñeco de paño lency tenía...”) Sí. . . es de fierro la Gorda. El hambre que pasamos en el tiempo de la guerra. . .
—¿Qué guerra?
—No, aquí ninguna. Digo porque en el año 37, 38, nos fuimos de gira por el sur. . . Y me quedé en Río Gallegos. Cuando veía un peso en el suelo hacía que escupía y me agachaba a recogerlo... Los repollos costaban dos pesos. . . Era una barbaridad. . . La carne había que cortarla con serrucho. . . Vivía en un zaguán, de esos que hay en Río Gallegos y hasta trabajé en la Municipalidad. . . ¡Qué frío hacía!
—¿Cuándo empezó la buena racha?
—En el 54, cuando hice Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina. Pero mi consagración se produjo antes, mucho antes: en el teatro Casino de Rosario... Pisé el escenario y de la platea escupían, silbaban, hacían ruidos feos, un lío bárbaro. Pero no me amilané... Cuando salí, alguien de la pullman hizo un ruido tremendo que sacudió el teatro pero yo no me abataté. Le recité: Ese ruido que tiráis / no creáis que me ofendéis / fueron besos que vos dais. . . Bueno, lo que sigue es irreproducible.
—¿Esa es su casi legendaria grosería?
—¡Qué grosería!. . . ¡Si yo no digo ni la cuarta parte de lo que ahora se escucha en el teatro. Actualmente se dicen malas palabras como si nada y encima te aplaude la gente culta. ¿Adonde estamos? Yo no hago esas cosas. . . tengo picardía. . . eso es distinto. . . el doble sentido. . . cada cual lo agarra como quiere. . .
—¿Cómo y cuándo se le ocurren?
—En el trabajo, creando. . . aunque siempre estoy atento. Hoy, por ejemplo, viniendo en el auto, se me ocurrió uno: los hombres jovatos como yo prefieren las chicas pelirrojas.
—¿Por qué?
—Ellas son como los semáforos, y ante la luz colorada cualquier cosa se. . . detiene.
Sus electores arrebatan a Marrone del reportaje y el cómico se esfuma, con su eterno sombrerito estilo Mike Hammer. Alrededor de SIETE DIAS, los artistas susurran sus obsesivas esperanzas: varieté en los cines, cuatro horas diarias de varieté en la televisión, facilidades para los circos ambulantes, reapertura de todas las glorietas de la costanera. Y hay algo conmovedor en todos ellos: buenos o malos, grandes o pequeños, son todos artistas de raza. Que es como decir, la sal del mundo.
GERMAN ROZENMACHER
Revista Siete Días Ilustrados
11.05.1970
 

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