Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Galan - Halac
Este encuentro está protagonizado por el “boom” televisivo del momento, Roberto Galán y (o versus) el escritor Ricardo Halac. Lugar: el departamento de Galán, EXTRA, y whiskies por medio.

UN REY EN LA CORTE DE LOS MILAGROS
Es un hombre de cincuenta y tantos años; pero delante de las cámaras da sólo cuarenta. Personalmente es algo contraído; tiene manos huesudas, gestos vacilantes y aspecto desconcertado. En imagen, la cámara no se cansa de reproducir su sonrisa segura, Insondable y contagiosa. Luego de probar en vano suerte como locutor en diversos programas de entretenimientos, Roberto Galán acierta a esta edad con un programa que hace furor. Ayer se llamaba: “Galanterías”. Hoy, más enfáticamente: “Si lo sabe, cante”. En una suerte de demiurgo, Galán hace de intermediario entre los deseos del público y los del espectador: uno tras otro, aficionados-cantores son desmenuzados en el escenario (vida privada, a quién dedica la canción, etc.) y después entonan algunos versos de su tango o cumbia preferida, mientras una paciente orquesta entona algunos compases. Ciegos, enanos, extranjeros de diversas nacionalidades, vivos de barrio, opas, gordos, desdentados, melenudos, rengos y... hasta flacas chicas de pelo lacio y clase alta se animaron a intentar el salto: cantar ante las cámaras, gozar de un efímero instante de gloria. El triunfo de “(Galanterías” ¿es una opción alegre para un pueblo triste? ¿O un caso de demagogia popular? (Según se dice, Galán fue secretario de Perón en Venezuela.)

Halac
Ricardo Halac es uno da los más fervientes militantes de la Nueva Dramaturgia Argentina, oso movimiento al que so hallan enrolados Roberto Cossa, Osvaldo Dragún, Julio Mauricio, Juan Carlos Gané, etcétera. Autores lévenos dispuestos a comprometerse rabiosamente y dolorosamente con la realidad nacional aquí y ahora. Las obras do Halac: Fin de diciembre, Estela de madrugada, Soledad para cuatro y Tentenpié. También fue libretista de Historias de jóvenes, en televisión.

HALAC: Mirá, a mi me interesó mucho tu programa, me interesa mucho la personalidad carismática tuya y, evidentemente, si el programa da tanto que hablar es porque hay algo; y si tiene tanta polémica en contra es porque hay algo en él que perturba; y sería interesante ver qué es eso que perturba. Yo observé que la gente que ve el programa sufre, siente vergüenza. Y creo que la siente porque se identifica con el individuo que está en escena...
GALAN: ¿Querés que conteste con una pregunta? ¿Vos crees que todos los días 1.700.000 personas — fiscalizadas por IPSA e IVA— tienen ganas de sentir vergüenza... ?
H.: Sí, yo creo que sí.
G.: ¿Un millón setecientas mil personas?
H.: Bueno... te voy a explicar porqué. Yo al público que actúa en tu programa lo puedo clasificar en tres clases: en primer lugar la gente desclasada que está mal de la cabeza; yo los llamaría cantores lumpen. En segundo lugar, tipos muy frustrados que de alguna manera muestran mucho resentimiento porque no se pudieron realizar. Y en tercer lugar, la gente más sana, que es gente muy ingenua con una vanidad (muy hermosa por otra parte) que es la de cantar. Ahora bien, yo pienso que esa distribución no es casual; como vos bien decís tenés que armar el programa con gente muy distinta porque tenés que mantener el interés...
G.: La imagen...
H.: Perfecto: la imagen. No sólo tenés que buscar las edades y los aspectos, sino también las psicologías...
G.: No sé las psicologías porque no se les habla para nada antes...
H.: Mirá... si vos ves a un alemán con un instrumento raro o a un tipo que se vino caminando desde Colombia, notás que en él hay algo que llama, que denota cosas y los vas a elegir...
G.: ¿Vos te referís a un viejito alemán que vino con un acordeón?
