Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

"La más hermosa obra mía no la representé en el teatro"

QUE Paulina Singerman es una de las actrices de mayor proyección en el público, lo dice, desde hace tiempo, el éxito que corona cada temporada de la actriz. Sea en plena temporada, sea en meses de veraneo, como se ha dado el caso recientemente por haber realizado una extensa gira; el público la distingue y admira. Sabe que el talento de Paulina brillaría en cualquier escenario del mundo, y su exquisita personalidad le permitiría consagrarse como lo ha hecho aquí y lo ha revalidado ante todos los públicos de América. Pues el éxito no es puramente local. Las crónicas de la prensa extranjera que oportunamente ofrecimos al público, los comentarios que mereció su actuación de público y crítica fueron en extremo elogiosos. Pero no se trata de hacer el elogio de quien, como Paulina Singerman lo ha merecido siempre. Esperábamos que pusiera fin a su labor en el Presidente Alvear, para tener oportunidad de charlar con ella. En su casa, Paulina pierde, por supuesto, ese fuego que anima el espíritu de la mayoría de sus heroínas teatrales y cinematográficas. No suscita situaciones harto complicadas. No, cordial, tan simpática como en
escena, su sentido de la cordialidad se traduce en los menores detalles. Dos cosas primordiales orientan su vida: sus hijos, famosos ya, mellicitos, a los que luego presentaremos por nombres y apodos, y su carrera, que continúa en el estudio, la meditación, la exaltación de su quintaesenciada sensibilidad y su afán creador.

"¿NO HAY OBRA MAS LINDA, VERDAD?"
No sabemos si Paulina Singerman guarda en su alma el orgullo de lo posición conquistada artísticamente. Nunca nos han hablado de una Paulina orgullosa y nunca hemos visto en ella que acusara tal sentimiento. Pero, cuando llega hasta nosotros con sus hijos, vemos, sí, el orgullo de madre reflejado en su rostro feliz.
Los conocimos tan pequeños — a pocas semanas de nacer —, que, por supuesto, deben volver a sernos presentados ambos caballeritos...
—Este es Eduardo José. Peti...
Y Eduardo José, o Peti, nos obsequia con una débil sonrisa, tomado de la mano de su hermanito:
—Carlos Alberto. Oti...
El mes que viene cumplirán tres años. Magníficamente desarrollados, tal como podrá apreciarlo, en las fotos el lector, rubios, hermosos, todo el orgullo de Paulina está perfectamente justificado. Se lo decimos y sonríe.
—Para mí no hay obra más linda — expresa.
Y es que, sin proponérselo, la madre ha anulado a la intérprete. No podría ser de otra manera, ya que, aunque Paulina Singerman fuera la más grande actriz del mundo, nunca se sentiría tan grande intérprete como feliz mamá.

UN MUNDO PEQUEÑO Y FELIZ
Respondiendo a una pregunta nuestra, abarca con sus ojos el coqueto piso.
—Este es mi mundo. Pequeño, pero colmado de felicidad, de dicha. Da miedo poder expresarse así. Pero no hacerlo así parecería tener derechos inapelables a ello. Nuestra dicha, nuestra alegría, consiste, ya lo ven ustedes, en esto: mis hijos, mi carrera, el amor que nos une a todos, la comprensión...
Hay una pausa. Los mellicitos llegan corriendo hasta las rodillas de la mamá. La criada a su servicio les ha peinado y están impacientes por volver a ver encenderse la lámpara de magnesio.
—Ahora van a tener que quedarse quietecitos un minuto, ¿eh?
Asienten con la cabeza sin despegar la vista de la máquina fotográfica.
—Parecen dos muñecos — dice alguien a nuestro lado.
Se unen las mejillas de Paulina y sus hijos. Indudablemente, se le parecen mucho. Hay un breve fogonazo.
—Ya está.
Y Peti y Oti, riendo, festejan el acontecimiento.

