Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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El misterio que duró diez años
No hubo revelación tan esperada, en la última década, como la del paradero del cadáver de María Eva Duarte, una actriz de radioteatro que entre 1945 y 1952 gozó de una hegemonía indisputable en la Argentina. El Nº 32 del mensuario Panorama, puesto en circulación en los últimos días de 1965, promete revelar dónde está ese cadáver. Y lo hace: en el fondo del río de la Plata.
El artículo consta de ocho páginas que historian desde la tarea de embalsamamiento, a cargo del médico español Pedro Ara, a los posteriores vaivenes del cuerpo, depositado en la CGT y arrancado de allí por una operación de comando que dirigió el teniente coronel Carlos Eugenio Moore-Koenig. La macabra herencia recibida por el gobierno de Aramburu origina, luego, una selva de pistas y versiones. Pero un “informe secreto” de dos páginas, que cierra la nota, abre la picada decisiva en esa selva.
Según Panorama, en enero de 1957 el Presidente Aramburu citó a dos oficiales del Ejército, un jefe de la Marina y un sacerdote, y les encargó desembarazarse del cadáver, dándole “cristiana sepultura”, pero sin enterar a nadie, ni siquiera a él, del lugar que eligieran. Los cuatro conjurados maquinaron un plan desorientador: hicieron confeccionar 25 ataúdes y los entregaron a 25 políticos. Así, “entre febrero y marzo de 1957 Eva Perón fue ‘enterrada’ 25 veces por hombres que —a pesar de haber jurado secreto por Dios y por la Patria— fueron dejando inevitables pistas, indicios que luego motivarían la confusión de
los investigadores y ocultarían la verdad”.
Por fin, una madrugada de fines de marzo de 1957, en un yate que abordaron en el Club Náutico San Isidro, se internaron en el río de la Plata; el cajón con los restos de Eva Perón, previo responso, fue deslizado por una plancha hacia las profundidades. Panorama sostiene que las pruebas de esta revelación se hallan depositadas.
Fueron cuatro, también, los redactores del artículo; uno de ellos decidió protegerse tras el seudónimo de Antonio Monsi; otro, Ramón Nodaro, que trabaja en Radio El Mundo, eludió a un reportero de Primera Plana. Lo mismo hizo María Cristina Verrier: “Para mí es una nota más y no quiero que se me destaque por ella”. El coordinador del equipo, Rolando Hanglin, había viajado a Brasil la semana pasada.
La investigación de Panorama costó 4 meses y 11 días, aunque la idea de practicarla data de dos años atrás. Así se llegó, luego de un centenar de entrevistas y 15.000 metros de cinta magnetofónica, al “informe secreto”, custodiado celosamente: sólo tres días antes de la impresión de la revista fue enviado al taller. Y allí estuvo en manos de un solo operario.
La semana pasada estallaron las primeras reacciones: Eduardo Colom, en nombre de la madre de Eva Perón, telegrafió al Presidente pidiéndole una audiencia para discutir la devolución del cadáver. El Diputado peronista Paulino Niembro envió otro telegrama al doctor Illia reclamando que se dragara el río en la zona “del banco Uncal”. Poco después, su colega Rodríguez Vigil presentaba un proyecto en la Cámara de Diputados.
Quizá falte, ahora, la palabra de Aramburu.
11 de enero de 1966
PRIMERA PLANA
 

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