H.: No te hagás problemas, no importa específicamente quién. También hay gente que llora...
G.: Claro, de emoción, de alegría.
H.: Bueno, yo recuerdo una mujer que dedicó la canción a la hermana y vos le preguntaste por qué no al marido, ya que era casada, y ella te
dijo que prefería que el marido no supiera: cantó el tango “Perfidia”. Yo creo que hay una asociación muy clara en todo eso, ¿te das cuenta?... Las tres categorías de gente que va al programa representa algo muy concreto y por sobre todo son personas que necesitan mucho cariño. Yo creo que se les da el cariño, pero que hay un afán de deshacerlos, de desabrirlos, un poco —aunque no te guste—, de reírse de ellos. No porque vos quieras reírte de ellos sino porque hay una complicidad entre vos y el espectador que consciente en reírse de las pequeñas miserias que tienen esos tipos. ¿Y entonces por qué la gente tiene vergüenza? Porque, aunque muchas veces inconscientemente, en el fondo está viviendo el mismo drama de los que están ahí arriba, en el escenario de la pantalla chica.
G.: Estoy en total desacuerdo. Vos mirá el programa desde el lado positivo y pensá en los valores que presenta. El programa tiene los puntos flojos que, según la idea de cierta gente clasista, provoca la aparición de un hombre mal vestido o de una mujer modesta que viene e intenta cantar. Pero yo también te puedo citar el caso de unas chiquilinas del Barrio Norte que vinieron el otro día —entre ellas había una Ayerza, una Alzaga—, cantaron “La cosa está negra, negra” y se fueron felicísimas. He tenido empleados de banco, médicos, jubilados de ministerios, para demostrarte que no viene gente desclasificada ni gente que venga a pasar por las horcas caudinas de una risotada o de la silbatina del público. Eso ya es querer ver las cosas muy parcialmente. Esto tiene muchos aspectos pero todos olvidan el positivo: esa señora que vos decís que está enojada con el marido, yo no creo que venga y cante “Perfidia” porque está peleada con el marido. Esa señora estará separada de su marido —yo no sé ni se lo pregunté—, no quiere recordar a su marido, muy bien, a otra cosa señora, ¿qué quiere cantar? Canta “Perfidia” porque es lo que le sale mejor. ¿Y si por ahí le preguntás a la mujer y resulta que hace quince años que se separó de su marido y se ha vuelto a casar? ¿En qué queda tu “Perfidia”? Yo te puedo citar ciclos donde se dicen groserías imponentes y a esos si, nunca escuché que nadie les dijera nada...
H.: Mirá, yo creo que la televisión es un arte. ¿Qué quiere decir que es un arte? Bueno, que es...
G.: No es un arte. ¿Quién te dijo que es un arte? Insume algo de arte...
H.: ¿Me permitís? Todo lo que insume un publico pasivo y gente que crea algo para ese público requiere una comunicación que en este caso sólo podemos llamar artística. Y esa comunicación —parte de mí como autor— tiene un objetivo: transformar, transformar a la gente, darle elementos para que comprenda mejor la realidad. Si la gente no se transforma, entonces no sirve. Ahora, yo siento que acá el proceso se da, porque hay mucha comunicación. Pero no se transforma a la gente: se la explota. Y se juega con una cosa muy importante que es la ayuda, el cariño...
G.: ¿Y vos no usás, en suma, para tus argumentos, las debilidades y las miserias de la gente?
H.: Sí.
G.: ¡Pero entonces no me acusés de usar los mismos elementos... I
H.: Usamos los mismos, pero hay que ver qué se despierta en la gente...
G.: En el caso mío el gusto de cantar. El gusto de recordar a un amigo, el gusto de recordar a la mamá, el gusto de recordar su barrio...
H.: Fijate que lo más importante del programa no es lo que canta la gente, porque la gente canta mal...
G.: No, ya estás equivocado. Todos los días hay un ganador...
H.: La gente canta muy mal, viejo; lo fundamental es que uno se ríe de lo mal que canta...
