Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Ethel y Gogó Rojo
Ethel y Gogó rojoFESTIVAL EN ROJO Y ORO
“Se nos cortaba la piel, las uñas nos se adherían a los dedos y la boca se nos ponía pastosa". El testimonio no pertenece, como podría conjeturarse, a un relato de desnutridos náufragos; por el contrario: narra las desventuras de las rotundas Ethel Rojo (35, casada) y su hermana Gogó (30, solterísima), dos vedettes santiagueñas que encabezan el elenco de Maipo Super Star, un espectáculo de revista porteña, donde aparecen en escena total —y solamente— recubiertas de una delgada película de pintura color oro.
Esa circunstancia es, precisamente, el origen de muchas de las preocupaciones que padecen las alegres y crocantes hermanitas. Todo comenzó cuando importaron de España varios potes de amarillos pigmentos para cubrir —en un cuadro de la revista— su cimbreante, generosa humanidad. El ingenioso método, destinado a deslumbrar a la platea, provocó sin embargo una serie de escozores en las Rojo: "Empezamos a sentir síntomas cada vez más raros —explica Gogó, mientras ensaya un arrobador mohín—, por eso decidimos analizar químicamente la pintura. Y nos enteramos de que contenía abundantes dosis de arsénico, zinc y plomo”.
Con todo, el peligro de intoxicación no amedrentó a las singulares vedettes: suspendieron —eso sí— los peligrosísimos, letales embarques peninsulares, pero encargaron a un químico local la confección de una nueva pintura a base de crema y cosméticos.
Es que la innovación entusiasmó al ondulante dúo, algo comprensible si se tiene en cuenta que Maipo Super Star ocupa el segundo puesto entre los espectáculos teatrales más taquilleros de la city. Un éxito económico que parece deberse —más que a la aurífera metamorfosis del tándem— a la ausencia de las incómodas y breves prendas que ostentaban, como ellas, el resto de sus colegas. "En realidad —apunta Ethel— actuamos con un pequeño slip. Hay partes del cuerpo que no se pueden cubrir con pintura”, finaliza, luego de un plausible, pero vano intento por sonrojarse.
Es que el insólito, oleoso velo cubre todos los poros de las curvilíneas vedettes, que corren así (al no poder respirar la epidermis) serios riesgos de intoxicación. Pese a ello, el entusiasmo de la platea, agitada por nerviosos movimientos cuando ER y GR aparecen en escena, parece haber disuadido a las divas de suspender su ahora riesgoso oficio.
En la cima del estrellato revisteril las rimbombantes sisters iniciaron su carrera en 1959, cuando el Teatro Maipo las contrató para cubrir lugares secundarios.
Por ese entonces, ellas apenas si acreditaban los títulos de maestra y profesora de danza, obtenidos ambos en su lejano, árido terruño santiagueño.
Ethel y Gogó Rojo"Cuando aún era una chiquilla —se ufana Ethel— me marché a Barcelona, ¿conocés?, donde actué en el teatro Cómico. De ahí en más inicié una carrera meteórica que me abrió las compuertas de la televisión y el cine. En total llevo rodadas doce películas, casi ninguna conocida en la Argentina”.
Gogó presenta un curriculum similar: "Después de actuar a los 13 años en un conjunto de rock pasé al Maipo, donde llegué a ser una figurita de segunda línea. Así que viajé a España, donde hice cine y televisión, ¿sabés?, pero sin estar cobijada bajo el ala de mi hermana. Las dos nos hicimos solas”, se enorgullece.
Pese a todo, los trabajos de ER y GR son casi desconocidos para el público argentino. Quizás por ello las despampanantes santiagueñas —empeñadas en demostrar que su peninsular acento lo adquirieron en Madrid— idearon el singular, pictórico ardid, con el que no sólo arroban al multitudinario público del Maipo, sino por medio del cual eluden hábilmente, las filosas, ascéticas tijeras de la censura.
Claro que la tarea no resulta simple: deben bañarse con un jabón especial al terminar cada presentación (hay dos funciones los días de semana y 3 los sábados y domingos), para paliar rápidamente los venenosos efectos de la excitante, lujuriosa pintura.
Revista Siete Días Ilustrados
13.08.1973

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