Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

El nuevo Bordeu

UN AUTO MODERNO, TRABAJO DE EQUIPO Y LA MISMA MENTALIDAD, DAN LA TÓNICA DEL JUAN MANUEL BORDEU 1969. UN TERCER PUESTO CON MARCADO SABOR A TRIUNFO SEÑALA EL COMIENZO DE UNA NUEVA ÉPOCA. LA "COLORADITA" EN LA CUERDA FLOJA: SI NO SIGUE CORRIENDO, EMBELLECERA EL MUSEO DE BALCARCE. AL NUEVO PROTOTIPO LO BAUTIZARÁ EL PÚBLICO.

FALTABAN pocas horas para que el ruido estallara nuevamente en el autódromo municipal y una nueva categoría incursionara con atrevimiento en el automovilismo nacional.
Mientras tanto, a pocas cuadras de la General Paz y prácticamente en el patio trasero de General Motors, un puñado de ingenieros, mecánicos, colaboradores y un ex campeón argentino de TC pugnaban por alistar una moderna máquina de competición, cuyo chasis todavía no había sido experimentado por falta de tiempo. Sin embargo, la decisión estaba tomada.
Juan Manuel Bordeu correría en la naciente categoría Sport-Prototipo. El ingeniero Ricardo Joseph, confundido con los mecánicos, intentaba poner a punto el ensamblado del motor con el chasis y Alain Baudena auscultaba celosamente el fruto de su trabajo. El auto de Bordeu, junto con el "Cheboom" de Jorge Cupeiro y el Ford de Carmelo Galbato, han sido construidos en el taller Baufer. La trilogía estaba en marcha. El constructor había cumplido lo suyo, Ricardo Joseph desafiaba imperturbable el riesgo de un fracaso, mientras Juan Manuel Bordeu, luego de dos meses de veraneo en Uruguay, prefería ser cauteloso. "No puedo decir nada... No lo hemos probado", mientras se resignaba a no correr en TC, como era su proyecto inicial "No hemos tenido tiempo de preparar la Coloradita. Pero seguiré corriendo con este auto".

UN TRABAJO EN EQUIPO
La carrera en el autódromo había terminado... Jorge Cupeiro obtenía un resonante triunfo.
Bordeu y Joseph, colaboradores y amigos, estallaban en abrazos y felicitaciones. "Parecería que Maneco hubiera ganado su primera carrera", expresó un curioso entremezclado en el grupo. No era para menos. Con un auto sin experimentar, cuyo montaje definitivo terminó el sábado a la madrugada, con el limpiaparabrisas roto en la sexta vuelta y con cubierta no ancorizadas, el piloto balcarceño se sumergió irrespetuosamente en el resbaladizo circuito, ubicándose tras el alerón de Jorge Cupeiro y el "Trueno" de Carlos Pairetti, conquistando, la tercera colocación. "Es el producto del trabajo en equipo", exclamó Juan Manuel. "El auto ha respondido en su totalidad", percibiendo posiblemente en ese momento que un nuevo Bordeu asomaba en la temporada. con un auto en condiciones de ganar.
Sin embargo, Maneco no se preocupa demasiado por ello. "Soy el mismo de siempre", confesó, después de exhibir sus cualidades conductivas. "Me apasiona correr, por eso me entrego totalmente; no me interesa tanto ganar, sino correr... Es difícil de explicar, pero es así", mientras, muy junto a él, Graciela Borges exteriorizaba su coincidencia con Bordeu, pero más que ello, su regocijo por compartir una alegría común.

EL NUEVO BORDEU
Más allá de esa vocación, de ese permanente desafío al vértigo, hoy nos enfrentamos con un Bordeu en condiciones muy diferentes a la temporada anterior. Pese a que en 1968 supo hacer proezas con el "Monito" en el autódromo y conducir aguerridamente la tradicional "Coloradita", Juan Manuel se vio superado por las travesuras del modernismo.
Precisamente por eso, encomendó al carrocero Alain Baudena, en común acuerdo con Fangio, la construcción de un prototipo similar al "Cheboom" de Cupeiro. "No quiero marginarme de la nueva categoría", manifestó entonces. "Lo cual no implica —expresó luego— renunciar al TC. Pienso seguir corriendo en esa categoría. La Coloradita todavía no ha dicho su última palabra". Para Juan Manuel Bordeu, la indomable "Coloradita" está incrustada en su propia vida. "De no seguir corriendo con la misma —sentenció a AUTOMUNDO— sería destinada para el museo de Balcarce", junto a las legendarias máquinas de otro balcarceño: Juan Manuel Fangio. Posiblemente, para mantener la tradición, prefirió entonces no innovar en materia de color, disponiendo que el prototipo Baufer conservara el rojo de la "Coloradita". Empero, no quiso saber nada en cuanto al nombre. "Que lo decida el público y el periodismo."
De este modo, el ex campeón argentino insiste en afirmar que el automovilismo es una realidad que une indisolublemente al piloto con el espectador. "Una cosa no tendría sentido sin la otra" y donde un auto es consecuencia de un trabajo en equipo. Por eso al finalizar la carrera en el autódromo, quiso compartir la victoria (para el equipo fue triunfo) con todos sus colaboradores. Nadie quedó al margen. Pero de seguir en esta línea, seguramente la escena del domingo 9 se repetirá otras veces. Un nuevo Bordeu hizo su aparición en escena, aunque "Maneco" se empeñe en afirmar que no ha cambiado.
N. H.

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