G: No... el que canta muy mal sufre, como en todos los terrenos, un desplazamiento.
H.: Ahí está el segundo problema. Hay dos maneras de triunfar en la
vida: una que es el trabajo, el trabajo serio, para el que hay en todos lados lugares donde se puede aprender algo; por supuesto hay que tener talento. Y después llegar. El factor suerte por supuesto influye...
GalanG.: Enormemente...
H.: Y hay otra manera, que es la que se ha popularizado mucho en el siglo veinte y que es uno de los grandes mitos de nuestra época. Consiste en creer que llegar es un golpe de suerte, nada más. Brigitte Bardot, James Dean... es decir: la lotería. Tu programa mantiene esta ilusión en una gente que tiene muchos problemas porque vive en un país que está pasando por un gran sopor, que no tiene salidas políticas, porque hay una gran chatura, grandes inconvenientes económicos, gran pasividad... ¿te das cuenta? Entonces hay un gran desplazamiento de la ansiedad hacia salidas del tipo de tu programa; porque la gente que cree que de pronto va a salir El Cantor. ¿Y qué es eso? Que te den una oportunidad y ya sos el gran cantor...
G.: Yo creo que el país está viviendo un momento de tranquilidad —y en esto no tiene nada que ver ninguna idea política, ningún tipo de oficialismo—, problemas económicos hay desde que yo tengo uso de razón y creo que siempre los habrá, pobres y ricos los habrá siempre, clase media cada vez más aumentada, y no se puede decir que a mi programa vengan exclusivamente los pobres, los desclasados. Una de las cosas positivas es que yo tengo ahora cuatro clasificados que vamos a largar dentro de poco en el campo profesional Pero yo no quiero batir el parche, porque no quiero convertir al programa en ese especie de selecciones que siempre se han hecho sin éxito, en donde visten a los tipos de smoking, a las tipas con trajes de noche, los largan con toda solemnidad y después la gente se da cuenta que no son profesionales y que son malos aficionados. Y apenas si han sacado algún finalista: yo tengo cuatro.
H.: No nos desviemos. Yo te quiero decir que el programa produce resultados que produce, porque se dan tres factores al mismo tiempo. El primero es el país: no tiene salidas, no tiene vías de comunicación permitidas, porque este país está viviendo una dictadura. El segundo elemento es el canal; los canales están totalmente fundidos, no tienen ni cinco guitas; no pueden producir programas en vivo, no pueden pagar actores, no pueden hacer escenografías, ya casi no pueden comprar ni series...
G.: ¡Ay, ay Halac! ¡Estás completamente fuera de información!
H.: No, querido, lo que se ve en la televisión es horripilante, espantoso y lamentable...
G.: Eso es otra cosa...
H.: ...vergonzoso. Habría que sacarle las concesiones a los canales.
G.: Eso es lo que vos ves. Pero no me vas a decir que no se producen buenos programas; que no te gusten a vos es otra cosa. Yo creo que no nos vamos a poner de acuerdo nunca. Porque vos ves una cosa que yo no veo. Yo creo que, sí, que la gente exige otras co...
H.: Sí, si, sí, vos crees también que siempre va a haber pobres y ricos, que las cosas nunca van a cambiar...
G.: Yo creo que si, que es así. Estoy completamente seguro. Me jugaría la vida defendiendo esa idea...
H.: Y yo me la jugaría defendiendo lo contrario.
G.: Hace mucho tiempo que oigo la misma historia y son variaciones sobre el mismo tema. Además te puedo aceptar que a la televisión hay que surtirla constantemente de nuevas ideas porque es un monstruo que consume todo: ideas, argumentos, imágenes. ..
H.: Y yo pienso que la televisión debe ayudar a la gente a conocerse más, a transformarse y a mejorarse. No solamente a divertirse.