DEBUTA EN EL ODEON
—Bien, Paulina, ahora requerimos a la actriz...
—Perfectamente. Ya saben que el 31 debutaré en el teatro Odeón con una obra que constituyó un gran éxito: "Noches de Carnaval".
—Por supuesto. Tanto, que poco después fué llevada a la pantalla.
—En efecto. He logrado reunir un elenco de grandes figuras. Formaré pareja con Daniel de Alvarado, actor al que el público conoce perfectamente, y que éste y la crítica han festejado justamente. Ana Ameodo, Alberto Terrones...
—¿Luego de "Noches de Carnaval"?
—Espero una obra argentina. O dos...
—¿Qué sabe acerca de ellas?
—Nada. Tengo la promesa de distinguidos autores nacionales. Pero nada más que promesas hasta el momento. No obstante, espero que dentro de poco tiempo pueda anunciarles mí segunda obra. Yo la espero con más impaciencia que nadie.
Alberto Vázquez, esposo de Paulina Singerman y prestigioso hombre de teatro, nos aclara.
—Paulina, lógicamente, se siente más cómoda interpretando obras de autores nacionales. La mayoría de sus grandes éxitos se los debe a ellos. Por lo demás, el ambiente, el conocimiento de sus condiciones interpretativas, todo ello constituye apreciables ventajas. Amén de algo muy importante, que es nuestro teatro y nuestro fervor por el mismo.

UNA SOLA PELICULA
—Bien, ya que sabemos de ello, ¿qué sucede en torno a ciertos-aranceles?...
—El problema es sencillo: se ha dicho que rehuimos pagar el diez por ciento que establece Argentores, como derechos de autor. No, en absoluto. Cuando inicié esta gira, me comprometí a obtener para las obras argentinas, por parte de todos los empresarios en cuyas salas actuáramos, que se respetara ese arancel. Y lo obtuvimos para todas nuestras obras, es decir, para todos nuestros autores.
—¿Y con los extranjeros?
—Pasa que en todo Centro América están los empresarios acostumbrados a no pagar, a veces, ni el cinco por ciento en concepto de derechos de autor. Y si bien se avenían a pagar el diez, exigido por mí para obras de autores argentinos, no accedían cuando utilizábamos repertorio extranjero, contestando a nuestras exigencias en tal sentido, que todas las compañas de teatro, incluso esos autores extranjeros, estaban de acuerdo con el cinco por ciento, y a veces menos aun, y que ello era cosa establecida desde tiempo atrás. Lógicamente, se sentían reacios a que yo exigiera el diez por ciento por una obra que hacía dos meses, por ejemplo, otra compaña había estado conforme con la mitad. Y la reacción era mayor cuando esas obras no eran argentinas, y el pedirle que respetaran el mismo arancel que pedíamos para las nuestras, era, a entender de esos empresarios, una razón que juzgaban ajena a nuestros intereses, pues defendíamos los de autores, repito, conformes siempre, en recibir la mitad de ese porcentaje.
Tales las razones del señor Vázquez, que nos expresa también que se ha nombrado una comisión arbitral que decidirá en breve la práctica a seguir en casos similares.

INTERVALO TEATRAL
—Bien, Paulina, abandonemos el teatro. Un breve intervalo, digamos, y pasemos al cine.
—¿Sin transición?
—No, pero ella es fácil cuando se trata de una actriz de su ductilidad física y espiritual.
—En cine no actuaré mucho en el presente año ya que preveo ha de ser intensa la próxima temporada teatral.
—Pero es que el público está deseando verla actuar cinematográficamente también...
—He firmado contrato con los estudios San Miguel para realizar una película.
—¿Que comenzará?
—No tiene fecha. He de filmarla dentro de este año. Por eso mismo nada sé acerca de ella.
La promesa de una nueva película de la popular intérprete, que ha demostrado ya en la pantalla sus grandes condiciones, ha de ser gratamente recibida.
"¡Peti, Oti!"
Cuando hay dos niños en una casa, siempre es posible esperar algo sorpresivo. Y la sorpresa nos llega en forma de vajilla que se despedaza. Y, como es de rigor en tales casos, la mamá se sobresalta, no por la vajilla, sino por ellos y llama:
— ¡Peti! ¡Oti!
Ambos aparecen sin señal alguna de culpabilidad en sus rostros.
—¿Qué sucedió?
Miran a la mamá y al abrazarlos aquélla, algo le dicen en voz baja.
—No — explica—, no fueron ellos...
—No — refirma el papá y aclara —: "esta vez" no fueron ellos.
—¿Ven? — nos dice Paulina sonriendo —. Hasta estos pequeños sobresaltos les debemos a los hijos. Pero, ¡cuánto nos traen con su presencia!
Sí, indudablemente, la mamá se impone siempre sobre la actriz. Humanísimo aspecto de la gran intérprete, triunfadora de la comedia en papeles difíciles pos esa misma sencillez, tan cara de lograr en escena y que Paulina domina hasta convertir en arte magnífico.
Cuando abandonamos su casa, tenemos la impresión exacta de haber salido de un mundo. "De un mundo pequeño, pero plenamente feliz, como ella misma lo definiera. Como lo definió con verdadera exactitud.
Revista Radiolandia
27/03/1948


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