G.: ¡Ah, no! La televisión es fundamentalmente un elemento para que la gente se divierta y se distraiga. Y... bueno, algo más hay: los servicios informativos de la televisión argentina son excelentes en todo sentido. ¿La parte teleteatros? Bueno, ahí se podría decir que no hay mejores porque no hay autores.
H.: O porque a los autores no los dejan trabajar.
G.: Bueno, de cualquier manera yo insisto que vos y la gente que piensa como vos sigan viendo el programa y le encuentren el lado bueno. Mirá, yo nunca he tenido quejas de familiares de los participantes ni de los participantes mismos. En cambio tengo cartas de felicitaciones de médicos, abogados, etc. Eso, más la alegría de la gente que va y canta fue lo que en un momento me hizo pensar a mí en la trascendencia de esto que estoy haciendo ahora y que empecé como si estuviera presentando a la orquesta de D’Arienzo, con toda solemnidad. Ahora la gente canta, baila, ríe, se divierte: cosa que se repite en los clubes y parques a los cuales nosotros vamos y en los que se juntan 6, 10, 15 mil o más personas. .. Y mirá que curioso, mirá qué detalle: la gente no compite por el premio; lo primero que piden es la medalla. Por ahí ya se van y tenemos que perseguirlos gritándoles: “¡Señor, señor, venga, tome... se olvida los 20 mil pesos!” Es el gusto de cantar, creémelo, es el gusto de cantar. Pero la gente nos critica. El otro día me encontré con un señor por la calle Florida, que se me acerca y me dice: “Che, veo siempre su programa... ¿pero esa enana que cantó el otro día?” A ése no le gusto la enana. A otro no le gustó el rengo. Otro que me dijo “¡Pero cómo puede cantar una ciega!” A todos ellos les contesté: ¿Y por qué no? Yo recibí una carta de los padres de la enanita —que son personas normales— agradeciéndome en nombre de toda la familia, por el momento que le hice pasar a la muchacha. Nos sentimos todos muy emocionados, yo tuve una gran satisfacción realmente cuando al final ella me apoyó la cabeza en el hombro y me dijo: “Gracias por hacerme sentir más grande”. ¿No te parece simpático?
H.: ¿Pero vos cómo crees que reacciona la gente viendo eso?
G.: La gente pasa por un momento de felicidad.
H.: ¿El público pasa por un momento de felicidad cuando canta una enana? ¿Te parece?...
G.: Estoy completamente seguro.
H.: Se mata de risa, viejo, la gente se está matando de risa... Si vos me decís que es lindo, que es alegre, que es reconfortante que la gente cante yo te voy a decir que sí. Pero partimos otra vez de un planteo ingenuo. Porque lo que yo te estoy diciendo que una cosa es cantar en una peña o entre un grupo de amigos, pero vos me estás reconociendo que el programa se orquesta, buscando una imagen. Cuando canta un grupo de gente en común es un sentimiento que está expresando, el sentimiento de una gente que quiere decir “estamos pasando bien este momento sentimentalmente”. Cada uno pone lo suyo en una cosa que, en el fondo, es del grupo. Acá se da un fenómeno que no tiene nada que ver con eso, en el estudio vos orquestás y hay un suspenso por la gente que va a venir: cuál será la mina linda, cuál el tipo medio loco, cuál va a ser el mejor...
G.: No, no, no seas malo; ese es un pensamiento maligno...
H.: Yo soy malo cuando quiero ser bueno. Yo creo que hay un fenómeno que no vamos a definir ahora y que es de regodearse de la miseria del otro. Porque el que canta mal, el que tiene un defecto físico y que está tratando de hacer lo mejor que puede ante las cámaras, es forzosamente una persona ridícula.
G.: ¿ por qué lo ven entonces, si es tan grotesco por qué lo ven?
H.: Porque en este momento hay un placer malsano de regodearse con lo malo...
G.: ¡No, ese es un pensamiento muy parcializado!
H.: Y el tuyo es un pensamiento muy ingenuo. Yo parto de la premisa de que en este momento la gente está mal. Vos crees que siempre va a haber los problemas que existen ahora y que de alguna manera el país está caminando.
G.: ¿Vos no crees que todos los espectáculos, aun los profesionales, están siempre viciados de algo?
H.: ¡Por supuesto! Yo tampoco digo que lo tuyo sea lo peor de la humanidad. Lo único que lamento es que siempre para compararlo te refieras a cosas peores en lugar de cosas mejores.
G.: Mirá, de acuerdo a mi forma de ser, a mi formación, a mis pensamientos, yo no haría nunca un programa como el que vos decís. Sería el primero en impedirlo, de ninguna manera lo permitiría, no andaría por la calle tranquilo...
H.: Hay un hecho importante, sin embargo. Vos hacés alusión constantes a las críticas; te preocupan, estás preocupado por ellas...
G.: Porque no me gusta que me critiquen, tengo amor propio...
H.: Estás preocupado...
G.: ¡No, preocupación ninguna...! Fijate como preocupa la sinceridad, el cariño y la dedicación que ponemos en este programa que me he permitido desmentirlo a Federico Frischneckht que hizo declaraciones según las cuales prácticamente a mí me habían echado del canal 7... dije que no, que no era cierto. Cuando yo les anuncié que terminaba en noviembre ellos me pidieron por favor que siguiera hasta el 31 de diciembre, pero yo no lo hice por ética para reaparecer en enero en el 11. Sin embargo me pidió el señor Calasanz que siguiera. Además no habrá ido tan mal el programa desde el momento que el señor Calasanz en nombre del canal me entregó esta plaqueta donde dice “De la dirección del canal 7 a Roberto Galán por su éxito en Si lo sabe cante”. Creo que a este programa no hay que tomarlo con tanta severidad...
H.: La severidad existe desde el momento en que tiene una audiencia tan grande...
G.: Bueno, pero nadie opuso reparos cuando hubo un leve titubeo de Margot Fonteyn cuando bailó con Nureyev por el 13.
H.: Porque era gente que estaba dando lo mejor de si.......
G.: No, lo que pasa es que se obvian muchas cosas. Se dirigen la crítica a lo más débil, en este caso los aficionados. Pero nadie dice nada ante un señor que sale en un ciclo en el canal 9 a las 10 de la noche y está con una chica y un paraguas y de pronto cierra el paraguas y dice: “Nena, largá que ese no es el mango del paraguas” y en otro ciclo se habla de un señor que no puede pasar por las puertas porque los cuernos se lo impiden; en otro la mujer le pide al marido que le diga “la palabrita” para excitarse; en otro aparece una tipa que le dice al marido “Dejate de tomar pastillas y llévame a la cama”, que en suma es eso. En otro él le dice “yo he nacido para ocupar buenas posiciones en la vida” y ella le dice “ojalá que sea horizontal”.
H.: ¿Te parece mal que se de eso por televisión?
G.: Me parece un espanto.
H.: Entonces no hay que mencionar el sexo para nada...
G.: Lo podés mencionar pero no de esa manera, con las claves directas Andá al argumento de “Simplemente María”, andá al argumento de “Teresita”, donde hay abortos, madres solteras o médicos que porque son médicos pueden decir a las 3 de la tarde cómo se debe abortar. O en “La campana de cristal” ante millones de criaturas presentan la televisación de un parto. Claro que si vamos al aspecto científico te tapan la boca...
H.: El aspecto científico y el artístico justifican que se abran todas las zonas del individuo.
G.: ¿Y por qué no se puede abrir un aspecto tan simple como es darle al pueblo la oportunidad de que se exprese cantando?
H.: Siempre que te comparo tu programa con una forma artística superior vos lo referís inmediatamente a una forma artística inferior. Lo que vos decías me da la razón a mi de que la televisión está muy mal...
G.: Por ahí te doy la razón, pero tampoco es toda la televisión.
H.: Absolutamente toda. A vos te preocupa que no critiquen programas peores que el tuyo, pero no te molesta que no critiquen programas mejores que el tuyo.
G.: Es que una critica sobre un buen programa es una cosa lógica, pero olvidar pornografías o hacerse los desentendidos sobre lo que es dañino a la familia, a la moral, a las costumbres...
H.: Mira con ese criterio no se puede discutir, no sirve como punto de partida. Porque de la misma manera yo te podría decir que en la Argentina no tenemos por qué quejarnos ya que en Bolivia están mucho peor... Siempre tenemos que compararnos con un patrón de medidas en el que los dos estemos de acuerdo. Yo no creo que estemos partiendo de patrones similares; vos crees que la televisión es un lugar donde se informa, se entretiene, se divierte. Yo creo que es un lugar donde se informa, se entretiene y se da arte. Se da algo de orden estético que cambia a la gente. Yo, por ejemplo, como autor de teatro, aprendo ciertos elementos técnicos necesarios y los elaboro, elaboro una temática y con la conjunción de ambos trato de transformar al espectador para que comprenda la realidad de otra manera... La televisión tiene que ser igual. Bueno, otra cosa: vos crees que la gente va a ser siempre igual, yo creo que no...
G.: Momentito, no me confundas los pensamientos. Yo creo que económicamente siempre va a haber pobres y ricos, pero culturalmente la gente puede transformarse y avanzar.
H.: Vos decís que siempre va a haber pobres y ricos, yo te podría decir que siempre va a haber ingresos diferentes. Lo ideal sería que cada uno ganara de acuerdo al esfuerzo que haga.
G.: Esa es una idea comunista.
H.: ¿A vos te parece que el hecho de que cada uno gane de acuerdo al esfuerzo que hace es una idea comunista?
G.: Sí, porque en un régimen comunista el que no quiere hacer esfuerzos va preso... En un régimen democrático de libertad cada uno hace lo que se le da la gana y si no hace lo que se le da la gana se terminará muriendo de hambre...
H.: ¿Este es un régimen democrático para vos?
G.: En cierto modo sí....
H.: Y en este régimen hay gente que vive sin trabajar y que vive muy bien.
G.: Bueno, pero son los menos...
H.: Y hay gente pobre que no puede estudiar ni tener acceso a la cultura porque nació maldita; nació pobre. ..
G.: ¿Y vos no crees que en la Argentina estamos viviendo en una sociedad donde cada uno tiene su oportunidad?
H.: Yo creo que no... Cada vez menos.
G.: Yo creo que sí; cada vez más...
H.: Cada vez más hay gente que tiene pocas posibilidades y cada vez menos hay gente que tiene muchas posibilidades. La prueba está en que se construye en el Barrio Norte y no se construye en ningún otro lugar...
G.: No digas eso, que yo recorro zonas pobres —digamos modestas para no decir pobres— y estoy cansado de ver edificios en construcción; no se construyen rascacielos como aquí, pero porque no hacen falta. Se construyen casas, casas y casas...
EXTRA: Vos, volviendo al programa, ya especificaste bien lo que
es el programa para la gente que te sigue. Ahora me gustaría que me dijeras qué es para vos. Un buen negocio, supongo, ¿pero qué más?...
G.: Es un buen negocio, porque yo soy un profesional que, como tal, ha encarado un ciclo que tiene éxito... Y además es prácticamente mi vida porque pienso todo el día en él y tengo una gran preocupación por mejorarlo, por redondearlo, por dotarlo de más valores. Trato que sea un programa sano, constructivo, en el que se permite a un hombre recordar al amigo de toda su vida, que a lo mejor frente a él es incapaz de decírselo pero por medio del programa se lo dice y establece un punto de contacto con ese amigo, con la familia, con el hermano. ¿Qué tiene de malo eso?
EXTRA: El cree que lo tiene que seguir mejorando constantemente. ¿Y vos Halac que lo criticaste duramente qué mejoras le harías al programa, qué soluciones darías?
G.: iQué soluciones te va a dar! El cree que hay que levantarlo...
H.: Yo creo que sí, creo que la solución es ésa.
Extra
05/1969
Galan - Halac

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